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Prescott y Elliot entran al rescate con el equipo de América

El resurgimiento de Dallas levantó la temporada de NFL

Los Raiders ya ganaron y Los Ángeles tienen franquicia con Carneros

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El novato Dak Prescott, quien releva al lesionado mariscal Tony Romo (9), ha ofrecido una gran campañaFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Sábado 31 de diciembre de 2016, p. a14

Dallas.

Justo cuando parecía que la NFL estaba perdiendo popularidad entre los fanáticos estadunidenses, el llamado equipo de América llegó al rescate.

No fue que la liga solicitara la ayuda ni que los Vaqueros acudieran a prestarla, aunque a su dueño Jerry Jones le encantaría llevarse el mérito por eso. De cualquier forma, el resurgimiento sorpresivo de Dallas, apoyado en dos novatos espectaculares –Dak Prescott y Ezekiel Elliot–, ha convertido a este equipo en un gran atractivo televisivo, que ha dado forma a una rara campaña en la NFL durante este 2016.

Los Vaqueros no lo hicieron todo por sí solos. Un hombre que probablemente será considerado el mejor mariscal de la historia está montando otro espectáculo en Nueva Inglaterra; los Raiders de Oakland han vuelto a ganar y Los Ángeles tienen al fin un equipo de la NFL con el regreso de sus Carneros.

Por ahora, el comisionado de la liga, Roger Goodell, no ha tenido que aplicar un plan de emergencia para apagar un incendio. Sin embargo, los niveles de audiencia televisiva en el comienzo de esta campaña deberían ser una advertencia.

Son un indicio de que la NFL está sobrexpuesta y constituyen un buen motivo para eliminar el partido del jueves en la noche, por el bien de la liga. No hay nada especial en ese duelo, cuya única contribución consiste en engordar las billeteras de los propietarios.

Pero una temporada que comenzó con Tom Brady suspendido y con Colin Kaepernick arrodillado podría terminar con un buen papel de Dallas en los playoffs, algo que no han conseguido en más de 20 años. Y eso seguramente tiene de plácemes a los ejecutivos de la televisión y a los dueños multimillonarios de la liga.

Tan sólo hay que imaginar el revuelo que causarían los Vaqueros y los Acereros de Pittsburgh si se enfrentan en el Súper Tazón por cuarta ocasión en la historia. Si ocurre, en vez de hablar de la decadencia del rating televisivo se mencionarán récords de audiencia.

Estos deberían ser buenos tiempos en la NFL. Los estadios suelen estar llenos y el valor de los equipos sigue subiendo. El dinero de la televisión sigue llegando por miles de millones de dólares y los jugadores están atados por un convenio laboral de largo plazo que es el más favorable para las directivas en los principales deportes profesionales de Estados Unidos.

El futbol americano es por mucho el deporte más popular en Estados Unidos. Tan sólo la idea de mudar a los Raiders a Las Vegas fue tan emocionante para los legisladores de Nevada que ofrecieron rápidamente 750 millones de dólares, obtenidos mediante nuevos impresos, para que el traslado logre concretarse.

Había más fanáticos de los Raiders que de los Cargadores en su duelo en el tramo final de la temporada en San Diego, ciudad donde los aficionados están a merced de un equipo empeñado en sacar más dinero de los contribuyentes. Y hay otros asuntos que, si no son arreglados, amenazan la popularidad del deporte.

Uno de esos conflictos es que la NFL sigue siendo violenta, a pesar de las iniciativas para tratar de reducir los golpes en la cabeza que causan lesiones inmediatas y a largo plazo.

Las conmociones cerebrales se han convertido en un problema mayúsculo y la NFL finalmente está tratando de hacer algo al respecto, después de décadas en las que actuó como si no hubiera problema alguno. En casi todos los partidos algún jugador tiene que abandonar la cancha tras sufrir un golpe incapacitante a la testa.

También hay problemas con las penalidades y los fanáticos están hartos de las constantes interrupciones comerciales que frenan el ritmo de la acción.

Muchos partidos caen en la monotonía y la situación empeora al tomar en cuenta que la liga se empeña en colocar en los horarios estelares a equipos que no merecen la atención.