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La contienda terminará en dos meses; nunca los candidatos habían sido tan reprobados

Trump y Clinton, en la elección más larga, costosa y peligrosa en EU

Encuestas dan la ventaja a la demócrata, pero el republicano gana terreno día tras día

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Los aspirantes a la presidencia de Estados Unidos continúan en campaña. La demócrata fue captada en el aeropuerto del condado de Westchester, en White Plains, Nueva York, para dirigirse a Cleveland el lunes pasado, mientras su contendiente republicano, Donald Trump, visitó ayer la misma ciudad y habló ante simpatizantes en la Academia de Ciencias y ArtesFoto Ap y Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 9 de septiembre de 2016, p. 30

Nueva York.

La elección más larga, costosa y peligrosa en la historia moderna de Estados Unidos está a dos meses de culminar, y su resultado será definido por la pugna entre los dos candidatos más despreciados jamás, un mapa electoral y cambios demográficos que favorecen a los demócratas y una ola antimigrante, racista y antineoliberal encabezada por un multimillonario insurgente que pone en riesgo al sistema político del país.

La elección por ahora está caracterizada por los candidatos presidenciales de los dos partidos nacionales en una competencia entre quién es el menos reprobado; nunca antes ambos candidatos habían sido percibidos negativamente por la mayoría del electorado.

En la encuesta masiva más reciente del Washington Post se registró un alto índice de pesimismo en torno a la contienda entre ambos candidatos; 55 por ciento de los votantes dicen que una presidencia de Hillary Clinton amenazaría el bienestar de la nación, y 61 por ciento opinan lo mismo de una presidencia de Donald Trump.

Por ahora, el consenso es que la demócrata es la favorita, con una campaña más organizada y mejor financiada que goza de ventajas por los cambios demográficos, pero sigue sorprendiendo que no logre imponerse entre el electorado cuando tiene enfrente un rival tan repudiado. Los votantes ven una candidata con mucha experiencia y conocimiento, pero sencillamente no confían en ella o no les cae bien. Más aún, en una coyuntura en la que se ha exhibido el hartazgo generalizado contra las cúpulas, ella es la que representa en todos los sentidos la élite política y económica del país.

Donald Trump, el candidato republicano, ha llegado hasta la antesala de la Casa Blanca justo al presentarse como un insurgente, un no político que dice lo que piensa, y alguien que se atreve a desafiar las reglas del juego. Sin embargo, se esté o no de acuerdo con sus posiciones, hay dudas sobre su competencia como jefe de Estado, y algunos están alarmados por su temperamento y su falta de conocimientos. Más aún, ha ofendido a bases latinas y mujeres que son consideradas claves por los estrategas republicanos (por ahora está por debajo de los niveles de su antecesor Mitt Romney, quien sólo captó 27 por ciento del voto latino, algo que fue considerado clave en su derrota). Pero el disgusto con Clinton lo sigue ayudando aun entre bases republicanas e independientes que no están convencidos por él.

Todo esto se registra en sondeos en los que ambos son percibidos negativamente por la mayoría. Por ahora la ventaja de Clinton es que Trump está un poco más reprobado que ella. Charlie Cook, veterano analista electoral estadunidense, cuenta que esta situación le recuerda un cuento sobre dos tipos perseguidos por un oso: no es tan importante que corras más rápido que el oso, siempre y cuando corras más rápido que el otro tipo.

Aunque los expertos, analistas y principales modelos de pronóstico electoral señalan que Clinton tiene la ventaja (hoy, el modelo The Upshot del New York Times la tiene con 81 por ciento de probabilidad de ganar; Fivethirtyeight la tiene con 70 por ciento), las encuestas nacionales y estatales registran que esa ventaja disminuye cada vez más.

En algunos sondeos nacionales, como el de esta semana de CNN, están empatados; Clinton tiene ventaja de apenas 3 puntos (de un promedio de aproximadamente 8 puntos hace un mes). Más alarmante todavía es que las encuestas estatales en las entidades claves están registrando más o menos lo mismo. Hoy, nuevos sondeos estatales en dos estados potencialmente críticos –Florida y Ohio– muestran que Trump ha logrado empatar con Clinton.

Sin embargo, el consenso entre los expertos es que aunque la elección no está decidida, Clinton tiene todo para ganar, ya que Trump enfrenta un déficit difícil de superar en el mapa electoral del peculiar sistema electoral estadunidense, donde no hay voto directo y el voto popular no necesariamente define el resultado, pues este se determina por unos cuantos estados claves (ver).

Pero nadie se atreve a descartar un triunfo de Trump, sobre todo si pasa algo dramático que cambie las tendencias. Algunos especulan que esto puede ser desde un atentando terrorista hasta un escándalo político (se mencionan mas correos electrónicos, o algo relacionado con la Fundacion Clinton), o tal vez algo que suceda en los tres debates presidenciales programados (el primero, que promete ser uno de los actos más vistos por el electorado, será transmitido en vivo el 26 de septiembre).

Todos los días la batalla se vuelve más rara y a veces alarmante. Trump se ha destacado –y le ha funcionado, ante la ira de la cúpula de su propio partido– por atacar puntos casi sagrados del reino político –tanto personas como instituciones– a lo largo de su campaña, desde cuestionar el heroísmo del senador John McCain, cuando fue prisionero de guerra en Vietnam, a atacar a la familia Bush, hasta atreverse a oponerse a las guerras de intervención y los acuerdos de libre comercio, entre otros. Esta semana criticó directamente al Pentágono, al afirmar que los generales y almirantes a cargo de las fuerzas armadas han sido reducidos a escombros. Algunos advierten que tal pronunciamiento, si llega a la presidencia, podría detonar una crisis en relaciones político-militares en este país.

Por su parte, Clinton sigue presentándose como la única adulta en esta campaña, señalando que su contrincante pondría en riesgo la seguridad nacional, la economía mundial y al planeta mismo si llega a la Casa Blanca. Este jueves atacó a Trump al señalar que insinuó que Vladimir Putin era mejor presidente que Barack Obama. Pero al hacerlo, comprueba que es la defensora del estatu quo.

El nivel de estos intercambios sólo alimenta el pesimismo entre el electorado de que esta elección mejorará al país. Con ello, arranca la recta final que llevará a que uno de estos dos sea –como suele decirse– la persona más poderosa del planeta.

Para mayor información sobre la campaña presidencial en Estados Unidos.