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Su obra es de una brutalidad que impacta, pero nos despierta: Ulrike Lorénz, curadora

Otto Dix y su obsesión por retratar el horror, en el Munal

La exposición Violencia y pasión plasma el siglo de los extremos en Europa, determinado por las dos guerras mundiales

Concluirá su permanencia en el recinto el 15 de enero

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Los cuadros del artista alemán están llenos de imágenes perturbadoras que plasman el horror de los conflictos bélicos, la vida de los prostíbulos, voluptuosas y decadentes mujeres, oscuros retratos y autorretratos y la desigualdad socialFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Sábado 31 de diciembre de 2016, p. 2

Lo más salvaje y lo más sublime de la naturaleza humana campean la obra del alemán Otto Dix (1891-1969), uno de los pintores más reconocidos de la centuria pasada, cuya mirada fue capaz de revelar lo que otros no quieren ver.

El horror de los conflictos bélicos –que vivió en carne propia, como soldado en la Primera Guerra Mundial–, la vida disoluta de los prostíbulos, nostálgicos paisajes, voluptuosas y decadentes mujeres, imágenes perturbadoras, oscuros retratos y autorretratos, la desigualdad social... La suya fue una paleta que logró captar como pocos las antípodas y contrastes del espíritu humano.

Tal es el universo al que adentra la exposición Otto Dix: violencia y pasión, que se mantiene abierta al público en el Museo Nacional de Arte (Munal) hasta el 15 de enero, como una de las actividades centrales del Año Dual Alemania-México.

Organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (Marco) –donde se exhibió entre junio y septiembre de este año– y el Instituto Goethe-México, esta es la primera ocasión en la que se presenta en el país una revisión de todos los periodos estéticos de Dix.

Un recorrido visual en el que puede apreciarse la manera en la que este creador logró, como ninguno otro de su época, plasmar el siglo de los extremos en Europa, determinado por las dos guerras mundiales, la cultura de la República de Weimar y la división política alemana después de 1945.

La muestra está integrada por alrededor de 170 obras, entre pinturas, grabados, acuarelas, dibujos y unas cuantas reproducciones, las cuales se encuentran distribuidas en siete núcleos temáticos que ofrecen una visión amplia del quehacer del artista alemán y las distintas técnicas y estilos artísticos que exploró a lo largo de su vida.

De acuerdo con su curadora, Ulrike Lorénz, directora de la Galería de Arte de Mannheim y especialista en Dix, éste fue un creador obsesionado por retratar su realidad.

Como parte de esa búsqueda, según apunta la investigadora, abarcó gran diversidad de estilos y logró asumir una postura crítica frente a su época por medio de la violencia y la pasión.

Su experimentación con las vanguardias artísticas y sus vivencias durante la guerra le permitieron encontrar su propio lenguaje plástico para situarlo como uno de los representantes más importantes del expresionismo y de la nueva objetividad alemana, agrega.

El arte de Dix responde a preguntas que aún siguen sin responderse, por eso sigue siendo un artista actual. Su obra es un testimonio y un comentario de lo que estaba viviendo. Su arte tiene una brutalidad que nos impacta, pero a la vez nos despierta.

A lo largo del recorrido por la exposición es imposible mantenerse impasible ante los dibujos, grabados o pinturas en los que Otto Dix refleja la crueldad insensata de la guerra, con escenas dantescas en las que se observan restos de soldados, rostros dolientes, cadáveres mutilados, gente corriendo despavorida por las calles ante un ataque aéreo.

Igual de impactantes son sus retratos y dibujos de prostitutas decrépitas, mujeres desdentadas, de rostros cadavéricos y carnes flácidas, algunas en pleno ejercicio de su oficio, otras simplemente posando, y las hay también brutalmente asesinadas.

Destacan de la misma forma los autorretratos de diferentes etapas en la vida del autor. La muestra comienza con uno en el que se ve a Dix fumando un cigarrillo en su etapa de estudiante, antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, y concluye con otro en el que se observa al artista ya anciano, por vez primera sonriente, al lado de su nieta.

La de Otto Dix es una pintura sin concesiones, por momentos cruda y soez, en la que el sufrimiento aparece muchas veces como el hilo conductor, lo mismo que la pasión.

Fue esa condición, la de no cerrar los ojos a la realidad y retratarla de manera crítica, la que provocó que durante el nazismo fuera considerado un artista degenerado y su obra difamada, lo que implicó que parte de la misma fuera confiscada e incluso quemada.

El Museo Nacional de Arte (Tacuba 8, Centro Histórico) permanecerá abierto en vacaciones de fin de año en sus horarios habituales, de martes a domingo, de 10 a 18 horas, excepto el domingo primero de enero, que se mantendrá cerrado.