Opinión
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Desde el otro lado

Dos discursos, dos visiones

B

arack Obama pronunció su último discurso como presidente de la Unión Americana. A diferencia de la conferencia de prensa en la que Donald Trump intentó dar algunas claves de lo que presumiblemente serán las metas de su mandato, el mandatario saliente delineó con su conocida pulcritud, en forma pausada y articulada, lo que a su juicio son los retos para el país en el futuro inmediato, a partir de los avances sociales y económicos de los pasados ocho años. Las claves de las profundas diferencias que uno y otro tienen de entender la política y el deber ser son evidentes. El demócrata subrayó el peligro de apartarse del camino que permitió esos logros, mientras el republicano eslabonó una sucesión de adjetivos, mediante los que fue difícil encontrar una propuesta coherente sobre el rumbo del país. Las diferencias entre uno y otro discurso son abismales: esencia en uno y vacuidad en el otro. Por ahora vale dar cuenta de algunos puntos en los que Obama bosquejó las condiciones actuales de la nación y delineó una hoja de ruta, en contrapunto con la que, todo indica, Trump rescribirá a partir del próximo 20 de enero.

Enfatizó que hace ocho años muchos hubieran dicho que era demasiado ambicioso superar la mayor recesión ocurrida desde los años 30; rescatar la industria automovilística estadunidense de una quiebra inminente; comenzar el más largo periodo en la creación del empleo de la historia del país; abrir un nuevo capítulo de relaciones con Cuba; detener el programa de producción de armamento nuclear en Irán; eliminar al cerebro que perpetró el 9-11; ganar la igualdad en los matrimonios; extender a más de 20 millones de personas el derecho al seguro médico; doblar la capacidad de producción de energía renovable y sentar las bases para salvar al planeta de un desastre ambiental. Los resultados están a la vista. Advirtió que la sociedad no funcionará hasta que todos tengan las mismas oportunidades económicas y mientras uno por ciento amase la parte del león de la riqueza y el ingreso. Una de sus frases más contundentes fue cuando enfatizó que uno de los peligros para la democracia es la discriminación racial, y concluyó: Si somos incapaces de invertir en la educación de los niños inmigrantes sólo porque los vemos distintos, estamos minando nuestro futuro y el de nuestros hijos. Esos niños de color café, potencialmente representan la futura fuerza de trabajo en América.

Decir que se extrañará a Obama es una gran verdad, pero como están las cosas y se ve el futuro, también se pudiera extrañar al mismísimo Bush.