Opinión
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Deuda: ¿problema resuelto?

Débito devora el presupuesto

Dólar imparable: 20.13 x uno

O

rondo, allá por febrero de 1990 Carlos Salinas de Gortari, entonces inquilino de Los Pinos, festejaba a lo grande, porque el problema de la deuda quedó resuelto. En aquel entonces, el saldo de la deuda neta del sector público rondaba los 200 mil millones de pesos; 26 años después, el monto roza los 9 billones y asfixia a las finanzas públicas. Asunto resuelto, pues.

Días atrás el flamante secretario de Hacienda de Peña Nieto (también lo fue de Calderón), José Antonio Meade, entregó el paquete económico 2017 al Legislativo, y dijo que en él no se va a encontrar ninguna variable desalineada. Sin sorpresas, porque de muchos años atrás México arrastra el creciente peso de la deuda resuelta, y el presupuesto se recorta en lo fundamental para poder pagar el cada día mayor servicio de la deuda.

Como bien advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (Idic: Presupuesto 2017, un nuevo ajuste rumbo a la desaceleración económica) no se podría entender el rezago en competitividad y productividad de México sin recordar el sacrificio de la inversión pública de los años ochenta. A partir de entonces, “la gestión del gobierno federal se ha visto marcada por una espada de Damocles que ha tomado la forma de los compromisos financieros generados por la deuda pública y los pasivos contingentes… El endeudamiento de la década de los años setenta provocó el desmantelamiento del sistema productivo nacional y dejó un legado de precariedad que no se ha logrado superar”, y el mayor problema estructural que enfrenta México es el bajo crecimiento económico.

Para 2017 el panorama es el mismo: el gobierno mexicano ha dado un paso atrás en el objetivo de crecimiento económico sustentado en las reformas estructurales. Tácitamente se ha reconocido que el crecimiento de 5 por ciento esperado cuando se elaboraron tanto el Plan Nacional de Desarrollo como el Programa de Financiamiento del Desarrollo de la actual administración, no verá la luz; el presupuesto está prospectado con un incremento del PIB de 2.5 por ciento.

El Idic detalla que el difícil proceso de renegociación del débito externo ocupó gran parte de los esfuerzos durante los gobiernos de Miguel de la Madrid y de Carlos Salinas de Gortari. Otra parte de los mismos se orientó a la modificación de la estructura del gasto público. La eliminación de los programas más ambiciosos de apoyo social, como el que giraba en torno a Conasupo y de inversión pública, estuvieron en el centro de la transformación de la administración pública de aquellos años.

Y como siempre, el costo económico y social del desequilibrio recayó en la población. La devaluación de la moneda, la inflación, la reducción del gasto social y de la inversión pública, así como el programa de estabilización que privilegió el control de los salarios, terminaron por recargar la mayor parte de la afectación en las familias y empresas nacionales. Sobre ese esquema se abrió la economía a mercados externos, sólo las empresas nacionales más grandes y algunas medianas pudieron entrar exitosamente a la globalización, el resto se refugió en un mercado interno que gradualmente se ha precarizado.

Pero lejos de resolver el problema, lo potenciaron. México no pudo recuperarse y con ello perdió su camino rumbo al desarrollo, y “la participación negativa de la deuda no culminó ahí, pues el débito público improductivo aún tendría un papel protagónico en otros capítulos de la historia contemporánea de México. La crisis de 1995 sería el siguiente. El desequilibrio de ese año fue producto de una estrategia de finanzas públicas inadecuada, y mientras la inversión pública caía el consumo público permaneció blindado, se permitió vivir a la parte improductiva del presupuesto.

Para 1995, recuerda el Idic, la deuda externa e interna de México sumaba 97 mil millones de dólares, y era evidente que no había capacidad de pago. Veintiún años después, el saldo roza los 500 mil millones de dólares, la citada proporción creció a 50.5 por ciento y la citada evidencia se mantiene. Ajuste tras ajuste (léase recorte tras recorte) para cumplir con el voluminoso servicio del débito, a costillas del desarrollo nacional.

Al comenzar el sexenio foxista la deuda pública reconocida era de 22.6 por ciento del PIB, pero cuando se agregaban las pensiones y los pasivos contingentes la cifra llegaba a 120 por ciento. La consecuencia directa era una insolvencia fiscal manifiesta; no obstante, se siguió privilegiando limitar la inversión y fomentar el gasto corriente, advierte el Idic. La transición política del año 2000 no incidió en una nueva orientación de la política económica aplicada en México, y para 2006 el débito total ya superaba los 206 mil millones de dólares.

Durante la docena trágica panista la deuda aumentó, con todo y la alerta que se presentó al comienzo del gobierno de Vicente Fox sobre la inviabilidad de la política fiscal, subraya el citado instituto. Se incrementó a pesar de que se había contado con ingresos excedentes, tanto de la parte petrolera como de la tributaria (alrededor de 900 mil millones de pesos adicionales por la primera y cerca de 1.2 billones por la segunda).

De nada sirvió: a partir de 2013 la estrategia gubernamental fue incrementar el gasto público y la deuda. Para 2015 que el débito subió a 44.7 por ciento del PIB y creció a 50.5 por ciento en 2016, y como es tradición el mayor endeudamiento no tuvo un destino productivo; como resultado se tiene que los compromisos financieros del gobierno superan su capacidad de pago.

La estrategia peñanietista es similar a la de otras administraciones, detalla el Idic: se ajusta el presupuesto sólo para direccionarlo al pago del costo financiero de la deuda y los pasivos contingentes. Así, el resultado no será el de un mayor crecimiento económico, ni la solución del problema de la deuda. El desequilibrio tiene tal dimensión que el paquete económico solamente entregó el primer capítulo del ajuste que se aplicará a una economía que no tiene la vitalidad para crecer más de 2 por ciento en 2017.

Entonces, queda claro que el de la deuda es un problema resuelto que hoy supera los 500 mil millones de dólares, y contando.

Las rebanadas del pastel

Mientras la volatilidad pasajera es insaciable (ayer, dólar a 20.13 nano pesitos), los mexicanos tiemblan: ¿cuánto les costará que Peña Nieto sea el estadista del (d) año? Ello, porque el galardón de Videgaray –ministro del (d) año– les salió carísimo… Y el chiste va por cortesía de Hacienda: el precio del dólar no refleja el estado de la economía.

Twitter: @cafe-vega