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Quisieron asesinarme, pero seguí escribiendo, afirma la escritora y activista

Taslima Nasrin ve con preocupación la espiral de violencia en su país natal

Bangladesh nació como Estado laico y ahora es fundamentalista, opina la autora de Vergüenza

 
Periódico La Jornada
Martes 15 de noviembre de 2016, p. 6

Nueva Delhi.

Exiliada desde hace un cuarto de siglo de su Bangladesh natal, la escritora Taslima Nasrin ve una resonancia de su tumultuoso destino en la serie de asesinatos y atentados yihadistas que azota su país.

La novelista, poeta y ensayista de 54 años, blanco de varias fatwas (condenas a muerte) por sus escritos sobre religión y autora de libros prohibidos en su país, lamenta la situación de su tierra natal.

Bangladesh nació como un Estado laico, pero ahora es una especie de Estado fundamentalista. Condenada a huir en 1994, tras la publicación de su novela Lajja (Vergüenza, en bengalí) sobre pogromos antihindúes en Bangladesh, la prolífica escritora se instaló en India, en 2011, después de estar en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, aún vive con la angustia de tener que dejarlo todo otra vez.

Nasrin ocupa un piso en Nueva Delhi, vigilado por policías armados. La humedad mancha las paredes cubiertas de retratos suyos y prestigiosos premios que ha recibido.

Las vitrinas de libros en bengalí están adornadas con pegatinas con mensajes feministas y ateos. En la mesita hay un libro de caricaturas del semanario satírico francés Charlie Hebdo.

Ola de asesinatos

Taslima Nasrin sigue con preocupación la espiral de violencia en Bangladesh, país que describe como nación medieval e intolerante de sectarios, extremistas y fanáticos en la introducción de Exile, el último tomo de su autobiografía recién traducida al inglés (ediciones Penguin).

Desde 2013, una decena de blogueros y editores fallecieron bajo los machetazos de yihadistas. Esas víctimas escribían exactamente lo que yo escribía, dice la escritora de rostro redondo, cuya frente muestra el bindi, el punto rojo distintivo de las mujeres de Bengala.

Los asesinos son tan jóvenes, señala, que la mayoría ni siquiera habían nacido en la época de Lajja, cuando decenas de miles de personas se manifestaron para reclamar que Nasrin fuera ahorcada.

Foto
Taslima Nasrin, el primero de noviembre, en su casa de Nueva DelhiFoto Afp

Esos fundamentalistas que mataron a los blogueros no salen de la nada. Sus ancestros, sus padres, sus abuelos ya querían matarme, declara la autora de 43 libros. Echando la vista atrás, Nasrin ve en el actual deterioro de la seguridad, que alcanzó su paroxismo con el atentado contra un café de Dacca en julio, la continuación lógica de las circunstancias que la llevaron al exilio. En los años 80 del siglo pasado, recuerda, escribía sobre los fundamentalistas islámicos. Decía que no deberían prosperar sin oposición, que destruirían nuestra sociedad. Y es exactamente lo que ocurre hoy.

Me da igual

El exilio no es un lecho de rosas. En su obra más reciente, Taslima Nasrin relata los disturbios que la obligaron a abandonar India en su primera estancia. Hacía tres años que vivía en Calcuta cuando, a mediados de 2007, estallaron manifestaciones para pedir su expulsión del país. Para protegerla, se le prohibió salir de su casa. Hasta que el gobierno del estado de Bengala la metió en un avión, y la novelista emprendió un periplo kafkiano entre Jaipur y Delhi, ya que las autoridades no sabían qué hacer con ella. El Estado acabó instalándola en una casa muy vigilada, un lugar de silencio comatoso y ventanas enrejadas, donde permaneció varios meses antes de viajar a Suecia. La escritora, alabada en Occidente como símbolo de la lucha contra el oscurantismo, suscita elogios y vituperios en el subcontinente indio.

No creo que sea un símbolo, opina. Sólo soy una escritora como las demás y escribí sobre aquello en lo que creía. Así que algunas personas quisieron asesinarme, pero me da igual. Seguí escribiendo.