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Economía Moral

¿El inicio de la era Trump-Brexit supone el fin de la globalización neoliberal? /II

Trump no entiende el capitalismo actual, su discurso lleva a callejón sin salida

E

l discurso inaugural de Donald Trump (DT) refleja un narcicismo maligno (“los ciudadanos de [Estados Unidos] de América [de aquí en adelante EU] …decidiremos juntos el curso de EU y del mundo), una demagogia para ingenuos (hoy estamos devolviendo el poder de Washington, DC a ustedes, el pueblo), un diagnóstico intencionalmente equivocado (Was- hington florecía, pero el pueblo no compartía su riqueza. Los políticos prosperaban, pero los empleos se iban y las fábricas cerraban. Todos, en EU, saben que quienes prosperaron fueron los integrantes del 1%, del que forma parte DT). Pero también expresa por qué recibió suficientes votos para obtener el triunfo en el peculiar sistema electoral de EU (“Los hombres y mujeres olvidados de nuestro país ya nunca más serán olvidados”). [Mi traducción de las citas se basa en la excelente traducción de Adolfo Gilly en La Jornada del 22 de enero, aunque he introducido algunos cambios. Uno ha sido EU en lugar de América]. Elemento central del discurso es la desindustrialización de EU y la industrialización de la periferia; al respecto, añadió verdades a medias muy dramatizadas:

“Madres e hijos atrapados en la pobreza en los barrios de nuestras ciudades: fábricas herrumbrosas desparramadas como lápidas mortuorias por todo el paisaje de nuestra nación… Aquí mismo termina y ahora mismo se detiene esta masacre americana… Durante muchas décadas hemos enriquecido la industria extranjera a costa de la industria americana…Una por una las fábricas cerraban y se iban de nuestra tierra, sin siquiera un solo pensamiento acerca de los millones y millones de trabajadores americanos que quedaban atrás. Los bienes de nuestra clase media fueron arrebatados de sus hogares y luego redistribuidos por todo el mundo”.

Imitando a Hitler, cuyo lema central era Deutschland über ales (Alemania por encima de todo), DT dijo: “De hoy en adelante una nueva visión gobernará a nuestro país. De hoy en adelante, sólo será EU primero. EU primero”. Anuncia el proteccionismo económico (en vez del libre comercio) para que EU deje de ser un loser (perdedor) y se convierta en un winner (ganador). Aunque señala que respetará el proteccionismo de otros países, empieza calificándolos de ladrones y destructores. Confirma (tácitamente) que no habrá empleos para migrantes y, por si hiciera falta, muestra su ignorancia:

“Cada decisión sobre comercio, impuestos, inmigración, relaciones exteriores, se tomará para beneficiar a los trabajadores estadunidensese y las familias estadunidenses. Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos de otros países que fabrican nuestros productos, roban nuestras empresas y destruyen nuestros empleos. La protección nos conducirá a una gran prosperidad y fortaleza… EU (sic) comenzará otra vez a ganar, a ganar como nunca antes. Traeremos de regreso nuestros empleos. Traeremos de regreso nuestras fronteras. Traeremos de regreso nuestra riqueza. Y de regreso traeremos nuestros sueños… Sacaremos a nuestro pueblo del desempleo para volver al trabajo reconstruyendo nuestro país con manos estadunidenses y trabajo estadunidense. Seguiremos dos reglas muy sencillas: compre estadunidense y contrate estadunidense. Buscaremos la amistad y la buena voluntad de las naciones del mundo, pero lo haremos en el entendido de que el derecho de todas las naciones es poner en primer lugar sus propios intereses”.

Pero este derecho, si uno lee entre líneas, tiene que ejercerse de una manera que le guste a DT, que representa al nuevo pueblo elegido porque si no, para eso está el ejército y Dios:

Cuando EU está unido, EU es totalmente incontenible. Que no haya miedo. Estamos protegidos y siempre lo estaremos. Estaremos protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestro ejército y nuestra policía y, por sobre todo, estaremos protegidos por Dios. [Antes había dicho: “Durante muchas décadas hemos… subsidiado los ejércitos de otros países mientras permitimos el tristísimo debilitamiento de nuestras fuerzas militares”‘].

Foto
Portada del libro de Rifkin citado en el texto

Ataca a los políticos porque no hacen nada y se anticipa a las críticas de que lo que propone no puede hacerse:

“No aceptaremos más políticos que son puras habladas y nada de acción; que se quejan sin cesar pero nunca hacen nada al respecto. El tiempo de las palabras vacías ha pasado. Llegó la hora de la acción. No dejen que nadie les diga que no puede hacerse. Ningún reto puede igualar el corazón, la lucha y el espíritu de EU. No fallaremos. Nuestro país volverá a mejorar y prosperar”.

El discurso termina con una docena de frases que reiteran lo dicho y añaden giros de tono demagógico muy hábiles. El discurso, como sabemos fue recibido con grandes manifestaciones en contra. Sin embargo, empieza a haber señales que el proteccionismo trumpiano comienza a tener réplicas en otros países, particularmente en Francia, que tiene elecciones en pocos meses.

Cuando hablo de la ignorancia de Trump antes, me refiero sobre todo a la frase traeremos de regreso nuestros empleos. Como Trump es un inversionista en bienes raíces (y que, al parecer, no lee; sólo ve la tele) no sabe que desde el fin de la 2ª Guerra Mundial, empezando por la industria y la agricultura, y siguiendo con los servicios, la automatización ha sustituido masivamente empleos. Que la relocalización de los procesos productivos a empresas del tercer mundo ha actuado como freno parcial a la automatización. Con mano de obra mucho más barata en China, México, Bangladesh, etc… la automatización en algunos casos puede no resultar rentable y, por tanto, se pospone, hasta que aumenta el valor de la mano de obra o se abaratan los robots:

“Hoy, fábricas casi sin trabajadores, operadas por programas de cómputo, son cada vez más la norma, tanto en los países altamente industrializados como en los países en desarrollo… [Muchos, inclúyase Trump] culpan de la pérdida de puestos de trabajadores de cuello azul (obreros) a la relocalización de las manufacturas a mercados de mano de obra barata como China. El hecho es que algo de mayores consecuencias ha ocurrido. Entre 1995 y 2002, 2.2 millones de empleos manufactureros fueron eliminados en la economía global mientras la producción global aumentaba en más de 30 por ciento a nivel mundial…Empresas manufactureras que habían dependido de la mano de obra barata en sus instalaciones en China están trayendo de regreso la producción a casa (sic) con robótica avanzada que es más barata y eficiente que la fuerza de trabajo china” (Jeremy Rifkin, The Zero Marginal Cost Society, Palgrave McMillan, 2014, p.123).

Por lo que trascendió en los medios, Ford decidió suspender la instalación de una planta en México y construirla en EU, no sólo ante las presiones de Trump sino ante las promesas de recibir subsidios fiscales, requisito para que los mayores costos del trabajo en EU (no sólo de obreros, que son ahora muy pocos, sino también de trabajadores de cuello blanco) no la sitúen en desventaja competitiva. Los olvidados de Trump seguirán siendo olvidados, pues esta vía es demasiado costosa para el (ya deficitario) fisco de EU, como para que se pueda replicar centenares o miles de veces. Además, los subsidios de este tipo están prohibidos en el TLC y en la OMC. Está en juego la tasa de ganancia de las grandes trasnacionales. Su nivel sólo se puede mantener con mayor automatización o mano de obra barata. Trump acabará confrontado con las trasnacionales. Los olvidados seguirán siéndolo. Callejón sin salida. Así no se salva el capitalismo.

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