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Stavenhagen, pueblos indígenas y democracia
E

l reciente fallecimiento del doctor Rodolfo Stavenhagen nos recuerda la necesidad de superar las teorías de modernización importadas que sólo han funcionado para crear la ilusión acerca de las sociedades duales en América Latina, donde el llamado progreso, entendido como el desarrollo capitalista, no ha llegado a las comunidades rurales supuestamente limitadas por sus tradiciones y costumbres. A contrapelo de estas teorías, Stavenhagen señaló hace 50 años que el verdadero problema es el despojo de estas comunidades perpetrado por un sistema económico, político y cultural que concentra la riqueza en los centros urbanos, símbolo del progreso.

En su ensayo Siete tesis equivocadas sobre América Latina (1965), Stavenhagen enfatizó la necesidad de entender la relación entre las llamadas sociedad moderna y sociedad arcaica como una estructura basada en la desigualdad o el colonialismo interno. Es decir, fue el mismo proceso de desarrollo que produjo la marginación y, a largo plazo, este problema sólo se podría enfrentar con la movilización social y política del campesinado colonizado, con el apoyo de sectores urbanos progresistas. Asimismo, Stavenhagen rechazó la tesis de que el mestizaje fuera el elemento central para lograr la integración nacional, viendo en ello otra forma de subestimar o negar la presencia de la diversidad cultural en los países latinoamericanos, señalando: Hacer de este mestizaje la condición necesaria para la integración nacional es condenar a los indios de América, que aún suman varias decenas de millones, a una lenta agonía cultural.

En México las tesis que cuestionaron Stavenhagen y muchos otros científicos sociales no se limitan a argumentos académicos. También estas tesis se han expresado en las políticas de desarrollo que han sido resistidas por gran cantidad de comunidades rurales. Durante los ochenta y principios de los noventa, los pueblos indígenas de Chiapas llevaron a cabo varias marchas a la Ciudad de México para exigir el cese a la represión y el reconocimiento de sus derechos agrarios. Estas movilizaciones no fueron producto de un solo día, sino que fueron la consecuencia de varios años de lucha organizada contra los caciques, acaparadores y funcionarios corruptos en los tres niveles de gobierno. Sin embargo, sólo fue con la rebelión zapatista en 1994 que el país y el mundo voltearon la mirada hacia las condiciones de miseria y abandono en que vivían las comunidades indígenas. En torno al zapatismo se forjaron nuevas redes nacionales e internacionales, llegando a nuestros días con la nueva propuesta del CNI y del EZLN de crear un consejo indígena de gobierno y de promover a una mujer indígena como candidata independiente en la elección presidencial de 2018.

Dicha propuesta está dirigida no sólo a los pueblos originarios, sino también a la sociedad civil. No se trata de una iniciativa que expresa las demandas y aspiraciones indígenas como problema separado, sino como algo central para la nación y el mundo. En el comunicado Preguntas sin respuestas, respuestas sin preguntas, concejos y consejos, del 20 de octubre pasado, el subcomandante Galeano preguntó: Y loas otroas ¿tendrán que esperar a que la clase política vuelva su encumbrada mirada a uno de los abajos más vilipendiados? ¿Deben resignarse a ser asesinadoas hasta llegar al número que merezca atención? (enlacezapatista.ezln.org.mx)

Las últimas dos décadas del siglo XX vieron un auge de los movimientos indígenas en América Latina, algunos de los cuales lograron reformas constitucionales que, en algunos países más que otros, otorgan mayor reconocimiento a los derechos colectivos y la autonomía. Sin embargo, al iniciarse el nuevo siglo, Stavenhagen expresó sus dudas sobre la voluntad política de los gobiernos para implementar lo que estaba en el papel. En México, la contrarreforma indígena aprobada por el Congreso nacional en 2001 es ejemplo claro de dicha falta de voluntad política, porque desechó lo esencial de los acuerdos de San Andrés firmados cinco años antes entre el EZLN y el gobierno federal. En cambio, se han privilegiado los megaproyectos y concesiones mineras que afectan a la nación en su conjunto, aunque son los pueblos indígenas los que viven, y resisten, sus embates de una manera más directa y, por ello, piden la atención de la sociedad civil.

En mayo pasado la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA, por sus siglas en inglés) otorgó a Stavenhagen el Premio Kalman Silvert en reconocimiento de sus aportaciones a la investigación social en Amé­rica Latina. En una entrevista publicada en la revista Proceso con motivo de este acto, Stavenhagen dejó claro que no basta con que haya elecciones para lograr los cambios que necesita América Latina, sino que hace falta una visión de país y estrategias de cambio social, político y económico (Judith Amador Tello, Stavenhagen y su utopía para México, Proceso, 24/5/16). Es más necesario que nunca construir una visión incluyente y democrática a la que el profesor Stavenhagen contribuyó durante toda su vida.

*Profesor-investigador, Universidad Estatal de Nuevo México.