Opinión
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Ciudad Perdida

Constituyentes: el último jalón

Vicisitudes en el proceso

Carta magna en puerta

A

la vista de todos, y a las puertas de la historia, la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México iniciará su último proceso: la discusión, artículo por artículo, del texto completo del proyecto de carta magna para que, como ordena la ley, el último día de enero quede lista para su promulgación.

Eso no quiere decir que todos los participantes, y la parte de la sociedad que se ha preocupado por este trabajo, estén conformes, eso sería casi imposible. Pero nadie debe olvidar –por más que algunos la desdeñen– que se trata de la ley fundamental para esta ciudad y que, a querer o no, tendrán que cumplirla.

También, y eso debe quedar claro, el texto podrá y deberá ser cambiado o enriquecido al paso del tiempo para adecuarse a las necesidades emergentes de una sociedad vertiginosamente cambiante que dejó de ser testigo de los acontecimientos y que hoy exige participar en las decisiones que la afecten.

En poco más de cuatro meses, la constitución política de la Ciudad de México habrá sido discutida, analizada, adicionada, reformada y votada. El proceso no estuvo exento de la visión muy corta que entraña la lucha partidista, que no ideológica, y que muchas veces esteriliza el campo de la creación y sólo responde al interés propio de los partidos.

No obstante, en casi todos los temas, en las ocho mesas de discusión en las que se dividió el proyecto que envió la jefatura de Gobierno, podríamos decir que se impuso, casi siempre, la idea de crear formas que beneficien la convivencia social.

El próximo viernes, en el pleno de la Asamblea Constituyente se dará fe del trabajo que a veces parecía no tener fin, pero que, siempre que la consigna de partido no se interpuso, logró armonizar los muy diferentes puntos de vista y concilió los liderazgos ideológicos siempre bien argumentados.

El fin de semana pasado, es más, ya iniciado el lunes, los trabajos en la Comisión Carta de Derechos y en la de Pueblos Originarios el deseo de hacer un buen trabajo venció a la abulia y a las contradicciones y se liberaron dos de los dictámenes más importantes de la constitución que viene.

Queda entonces la parte más difícil de esta labor, y no por los acuerdos que ya se tomaron y que en teoría deberían ser aprobados por mayoría calificada –67 de 100 votos–, pero nadie puede dejar de lado lo que significa la discusión en tribuna para muchos de los personajes que componen la Asamblea Constituyente.

Seguramente muchos de los diputados que en muy pocas ocasiones acudieron a los trabajos de las comisiones, o al pleno, cuando aún no estaba a discusión el texto fundacional, como algunos le llaman, se aparecerán por las curules que les corresponden para subir a la tribuna a alimentar su ego, y desde luego, para tratar de hacer tortuosa esta parte final de la labor legislativa de la Constituyente.

De cualquier forma, hay seguridad en que el interés por la ciudad impida los malos manejos de tiempo –última apuesta de quienes no quieren que la Ciudad de México cuente con su constitución política–, porque los argumentos que parecían en contra ya fueron derrotados. Por ello, hay confianza en que el 5 de febrero próximo, al celebrarse el centenario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se inicie la vida del acuerdo máximo de la sociedad de esta ciudad. Que así sea.

De pasadita

El secretario particular del jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Luis Serna, sufre de algún mal que lo tiene preocupado, pero quien lo conoce bien asegura que El Negrito, como le dicen sus amigos, enfrenta la enfermedad con el carácter de guerrero que lo caracteriza. Lo mejor para Luis.