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Películas de Túnez, EAU y Qatar ya son comunes en festivales, como el actual de Londres

Tras la primavera árabe, el cine de la región es más valiente y político

La capacidad de hallar financiamiento fuera del gobierno es otro de los factores que han contribuido a ese cambio, explica curadora del encuentro

Notoria cantidad de realizadoras

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Los festivales fílmicos buscan atraer a la cinematografía árabe. La imagen, de regreso a la granja durante la puesta de sol, en Al Lisaili, a unos 50 kilómetros al suroeste de DubaiFoto Ap
The Independent
Periódico La Jornada
Lunes 10 de octubre de 2016, p. a12

La zona de mayor expansión en el cine parecen ser los festivales fílmicos que buscan atraer a la cinematografía árabe. Hace unas década, el cine árabe era el pigmeo del mundo. Fuera de Egipto, apenas se hacían películas, y las de ese país se dirigían al enorme mercado local. Ahora, filmes de Túnez, Emiratos Árabes Unidos y Qatar son comunes en los principales encuentros. Y como los distribuidores titubean en presentar cintas en idiomas extranjeros, se ha producido una explosión de festivales que a menudo son la única oportunidad de que el público conozca algunas de las mejores películas de nuestros tiempos.

La semana pasada comenzó en Londres el tercer festival de cine Safar, y está en el horizonte el de Cine Árabe Aan Korb, de la BBC. En todo el planeta, entre los principales festivales se cuentan el Festival de Cine Árabe que se realiza en Estados Unidos en octubre, y en abril, el Festival Now de Medio Oriente. Hace poco tiempo, la sección Quincena de los Directores del Festival de Cannes abrió con Clash: el primer paso de toda guerra civil es deshumanizar a la gente, de Mohammad Diab.

Situada en los días posteriores al derrocamiento del presidente egipcio Mohamed Morsi, en junio de 2013, esta cinta participa en competencia en el festival londinense de este mes. En el filme se observan manifestantes de todas las tendencias políticas, arrestados y arrojados a una camioneta de la policía, donde transcurre la mayor parte de la acción. Explora las implicaciones sociales y políticas del derrocamiento para la población.

Deshumanizar en lugar de humanizar

El primer paso de toda guerra civil es deshumanizar a la gente, expresa el director Diab. El primer paso de la solución es humanizarla. Eso es lo que la película intenta hacer.

Y en tiempos en que el fundamentalismo islámico, la crisis de refugiados sirios y los efectos de las guerras en Medio Oriente dominan constantemente las noticias, el público se vuelve al cine para conocer más y escuchar una versión alternativa de los sucesos.

Los que se aventuren a ver estos nuevos filmes árabes encontrarán historias muy lejanas de los melodramas sociales y políticos que los estados árabes solían apoyar: películas diseñadas para transmitir un mensaje social positivo. Ahora son mucho más radicales. “Creo que desde la primavera árabe y tal vez desde un año o dos antes de eso ha habido un cambio”, comenta Rasha Salti, curadora del festival Safar. Las películas se han vuelto más políticas y valientes.

Acerca de este cambio, Salti comenta: “Es resultado de la primavera árabe y también de que ya no existe la carga cotidiana de hacer filmes con mensaje didáctico. Si uno presencia acoso sexual en El Cairo, todo el mundo puede filmarlo y ponerlo en las redes sociales de inmediato, y eso se ha vuelto un medio de mostrarlo. Los cineastas sienten que tienen que hacer una película sobre eso, pues es el único lugar donde esa voz se puede oír”. A esto contribuye también la capacidad de encontrar financiamiento fuera del gobierno. “Hay menos apoyo estatal para el cine, gracias a Dios –dice Salti–, porque ese apoyo tiene su precio.”

Otra razón para esta invasión de festivales fílmicos es que las cintas árabes no reciben distribución regular. El mercado de las películas extranjeras se ha derrumbado en todo el mundo. Este mes en el Reino Unido, Julieta, de Pedro Almodóvar, se convirtió en el primer filme subtitulado que rebasó la marca de un millón de libras de recaudación en taquilla desde The Raid, en 2014. Como las distribuidoras no quieren correr riesgos, las cintas del mundo árabe, así como las de África y el sur de Europa, han quedado cada vez más marginadas. El único lugar para verlas en pantalla grande es en los festivales.

Organizar festivales fílmicos es caro, y también requieren un mínimo de libertad. Los que vean las películas en Safar se sorprenderán de la variedad de géneros y la calidad. As I Open My Eyes, de Leila Bouzid, es un filme acerca de una cantante tunecina de rock que intenta hallar sentido a su vida en el verano anterior a la primavera árabe. Es una cinta con energía, vitalidad y música estupenda que ganó recientemente el premio a mejor película en el Festival Fílmico del East End.

This Little Father Obsession, de Sélim Mourad, es una película híbrida que mezcla realidad con ficción, reminiscente del realismo italiano. Salti comenta con entusiasmo sobre Let them Come, la cual se refiere a los años de terrorismo en Argelia, a principios de la década de 1990. En el Festival Fílmico de Londres se tendrá el estreno mundial del thriller distópico de ciencia ficción The Worthy, del cineasta Alí Mostafá, de Emiratos Árabes Unidos. También será el estreno en Gran Bretaña de la estridente comedia saudita Barakah Meets Barakah, estelarizada por el actor Hisham Fageeh, que ha causado sensación en Internet.

Algo notable también del cine árabe es el número de mujeres cineastas. En el próximo Festival Fílmico Árabe de Estados Unidos, 40 por ciento de las 59 películas que se presentarán son de realizadoras. Hay cintas de Mai Masri, Heidi Saman y Nadine Salib.

En cuanto al horizonte, la cineasta árabe británica Zeina Durra, que ha despertado gran entusiasmo, trabaja en su segunda película. Una de las cintas más esperadas de 2017 es Marjoun and the Headscarf, de la fenomenal Susan Youssef.

El panorama no carece de nubes oscuras. Salti señala que a medida que el mundo se ha abierto al cine árabe, el mundo árabe ha comenzado a mostrarse escéptico ante la ola más reciente de películas, en especial las que ofrecen una visión crítica de las dictaduras árabes, o muestran sexo y prostitutas, como Much Loved, de Marruecos.

En el mundo árabe hay menos festivales fílmicos que hace 10 años, reconoce Salti. “Esto es en parte porque los festivales son caros, pero también porque requieren un mínimo de libertad y en algunos países el estado de vigilancia de la expresión y la exhibición es peor que antes de la primavera árabe.”

El Festival de Cine de Londres, que se realiza desde el pasado día 5, concluirá al 16 de octubre.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya