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El autor murió en Querétaro; dejó en preparación un libro titulado Inéditos y extraviados

Falleció Ignacio Padilla; deseaba que sus cuentos hablaran de él

Integrante de la Generación del Crack y considerado uno de los mejores narradores mexicanos y cervantistas, tenía 48 años

El INBA y la AML perfilan sendos homenajes en su honor

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La literatura es una actividad solitaria. No me dejarán mentir, expresó Padilla el 2 de agosto pasado en Bellas ArtesFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Domingo 21 de agosto de 2016, p. 8

Uno de los deseos más grandes de Ignacio Padilla (Ciudad de México, 1968-Querétaro, 2016) era que su obra hablara por él, incluso llegado el momento de su muerte.

Quiero que mis cuentos se lean en un futuro, cuando no esté, como mi biografía. A todos los encuadro en lo que llamo micropedia; ése será algún día el nombre de mi obra cuentística.

Así lo hizo saber en una de las últimas entrevistas que concedió a La Jornada el escritor, quien es considerado uno de los mejores narradores mexicanos y quien falleció la madrugada de este sábado a los 48 años, en un accidente automovilístico en Querétaro, de acuerdo con el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

El autor dejó en preparación un libro titulado Inéditos y extraviados, que aparecerá a mediados de septiembre con el sello de la editorial Océano. Este volumen reúne desde sus primeros relatos hasta algunos de los más recientes, que fueron publicados en diversas revistas.

El cuerpo de Ignacio Padilla, una de las principales figuras de la llamada Generación del Crack, fue trasladado este sábado a la Ciudad de México y velado en la funeraria Gayosso de Félix Cuevas.

Publicó alrededor de 30 libros, que abarcan cuento, novela, ensayo, crónica, teatro y literatura para niños. No se imaginaba la vida sin escribir y en el género del cuento, en el que mejor y más a gusto se sintió, dio cabida a su obsesión por las palabras.

Las veo como animales vivos, las busco, las rebusco, las reinvento y, por otro lado, tengo el gran dilema de que a mí lo que me gusta es contar historias y mi lucha de vida literaria ha sido tratar de que las palabras no se coman en ocasiones mis historias o mis ensayos, así explicó el escritor su pasión por las palabras.

El autor de Las antípodas y el siglo se describía como un “físico cuéntico al que de vez en vez le nace una novela”, y consideraba que en América Latina el cuento estaba muy vinculado con la oralidad y el periodismo.

Para el miembro de la Academia Mexicana de la Lengua desde 2011, las inquietudes que se expresan hoy día en los cuentos que se escriben y leen en el país reflejan una de las características generacionales de la actualidad: la diversidad. Hay generaciones enteras que son intimistas, o que tienen una afición por el relato clásico, vinculado con el género policiaco y de aventuras. También hay un importante filón de cuento fronterizo, con temas sobre la violencia, pero lo que hay es variedad.

El autor, quien también publicó textos para niños, afirmaba que el cuento infantil exigía “un profundo respeto a un lector complejo, pues siempre existe el riesgo de caer en la moralina, en la corrección política, en nuestro miedo cada vez más reciente y crecido de traumatizar al niño con relatos que no se pueden o no se deben hacer.

Pero estoy convencido de que la literatura articula nuestro mundo y que al niño le causa placer un cuento determinado porque le resuelve sus miedos, sus deseos y conflictos. Para un escritor implica un esfuerzo enorme, porque uno debe hacerlo como adulto, recuperando desde la vida adulta al niño lector que uno fue, pues por alguna importante razón los niños no escriben buenos cuentos para niños, necesitan que el escritor les hable en su nivel, sí, pero desde el adulto que es.

En redes sociales como Twitter, el medio literario expresó su sentir tras la noticia de la muerte de Ignacio Padilla, quien publicó en 1996 el Manifiesto del Crack junto con autores como Jorge Volpi, Eloy Urroz, Miguel Ángel Palou y Ricardo Chávez, y también fue compañero de ruta de Mauricio Montiel Figueiras.

En su cuenta de Twitter, el secretario de Cultura federal, Rafael Tovar y de Teresa, escribió: Lamento el fallecimiento de Ignacio Padilla, un hombre de letras en el más amplio sentido de la palabra. Mi pésame a su familia.

El escritor y coordinador de Literatura del INBA, Mauricio Montiel, señaló a La Jornada que la muerte de Padilla es una pérdida para el medio literario, sobre todo en un momento en el que estaba dando lo mejor de sí. Ya tiene grandes libros perdurables tanto en ensayo, cuento y novela que se van a quedar. Sabemos que la etapa de madurez es a partir de los 40 años y Nacho se fue muy temprano.

En opinión de Montiel, el autor de Todos los osos son zurdos “fue uno de los escritores pioneros en México en dar un lugar relevante a la literatura fantástica; esa sería una de las principales aportaciones y otra diría que fue el estudio profundo de la obra de Miguel de Cervantes.

Nacho fue uno de los mayores conocedores de Cervantes; además, abordó el ensayo literario mediante varios libros con una erudición muy elegante, muy fina y a la vez también muy irónica; esas tres palabras pueden definir a Nacho como persona: elegante, fino e irónico, indicó Montiel, quien adelantó que el INBA probablemente dedicará un homenaje póstumo a Padilla este año.

El director de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), Jaime Labastida, expresó que es una pérdida lamentable la muerte del escritor, quien acababa de ser nombrado académico de número. Subrayó que se había transformado ya en uno de los mejores cervantistas en México; con gran audacia trataba la obra de Cervantes, la modernizó y la vio desde otros ángulos, no como simple filólogo. Es una pérdida muy fuerte.

Señaló que la AML siempre hace un homenaje a sus académicos fallecidos; seguramente este año se organizará uno dedicado a Padilla.

Ignacio Padilla profundizó en la obra de Miguel de Cervantes en su ensayo Cervantes y Compañía; en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara coordinó el Encuentro Internacional de Cuentistas.

El pasado 2 de agosto, el escritor Ignacio Padilla fue homenajeado en el ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana en el Palacio de Bellas Artes; ahí compartió que la literatura es una actividad solitaria. No me dejarán mentir y, sin embargo, he tenido la fortuna de vivir la literatura como actividad de grupo, de amistad; la Generación del Crack es sólo un ejemplo.

En su obra destacan la novela La catedral de los ahogados (Premio Juan Rulfo para Primera Novela 1994); Amphitryon (Premio Pimavera de Novela 2000); La gruta del toscano (Premio Mazatlán de Literatura 2006); Todos los osos son zurdos (2010) y El diablo y Cervantes (2005), entre otros títulos.