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Número Especial octubre noviembre 2016 No 208

Miguel Ángel de Quevedo:
el porvenir de la nación


Bosque en el Desierto de los Leones

Juan Humberto Urquiza García
Correo-e: [email protected]

La encrucijada ambiental en la que se encuentra nuestro país, entendida como parte de un problema global que heredaremos a las futuras generaciones, nos obliga revalorar los trabajos e ideas del ingeniero don Miguel Ángel de Quevedo y Zubieta. Porque ante la acelerada degradación de nuestros ecosistemas, rescatar su pensamiento y obra práctica representan una oportunidad de encontrar un sentido de civilidad y ética ambiental.

El ingeniero Miguel Ángel de Quevedo es una figura incomparable en la historia de México pues, sin disparar una bala, logró lo que otros no consiguieron en costosas batallas: dejar un legado de alcance nacional para las generaciones futuras; riqueza que hoy todavía podemos disfrutar y apreciar en extensas regiones naturales del país. Es importante enfatizar esta idea utilizando una imagen más pedagógica: sin los trabajos de conservación impulsados por Miguel Ángel de Quevedo en la mesa central de nuestro territorio, es posible que ésta tuviera las mismas características ambientales que Haití, el cual enfrenta un severo proceso de desertización por la falta de cubierta forestal.

Quevedo fue un personaje destacado en la vida política de la Nación. El primero en proponer un modelo e impulsar un proyecto de conservación hidrológica forestal de las cuencas nacionales para el desarrollo agrícola, industrial y biológico, lo que permitiría a la Nación heredar un patrimonio a las futuras generaciones; un proyecto sustentado en un profundo conocimiento de nuestra historia, cultura y lo que hoy llamaríamos condiciones ambientales.

Sus ideas y trabajos fueron muy amplias, pero destaca su papel en la concepción del Artículo 27 Constitucional lo cual es inobjetable tanto en su vertiente conservacionista como en la agraria. Esto se demuestra porque sus iniciativas en materia forestal, primero en el porfiriato y posteriormente durante los gobiernos posrevolucionarios fueron las únicas que abordaron el problema de la conservación de los recursos naturales en los distintos niveles de la administración pública.

Lo anterior se materializó en la protección hidrológica forestal de casi el 33 por ciento del territorio nacional, gracias a la creación del sistema de Reservas Forestales propiedad de la Nación, en el cual se incluyen los Parques Nacionales, que alcanzó su mayor impulso durante la presidencia del general Lázaro Cárdenas. Gracias a la política conservacionista impulsada por Quevedo podemos comprender las rupturas y continuidades en las leyes y políticas sobre la gestión de recursos naturales. También, explicar la diferencia y tensión entre agrarismo agrícola y el forestal en la historia del país.

Durante su larga e incansable trayectoria como funcionario e impulsor de instituciones civiles, Quevedo fue un puente que unificó la perspectiva conservacionista y el desarrollo. El ingeniero comprendió la tensión entre el interés particular y el público que intentó conciliar promoviendo la conservación forestal de las cuencas hidrológicas para el desarrollo agrícola e industrial del país.

El modelo que propuso fue el conservacionismo hidrológico forestal de las mismas, como la única forma de garantizar a las futuras generaciones los recursos necesarios para el porvenir. Por tal motivo, podemos decir que existe en el pensamiento de Quevedo una concepción de Nación y de historia de largo aliento, un proyecto de futuro que podemos sintetizar retomando el siguiente postulado, expuesto por él en los meses previos al Constituyente de Querétaro, en el que señaló que:


Bosque de casuarinas

“Y como los recursos naturales de la Nación, los bosques sobre todo que aún nos quedan, no reducirlos a propiedad privada, son el origen también de nuestras divisiones y codicias y causa, por su mal aprovechamiento, de inmenso perjuicio para la Nación, establezcamos asimismo en nuestra nueva Constitución la reserva de todos esos bienes, en el concepto de que en lo sucesivo no se les explotará sino para el máximo provecho de la Nación.”

