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Ver día anteriorLunes 28 de noviembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a morir

Bancos, al banquillo

E

n el subdesarrollo, el sentido común se vuelve ciencia; la tecnología, destapador de refrescos, y la calidad del servicio, ilusión de resentidos. Sin embargo, por oscuras razones, hay un sector seguro y protegido por los gobiernos –escoja partido–, tanto en los países más desarrollados, como en los que no salen del atraso: los bancos, esas autorreguladas entidades en teoría dedicadas a proporcionar créditos con criterio financiero y social, no sólo con desmedido afán de lucro; y en la práctica, al agio, mediante el arbitrario manejo del dinero ajeno, con la anuencia de leyes y políticos.

Con eventuales asaltos e incluso asesinatos en sus instalaciones, los bancos ni sufren ni se acongojan cuando la moneda se devalúa; los clientes son maltratados; el gobierno en turno los desprivatiza, nacionaliza, revende o remata a extranjeros, con Fobaproas de por medio, que los verdaderos dueños están muy lejos del país, no sólo de las responsabilidades con sus mansos cuentahabientes.

Uno de éstos, luego de comprobar su saldo, acudió con una tarjeta de débito Banorte a un cajero de Banco Santander en Plaza Jardines, Naucalpan, a retirar 7 mil pesos. En la pantalla leyó: saldo insuficiente, por lo que, extrañado, acudió a la sucursal Banorte de enfrente, en remodelación, con largas filas y donde días antes habían asesinado a una clienta en el desprotegido e incómodo estacionamiento. Allí comprobó que su saldo era ahora de 7 mil pesos menos, los cuales nunca recibió del cajero de Santander.

Empezó entonces un frustrante peregrinaje: en Santander le dijeron que eso lo viera en Banorte, en la sucursal de Banorte le dijeron que eso se arreglaba por teléfono; por fin, le dijeron que en 17 días tendría una respuesta, y llegada la fecha, una grabación informó que su aclaración había sido solucionada en su contra.

Por teléfono se le dijo (¿por qué no el primer día de la reclamación?) que enviara una carta con varios datos y copias fotostáticas, todo en pdf, pues el centro de investigación había cometido un error. Al día siguiente le informaron que la carta no estaba firmada. La firmó y renvió, y 10 días después sigue sin recuperar el dinero que una disfuncional máquina de Santander descontó tranquilamente; mientras, la burocracia de Banorte dice que sigue investigando. Un atraco legal, ahora súmense estas retenciones diarias de cada banco.