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Poza Rica: violencia proteica

L

a violencia en Veracruz ahora se cebó en dos sacerdotes de Poza Rica que, tras ser secuestrados, aparecieron asesinados un día después.

Naturalmente, el hecho indignó a la comunidad profesante y a la misma jerarquía católica, que sumó a sus reclamos para dar marcha atrás a la legalización de uniones entre parejas del mismo sexo –con sus obispos encabezando marchas callejeras– la de mayor seguridad en aquella región del estado.

Pero no es la primera ocasión en que miembros de la Iglesia católica son víctimas de la violencia en el gobierno de Javier Duarte.

El 29 de noviembre de 2013 cinco personas entraron a la casa parroquial de la iglesia San Cristóbal, en el municipio de Ixhuatlán de Madero, donde se encontraba el párroco, Hipólito Villalobos Lima, quien al negarse a entregar sus pertenencias fue atacado a golpes y herido con arma blanca. Al acudir en su auxilio, el sacerdote Nicolás de la Cruz Martínez fue golpeado con una piedra y acuchillado; ambos perecieron.

Casualmente, el asesinato de los curas Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Suárez de la Cruz fue perpetrado un día después de que el Ejército Mexicano, junto con la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz, instaló seis bases de operaciones móviles para enfrentar la delincuencia, que ha alcanzado niveles insostenibles.

Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública, Poza Rica se ubica en el lugar 13 entre los 20 municipios veracruzanos con más homicidios a mano armada. En dicha lista figuran también Coatzacoalcos, Orizaba y Xalapa.

El hampa aparece invariablemente en todas las constelaciones sociales veracruzanas. La violencia y los asesinatos dejaron de ser conceptos abstractos, oscilantes, con apariciones relativamente esporádicas, que en ocasiones daban la impresión de que habían desaparecido o de que las cosas no podrían empeorar.

Por el contrario, hace tiempo que se vive una violencia material que dejó de ser anónima y se convirtió en sistémica, en parte indeseable de la misma sociedad.

El homicidio de los sacerdotes, cualesquiera hayan sido sus causas, tiene en sí mismo un valor simbólico para la población católica del estado, y es un hecho que agudiza el ambiente de descomposición del gobierno duartista.