Café society
a 61 edición de la Muestra Internacional de Cine se inicia hoy en la Ci- neteca Nacional no de la manera en que solía hacerlo en los recientes años (con la proyección de una película clásica en copia restaurada), sino de la forma clásica en que lo hizo en otras ocasiones: con el estreno, casi obligado, del filme más reciente del director con presencia más continua en este evento, el estadunidense Woody Allen. Por esta razón, y por la forma y contenido de Café society, el arranque no ofrece mayor sorpresa, apenas una sensación de algo ya visto, sólo que esa pequeña incomodidad pasajera muy pronto se vuelve una experiencia muy agradable. Woody Allen cuenta aquí la misma vieja anécdota sentimental ambientada en Hollywood y en Manhattan (luego del accidentado periplo europeo de algunos títulos anteriores), con un alter ego suyo, el joven Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), desplazándose en los años 30 a la meca del cine para probar fortuna al lado de su tío Phil Stern (Steve Carell), exitoso agente de estrellas con quien primero comparte migajas de gloria, luego los favores de Vonnie (Kristen Stewart), secretaria de Phil, para después trepar, paulatina e irresistiblemente, en la escala de la frivolidad hollywoodense y poner en peligro sus primeras ilusiones afectivas.
El tono agridulce de esta reiterativa historia de amores contrariados (La vida es una comedia narrada por un director sádico
, precisa el guión) cobra intensidad dramática gracias el estupendo despliegue de virtudes escénicas y actorales que a sus 80 años aún es capaz de reunir el realizador de Manhattan y Días de radio. Un diseño artístico recrea de modo notable las atmósferas del Hollywood de los años dorados, con una fotografía de Vittorio Storaro realmente impecable. Sobresale la calidad de las actuaciones, entre ellas, la revelación de Kristen Stewart y la chispa de Jennie Berlin, quien interpreta a la desenfada madre judía de Bobby y de su hermano, el gángster Ben (Corey Stoll), quien al lamentarse por la tardía conversión religiosa de su hijo Ben exclama: Primero es un criminal, luego se vuelve cristiano: me pregunto qué es peor
. Woody Allen brilla en esos momentos, luego baja el tono, sin naufragar en la complacencia. En su nueva cinta explota sin recato los arquetipos y clichés de su larga trayectoria artística, pero consigue reanimarlos con una ironía siempre fina y más melancólica que nostálgica. Pareciera como si, de frente al cinismo moral que advierte a su alrededor, el cineasta apostara por una misma historia romántica, parecida a tantas otras, y en riesgo de perderse lamentablemente sin su ya clásico ingenio narrativo.
Café society se exhibe hoy en la sala 1 de la Cineteca Nacional. Funciones: 12 y 18:15 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1