Cultura
Ver día anteriorViernes 25 de noviembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 

Participó en la presentación de la primera novela de Adela Salinas

Qué pasaría si tatuáramos nuestras tristezas, pregunta Poniatowska

Seríamos nuevos retratos de Dorian Gray; quizás ese sea un tratamiento más eficaz que el sicoanálisis, afirma la colaboradora de La Jornada

Foto
Elena Poniatowska y Adela Salinas en la presentación de la novela Piel viva, publicada por Ediciones BFoto Gabriela Pérez
 
Periódico La Jornada
Viernes 25 de noviembre de 2016, p. 7

Leer Piel viva, primera novela de la periodista Adela Salinas, fue muchísimo más duro de lo que pensaba, dijo la escritora Elena Poniatowska en la presentación de esa obra la noche del miércoles en una librería del sur de la Ciudad de México. Me sacudió y me obligó a reflexionar sobre el sufrimiento y la agresión, compartió la colaboradora de La Jornada.

Para la ganadora del Premio Cervantes 2013, “Adela Salinas expone el dolor de su protagonista y lo graba en su piel hasta el horror y la repulsión. Nos mete, querámoslo o no, al mundo del tatuaje que refleja también la devastación que provoca el narcotráfico y la muerte.

“¿Qué pasaría si todos tatuáramos nuestros traumas, tristezas, deseos, culpas y frustraciones creyendo liberarnos? Seríamos nuevos retratos de Dorian Gray. Quizá el tatuaje es un tratamiento más eficaz que el sicoanálisis.”

¿Decisión de vida o vergüenza?

Según Adela Salinas, tatuarse es una decisión de vida y lo hace creer a sus lectores. Sin embargo, para Poniatowska ver en Polonia, en 1966, brazos con números de campos de concentración fue más que una tragedia, una inmensa vergüenza. Con el paso de los años esa vergüenza se ha acendrado, va al tren lleno de hombres, mujeres y niños que pintó el grabador Leopoldo Méndez, va a los campos de exterminio.

Para Salinas Piel viva (Ediciones B) es un mapa de la conciencia desde que Alma Torres se forma en un convento de monjas; es violada por una religiosa, hasta que encuentra el amor de Omar Pulso, su tatuador, una forma de vida en la que se construye una nueva identidad.

En contraste, Poniatowska creía que el tatuaje estaba ligado a la cárcel, al campo de concentración, al cuartel, a la caballada. “Marcarse con hierro caliente era transformarse en vaca, toro de lidia, en animal, en algo diabólico que tenía que ver con el infierno y la humillación. Por eso el libro de Adela me atemorizó. Cómo una niña pequeña, sonriente, de cara redonda y tan dulce podía escribir una novela sobre los que revientan su piel.

“Tatuar –añadió Poniatowska– es sacar sangre, perforar, violar. Un tatuaje es un atentado, así lo veía yo y así lo sigo viendo a pesar de la novela de Adela.”

Salinas agradeció a Poniatowska su mirada punzocortante y filosa. Autora de otros cuatro libros, dijo que la diferencia de escribir una novela es que se adquiere una responsabilidad más profunda por lo que se dice, porque al final de cuentas es una creación que viene de adentro. Claro, el compromiso es muy fuerte, porque ahora sí el autor empieza a estar al desnudo mediante lo que escribe.

Dijo que se “confrontaba con muchos prejuicios. El personaje era un espejo muy relevante. Alma Torres era como un fantasmita; cada vez que deseaba suprimir un párrafo porque me daba pena me decía: ‘ah, te da pena, pues, ponlo’.”