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Es una especie de integración no política, explica Mercedes Monmany en entrevista

Escritora compila autores y sus contextos en el libro Por las fronteras de Europa

Incluye narradores que son fáciles de ser olvidados, por no tener una obra extensa

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Monmany reconoce que publicar este libro fue un acto de valentía en tiempos de Internet, donde ya está todo y nada, diceFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de septiembre de 2016, p. 9

Una mezcla de autores, de regiones, de países. Una especie de integración no política, expresa la ensayista Mercedes Monmany (Barcelona), autora de Por las fronteras de Europa: un viaje por la narrativa de los siglos XX y XXI, que publica Galaxia Gutenberg.

Son casi mil 500 páginas en las que la crítica literaria presenta a 320 autores cuyas obras son significativas en el devenir del continente europeo. No se trata de fichas, donde se escribe el nombre, lugar y año de nacimiento y las obras que escribieron. Aquí Monmany los presenta en su contexto histórico y cómo lo que estaba ocurriendo en sus países y en el mundo forma parte intrínseca de su trabajo literario.

Siempre me ha interesado la historia; siempre he leído los libros de literatura, que es a la que me he dedicado fundamentalmente, con un libro de historia a un lado, dice en entrevista.

“Uno puede leer a un autor sólo como abstracción literaria, pero creo que pierde mucho. Lo ideal para leer a los grandes autores es con un libro que te ilustre al lado, con ensayos.

“Que al leerlos se sepa que ha existido la primavera de Praga, que en 1956 se produjo la gran crisis en el comunismo con la revolución húngara. Todas estas cosas te hacen reflexionar y tienen lecturas actuales y no falla: cuando hablamos de nuestra época, de intentos de sometimiento, de otra vez funcionar como bloques cerrados de intereses únicamente económicos y políticos, estamos volviendo a la época de los imperios, de los grandes intereses.

“Se supone que después de las grandes guerras y matanzas tremendas del siglo XX se había iniciado una época de solidaridad, de intercambio de género más cultural, de valores humanos y democráticos, y de repente ves que no, que vuelven los viejos instintos de: ‘sólo nuestros intereses y mientras logremos mercados más beneficiosos para nosotros los otros no importan’. La amenaza siempre está.”

No están todos los autores, reconoce la autora. Fue mi selección. Tenía miles de archivos y un editor comprensivo y paciente, porque iba a ser un libro de 600 u 800 páginas y terminó en mil 500. Realmente el diálogo de selección era conmigo misma. Es curioso, porque fui mezclando autores de obra extensa, que no hay ninguna discusión y que todo mundo puede conocer, Imre Kertész o Primo Levy o Antonio Tabucchi; es decir, autores con una obra extensa, un corpus coherente de todo lo que hicieron, pero también autores que siempre defendí, como si fuera una especie no en extinción, pero sí más débil, que son más fáciles de ser olvidados, porque tienen una obra o dos obras, que es el caso de vuestro Rulfo, quien adquirió una dimensión universal.

Estos autores con poca obra incluidos en este libro también son muy interesantes y buenísimos y me fascinan, pero a lo mejor no han adquirido esa dimensión tan universal, y añade: Estoy hablando de autores que nos interesan a todos, pero es como cuando podas un árbol y va quedando esta geografía privada, interior. Claudio Magris dice en el prólogo que es un mapa geopolítico, literario, cultural de lo que puede ser una idea de continente; yo pongo ejemplos como son granos de arena en la playa o gotas de agua en el océano: son pequeñas señales en el firmamento; hay muchos más, pero sobre todo es para estimular no sólo la lectura, sino a atravesar fronteras y conocer.

Escribir y publicar este libro, reconoce, fue un acto de valentía en tiempos de Internet. Sin embargo, “en Internet está todo y nada. No se trata de una lucha contra la red, herramienta que utilizo mucho. No se trata de luchar, porque con Internet hay que vivir, pero la vorágine es que está todo y está nada: muchos de estos autores por supuesto estarán navegando eternamente, todo navegará eternamente, pero también todo se agotará muy pronto. El peligro de Internet lo vemos enseguida: todo se queda antiguo en segundos. Se lo dije a Magris; no es una lucha contra Internet, sino un rescate de autores que para mí han sido importantes, y él lo entendió enseguida.

El resultado de todo eso es estar junto a Internet, publicar, tener la valentía de publicar esto, y ahí vienen las sorpresas editoriales: en mes y medio se acabó la primera edición. Nos quedamos todos asombrados y ahora ya tenemos la reimpresión.

–Hablamos también de un viaje en un momento en el que Europa vive la situación de los refugiados, los migrantes, este libro es una propuesta a que Europa se entienda.

–Sí y a la generosidad. Generosidad para que los pueblos, los gobiernos, los líderes no se encierren y haya un pensamiento generoso, de apertura, de tolerancia, esto es para las generaciones actuales y las que puedan venir, son lecciones que parecen tan repetidas que sobran, pero la lucha es permanente.

“Esto lo comento con amigos que me escriben de distintos países, algunos que lo están pasando mal con gobiernos muy extremistas y les he dicho que no recuerdo ninguna época de la historia, ni siquiera en épocas de paz, que no hayan sido de una lucha permanente que tiene que ser además íntegra para defender una especie humana constantemente amenazada, y amenazada, no nos engañemos, por lo peor, por esos malos instintos, la xenofobia, los deseos de cerrarse, estas paranoias.

Creo en las mezclas y creo que dan lo mejor. Los intercambios, las transferencias de culturas dan lo mejor. Hay que educar, no hay que parar de educar a las generaciones jóvenes de que este intercambio es beneficioso y al final es más productivo, más fructífero visto desde un punto de vista incluso práctico, en favor de la tolerancia, la mezcla, la transmisión, el traslado de una frontera a otra de distintas cosas, y no esta paranoia de querer encerrarse.