La sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes fue insuficiente el domingo para el público, en su mayoría jóvenes, que asistió a la celebración de los 50 años de la publicación de la novela De perfil, escrita por José Agustín (Guadalajara, Jalisco, 1944), por lo que se acondicionaron un par de pantallas más, una en la sala Adamo Boari y otra afuera de la misma.

Al inicio del acto se recordó al narrador Ignacio Padilla (1968-2016), fallecido la madrugada del sábado, para luego dar paso a los comentario de los escritores Rosa Beltrán, Enrique Serna y Juan Villoro, quienes destacaron la vigencia y relevancia en las letras mexicanas de la novela De perfil.

Durante cinco décadas, se comentó, ese trabajo literario ha causado impacto a sus lectores de distintas generaciones. Con esta novela, José Agustín inauguró y marcó una nueva forma de hacer literatura en el país, se afirmó en el acto.

Considerada como un grito de juventud agresivo, de libertad, desenfadado, lleno de ironía, pero también de rigor y esperanza, De perfil supo reflejar los anhelos de toda una generación y trascender hasta nuestros días como un clásico contemporáneo, que sigue cautivando a los jóvenes, se dijo.

Reconocimiento a toda una trayectoria

Entre anécdotas y reflexiones en torno a la novela, la celebración devino reconocimiento a la trayectoria como ensayista, guionista y demás trabajos literarios de José Agustín, quien el pasado 19 de agosto festejó sus 72 años de vida.

Beltrán, Serna y Villoro aprovecharon para también destacar la importancia de obras como La tumba, Se está haciendo tarde, Cerca del fuego, Vida con mi viuda, Tragicomedia mexicana y Ciudades desiertas, cuya versión cinematográfica se estrenará próximamente con el título Me estás matando Susana.

Rosa Beltrán destacó que De perfil bien podría ser “un elogio a la juventud y/o una dolorosa crítica a la misma.

A partir de la obra de José Agustín la literatura mexicana dio un giro. La novedad fue que creó un lenguaje y un universo que consistía no sólo en introducir los temas de los jóvenes y narrar desde su punto de vista, sino, y sobre todo, en un manejo portentoso del idioma.

Serna manifestó que José Agustín liberó de complejos a la literatura mexicana, desconcertando así a toda la crítica literaria.

Explicó que su obra narrativa podría llevar como epígrafe el verso de Francisco de Quevedo: Solamente lo fugitivo permanece y dura, porque, dijo, desde sus primeras novelas la captura del instante lo enfrascó en una guerra, no contra el afán de perdurar, sino contra la exhibición pedante de ese anhelo.

Su tono desenfadado y antisolemne fue una ruptura dictada por un afán de autenticad.

Algunos críticos vieron a su novela De perfil como el equivalente literario del happening, recordó Serna. “Una parte de la élite intelectual creyó que Agustín era un cronista de lo inmediato, condenado a un relumbrón pasajero. Hoy reconocemos que la prolongada aceptación de su novela ha desmentido ese pronóstico.

“A 50 años de su aparición, la narrativa juvenil de José Agustín sigue cautivando a infinidad de lectores, que podrían ser sus nietos, pues los de las nuevas generaciones se sienten identificados con sus personajes.

La vigencia de sus obras se debe, entre otros factores, a que la apuesta de Agustín por capturar lo efímero encubre un deseo de trascenderlo. Se trata de un autor engañosamente ligero, que escudriña a fondo la complejidad humana sin dárselas de filósofo, cuyos protagonistas tienen un alto grado de autoconocimiento.

Serna se refirió también a la gran admiración que Agustín siente por Carl Gustav Jung y a los elementos arquetípicos, místicos, simbólicos y esotéricos que se pueden encontrar en obras como Cerca del fuego y Vida con mi viuda.

José Agustín ha permanecido fiel a su lenguaje coloquial de sus primeros libros, de donde se infiere que no pretende hacer literatura para iniciados. Hoy celebramos un largo proceso de alquimia verbal, que lo ha llevado a indagar por distintos caminos el significado profundo de la existencia.

Villoro se refirió al autor de Vuelo sobre las profundidades como un supremo autor y magnifica persona. Aseguró que fue por José Agustín y su novela De perfil que se volvió lector, a los 15 años.

Logró artificios y prodigios

Una de las virtudes de esa narración, explicó Villoro, “se ve reflejada en algo muy interesante. El artificio de Agustín es que simultáneamente ejerce cierta ‘naturalidad’ del lenguaje y de manera prodigiosa lo hace ver muy interesante. No hay nada más difícil que lograr en la literatura que la naturalidad; quien lea en voz alta un cuento de Juan Rulfo oirá hablar a los campesinos más genuinos que ha habido en México, los cuales, sin embargo, nunca han existido en la realidad. José Agustín logró el mismo artificio. Logró que el lenguaje juvenil cobrara una entidad propia y se convirtiera en algo significativo”.

Agustín no es taquígrafo, añadió Villoro: “es el reinventor de nuestro idioma. Su literatura fue muy rápidamente etiquetada como ‘literatura de la onda’, término muy ambiguo, lo que provocó que sus obras, junto con las de otros autores, fueran vistas como importantes por su contenido, al incorporar temas contraculturales y no tanto por la originalidad de su escritura. Por ello, José Agustín pertenece a la historia de las vanguardias literarias y como tal debe ser estudiado”.

Al final, y antes de dedicarse a firmar libros, el reconocido autor, quien se encontraba entre el público, comentó respecto de la celebración por los 50 años de De perfil: ¡Estuvo a toda madre!