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Ruta Sonora

Brian Eno: reflejo reflexivo

E

n medio del caos y los malos presagios, una luz. Como regalo de Año Nuevo, el legendario músico y productor inglés Brian Eno (Woodbridge, 1948) estrena álbum: Reflection, a sólo meses de haber editado su trabajo previo The Ship (2016), maravilla paisajista, cercanía fonográfica nada extraña para un creador tan inquieto y prolífico, que desde 1973 ha editado prácticamente un disco por año.

Pionero y cuasicreador de un género que a la postre se llamaría ambient (ni él lo nombraba así al inicio), ex glam-rocker, gurú de David Bowie, artista multimedia, innovador tecnológico, quien no gusta de describirse como músico, sino más como explorador, ofrece en Reflection una suma de varias de sus virtudes en un solo elemento; esto es, un álbum que puede escucharse tanto en formato usual (vinil, cidí, archivo digital, streaming) o como app para iOS, que es donde cobra sentido aún más como obra, pues ésta implica oírla de muchas formas posibles, muy parecido al trabajo Infinito que editaron los músicos mexicanos Alejandro Otaola e Iraida Noriega en 2013, algo inédito en aquel año. La app va haciendo sonar aleatoriamente diferentes capas de sonido mientras se observan en la pantalla del dispositivo imágenes coloridas, también de la autoría del artista. Cada escucha será diferente, y nunca se repetirá, lo cual se torna una experiencia viva y única, al escapar de la prisión de una sola toma, en un tiempo y espacio determinados.

De forma cercana a lo que Eno ha hecho en trabajos como Thursday Afternoon (1985), Neroli (1993) y LUX (2012), en premeditada autorreferencia el autor busca la universalidad de inducir a la introspección. En un juego de sentidos, incita a la reflexión (pensamiento) y al reflejo de lo interior.

En su grabación original, es un solo track de 54 minutos, que pareciera no mutar demasiado si no se le pone mucha atención. Sin embargo, en efecto cambia lentamente, de la misma forma en que lo hace una flor que va abriendo o un atardecer. Así, a pesar de po-seer un sonido y una plataforma totalmente tecnológicos, la experiencia se torna orgánica, sutil, natural. En medio de un mundo convulsionado y veloz, volcado hacia el exterior y sus horrores, Eno propone una pieza que proporciona quietud y serenidad mediante teclados y procesos digitales, sin rítmica evidente ni percusiones, sino notas permanentes de amplia extensión, usual en el género de marras del cual él ha sido fundamental impulsor.

Eno expresa interesantes planteamientos como creador detrás de Reflection: “Es el más reciente trabajo de una larga serie. Podría decir que ésta comenzó con Discreet Music en 1975… ¿o acaso empezó con el primer disco que hice con Robert Fripp en 1973? ¿O tal vez con la primera pieza original de música que hice en la escuela de arte Ipswich en 1965? No lo sé, pero es la música que más tarde llamé ambient. Ya no entiendo bien el uso que se le da al término ahora, pero yo aún lo uso para distinguirla o separarla de aquella música que está limitada por una duración determinada, conectada a cierto ritmo, con elementos cerrados y unidos entre sí (…). Con el tiempo vi que mi música es usada de la misma forma en que yo la ideé: como espacios para pensar. Y eso hago aquí: crear un espacio sicológicamente apto para generar una conversación interna. A lo que ofrezco en Reflection lo llamo música generativa, o sea, que se hace a sí misma. Mi trabajo de compositor es poner en un lugar un grupo de sonidos o frases y ciertas reglas deciden qué hacer con ellas. Luego hago sonar todo el sistema a ver qué pasa, qué provoca, y voy ajustando sus elementos hasta tener algo con lo que me sienta feliz. Porque esas reglas son en realidad probabilidades. Así que la pieza se va desdoblando de diferente forma cada que es activada. En el proceso, me puse a oírla de fondo e hice diferentes actividades cada vez, para ver qué me hacía sentir en cada situación. Si expongo esto a muchas personas, el resultado será exponencial: toda una red impredecible”.

Foto
Brian EnoFoto archivo

Así, la música de Eno al lado de la app creada por Peter Chilvers recrea un río de sonido: siempre es el mismo río, pero va cambiando, acota el músico. Te va envolviendo entre temas y melodías que parten de una misma raíz, pero puede ser luego otra experiencia. Es música infinita, que puede durar tanto como tú quieras. Representa uno de los experimentos sicoacústicos más sofisticados que haya hecho. Aunque, si gustan, pueden sólo oír la pieza en su forma original.

Y ciertamente, tan sólo el track primigenio grabado en vivo en una sola toma da una sensación la mar de placentera, cercana a una constelación pausada y onírica que fuera abriendo puer- tas y conexiones neuronales, paraísos abstractos de sonido amable, dilucidante, expansivo, relajante, que por un lado embelesa y por el otro llena de misterio e inquietud. Imaginemos entonces el caleidoscopio sonoro que habrá detrás de cada nueva escucha, mediante su complemento tecnológico.

patipenaloza.blogspot.com

Twitter: patipenaloza