Así, la conservación del patrimonio natural era una responsabilidad de la sociedad en su conjunto con las futuras generaciones de mexicanos.

Entre 1900 y 1940 se puede afirmar que el conservacionismo mexicano tuvo a su representante insignia al ingeniero de Quevedo. Su proyecto tenía como objetivo heredar a las futuras generaciones un territorio que tuviera las condiciones necesarias para alcanzar un modelo exitoso de desarrollo. Intentó que la tensión entre desarrollo y conservación se resolviera de manera práctica y duradera, utilizando nuestro trabajo y no solo los recursos que la naturaleza le dio al país para ser explotados, como el petróleo y los minerales.

Quevedo aportó importantes ideas al debate conservacionista internacional, cuando participó en la Conferencia Internacional de Washington en 1909. Él diferenció entre recursos no renovables, que debían ser utilizados de la forma más racional y eficiente posible, y los renovables, los cuales se tenían que conservar mediante el trabajo humano y así garantizar el porvenir. Esto debe ser valorado como un aporte mexicano al conservacionismo internacional.

Si tuviéramos que ubicar a don Miguel Ángel de Quevedo dentro de la geometría política de la época en que vivir y actuar, podemos decir que representó una vía del desarrollo nacional de corte conservacionista, pues nunca negó y mucho menos intentó abolir la propiedad privada; sin embargo, comprendió que para lograr que dicho sistema fuera viable sus tesis normativas debían ser corregidas; es decir, limitar el uso, abuso y destrucción de los recursos naturales.

En este contexto, los trabajos que desarrolló e impulsó durante toda su vida tuvieron como meta que el Estado contara con el instrumental jurídico necesario para alcanzar dicho objetivo. De esta manera, el Artículo 27 Constitucional y la primera Ley Forestal de 1926, fueron los mecanismos legales que permitirían garantizar el bienestar de las futuras generaciones. Lo antes mencionado permite afirmar que si el liberalismo dio al ser humano las garantías individuales, el conservacionismo fue el pacto social que garantizó la responsabilidad y el compromiso que la Nación tendría para entregar a las futuras generaciones trabajo y riqueza natural.

Estudiar al ingeniero Quevedo y el contexto histórico en el cual está inserto, nos permite salir de la dinámica que enfatiza la importancia de los caudillos y los gobernantes. Transportar la figura de Quevedo al presente nos puede ayudar a comprender que las transformaciones ambientales provocadas por el ser humano que habían alterado el equilibrio-dinámico de los sistemas naturales, llevó a su generación a emprender uno de los mayores retos y esfuerzos que nuestra sociedad ha realizado: la conservación hidrológica forestal de las cuencas nacionales.

Un aspecto de la vida nacional que siempre preocupó a Miguel Ángel de Quevedo fue el problema agrario y el avance de la frontera agrícola hacia los terrenos propiamente forestales. El ingeniero propuso una distinción fundamental para poder encontrar una solución, introduciendo al debate una doble perspectiva del problema: la agrícola y la forestal, donde la primera dependía de la segunda porque la pérdida del coeficiente forestal derivaba en la erosión de los suelos y la falta de agua para mantener los cultivos.

En este sentido, para Quevedo la base de cualquier modelo agrícola exitoso a largo plazo era la conservación de la cubierta forestal de las cuencas hidrológicas, lo que garantizaría su viabilidad y la posibilidad de heredar a las futuras generaciones trabajo y riqueza natural, contemplando la responsabilidad de conservar la naturaleza y multiplicarla.

Podemos decir que el conservacionismo mexicano se fundamentó en tres ejes. El primero, impedir la erosión y desertificación de los suelos del territorio, las modificaciones a la climatología y al ciclo hidrológico; el segundo, mantener el potencial hidráulico para la generación de la energía que requería la industria nacional y el suministro de madera para atender las necesidades domésticas, mientras. El tercero, garantizaría el sustento y bienestar de las futuras generaciones. Por todo esto fue que luchó el ejemplar mexicano que fue don Miguel Ángel de Quevedo.

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