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Ayer retornaron al país 134 connacionales en un vuelo procedente de Nuevo México

Se multiplican las historias de paisanos deportados por el gobierno de Trump

No importa cómo, pero volveré a Estados Unidos, asegura un michoacano expulsado

 
Periódico La Jornada
Viernes 10 de febrero de 2017, p. 7

De Omealca, Veracruz, salió Jesús Hernández a los nueve días de que murió su madre, hace ya más de dos meses. El joven de 21 años dejó a su familia para buscar mejores oportunidades.

Estuvo en Sonora 20 días trabajando en un campo de cultivo antes de intentar cruzar la frontera para llegar a Estados Unidos, pero la suerte no estuvo completamente de su lado, pues al llegar a la comunidad del Ajo, en el condado de Pima, Arizona, se entregó a la migra, luego de ser perseguido por la policía local y perder todo lo que traía consigo.

Regresó al país ayer en un vuelo procedente de Nuevo México, con 134 repatriados más.

En entrevista, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), dijo que esta es su primera vez en la capital, en donde buscará un albergue para sortear los días por venir, pues prefiere quedarse aquí que regresar a su lugar de origen.

Me quedo acá y a ver cómo le hago. Hay que buscarle, además, me quiero meter al Ejército, dijo sin rasgo de tristeza sino de valentía.

Su estancia no será tan fácil, pues no tiene familiares ni conocidos en Ciudad de México, y las organizaciones de apoyo a migrantes que ayer le ofrecieron información en el AICM sólo atinaron a darle el número de teléfono y la dirección de algunos albergues, pero Jesús regresó con lo mínimo, su poca ropa en un costal y una tarjeta con 30 pesos de saldo para realizar llamadas en teléfonos públicos que ocupará para comunicarse con su padre.

Jesús tardó alrededor de 15 días en que lo deportaran y para ello lo trasladaron a Tucson y después a Otero.

Alejandro, otro de los migrantes mexicanos que llegó ayer, se fue solo a Estados Unidos a los 16 años, sin avisar a sus padres. Quería ver si me iba bien en esos lados. Fue difícil pero se aprende mucho andando así. A cruzar la frontera lo ayudó un primo que ya se encontraba en el norte.

Vivió durante 10 años en Washington, donde dejó a su esposa y dos hijos. Recientemente trabajó en la construcción. Fue cuando realizaba trámites administrativos en una corte que lo detuvo Migración. Estuvo 11 meses en prisión antes de regresar, y aunque una parte de él estaba feliz de volver a ver a su familia, a la otra lo invadía la tristeza por lo que dejó allá.

Quiero descansar, ahorita no tengo ganas de pensar ni saber si quiero regresar, manifestó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Otro connacional, originario de Michoacán, quien prefirió omitir su nombre, dijo que desafortunadamente la policía y migración no son los únicos de los que hay que cuidarse en Estados Unidos, pues la misma comunidad es también quien “te avienta a la migra”.

Narró que por él llegaron directamente a su casa, sin motivo. En 20 años de vivir en aquel país formó una familia y trabajó día con día para tener dónde vivir y mantenerse; por eso, aseguró, no importa cómo, pero regresará tan pronto como pueda a tierra estadunidense. El reforzamiento de la seguridad fronteriza no le impedirá volver, pues los lazos que lo unen con ese país son más fuertes.

Por otra parte, la agencia de noticias Reuters informó que una mujer de Arizona, madre de dos hijos, y quien vivió por más de 20 años en Estados Unidos fue deportada ayer a México, convirtiéndose en una de las primeras personas expulsadas del país en el contexto de la campaña del gobierno de Donald Trump contra los indocumentados, dijeron su abogado y su familia.

Guadalupe García de Rayos, de 36 años, fue llevada en la mañana del jueves a Nogales por agentes de migración estadunidenses, dijo su abogado Ray Ybarra-Maldonado en conferencia de prensa. Tanto sus hijos, nacidos en ese país, como su marido permanecen en Estados Unidos.