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Se cumple el sesquicentenario natal del escritor español, crítico teatral y viajero

Jacinto Benavente, Nobel en el olvido; una comedia en Televisa, única presencia

Hace dos años La malquerida, título de su pieza dramatúrgica, se transmitió en México

Ante la ausencia de grandes homenajes, en el municipio madrileño de Galapagar, donde falleció y reposan sus restos, será recordado con una lectura pública junto a su tumba y con una ofrenda floral

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Jacinto Benavente (1866-1954) en imagen tomada de Internet; recibió el máximo galardón de las letras en 1922, por la suma total de su obra teatral y por la afortunada manera en que ha continuado la ilustre tradición del teatro español, según el dictamen de la Academia Sueca
 
Periódico La Jornada
Viernes 12 de agosto de 2016, p. a10

El escritor español Jacinto Benavente es un autor casi olvidado en el presente, no obstante que es uno de los más reconocidos de su época y ganador del Premio Nobel de Literatura.

Prolífico, viajero, enfrentó las vicisitudes de la historia y vivió el encono de la Guerra Civil en su patria. Así arriba a su 150 aniversario natal este viernes 12 de agosto, con la ausencia de grandes homenajes.

Hoy casi no se monta ninguna de sus obras de teatro, que superan por mucho el centenar de títulos. En contraste, hace dos años La malquerida fue convertida en telenovela en México por el consorcio Televisa, donde hay apenas unas cuantas publicaciones de venta en librerías: Teatro español contemporáneo, Señora Ama/La malquerida y en formato digital, Los intereses creados.

La malquerida (1913), uno de los textos más conocidos del autor nacido en Madrid en 1866, aborda la historia de Raimunda y su hija Acacia; la primera, al quedar viuda se casa con Esteban. El hombre y su hijastra viven un amor profundo enmascarado por la hostilidad. Esteban, en sus celos, se deshace de los hombres que rodean a Acacia, a quien empiezan a llamar La Malquerida.

Benavente era un personaje complejo, pues lo mismo ganó animadversión entre la izquierda que en los ámbitos conservadores de España. Fue empresario, crítico teatral, viajero. Como dramaturgo, en la primera mitad del siglo XX se le asocia con la renovación del teatro español sobre el romanticismo.

Más reservado que expansivo

Dotado de una posición acomodada, Benavente obtuvo múltiples beneficios de su labor en el teatro. Conocido mundialmente en su época, en la actualidad una base de datos de producciones en medios audiovisuales enlista que se han hecho 36 adaptaciones en varios idiomas.

Logró el máximo galardón de las letras en 1922 por la suma total de su obra teatral y por la afortunada manera en que ha continuado la ilustre tradición del teatro español, según el dictamen de la Academia Sueca.

De él, Miguel de Unamuno dijo en 1910: “Soy uno de los que creen que nuestro Benavente no tiene hoy quien le supere como autor dramático; que su obra vale tanto, por lo menos, como la de Sudermann o Hauptmann, y, sin embargo, Benavente no goza en Europa del crédito de que gozan Hauptmann o Sudermann, ni es traducido como éstos, y ello se debe ante todo a que España no puede poner detrás de Los intereses creados, de Benavente, los cañones y los acorazados que Alemania pone detrás de La campana sumergida, de Hauptmann”.

Jacinto Benavente, nacido en Madrid en 1866, fue hijo de Venancia Martínez y del médico Mariano Benavente, pediatra de las familias de la alta sociedad de la capital española.

Durante su infancia fue un estudiante modelo y en la universidad se convirtió en un perfecto desaplicado.

El dramaturgo y poeta tenía un carácter más reservado que expansivo y algo dado a las meditaciones, me pasaba horas enteras solo, mirando una luz o una pared bañada de sol, mientras mi imaginación se echaba a volar, según dijo a Enrique González Fiol, en Domadores del éxito.

Benavente describió sus inicios en la lectura con la diversión que le provocaba La historia de Gil Blas de Santillana; en cambio, El Quijote de La Mancha le aburrió soberanamente, aunque le dedicó año y medio por amor propio; también conoció Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós.

Cursó estudios de derecho en la Universidad Central de Madrid, que abandonó a poco de ocurrir el fallecimiento de su padre, para dedicarse por entero a la creación literaria. Viajó por Europa y vivió insólitas aventuras como la que lo llevó a ser empresario de un circo, con el que llegó hasta Rusia.

Su carrera literaria se inició hacia la última década del siglo XIX, con la publicación de los poemarios Versos y Villanos, y el libro Teatro fantástico; en ese tiempo también estrenó la obra El nido ajeno (1894), sin mucho éxito. Vinieron otras representaciones, como Gente conocida (1896) y La comida de las fieras (1898).

El reconocimiento llegó para él tras la escenificación de La noche del sábado (1903), Rosas de otoño (1905) y Los intereses creados (1907), considerada su obra maestra.

En 1912 ingresó a la Real Academia Española y en 1918 ocupó un escaño en el Congreso de los Diputados.

Durante gran parte de su vida, Jacinto Benavente mantuvo posiciones políticas conservadoras e incluso rehusó firmar una carta de apoyo a los aliados durante la Primera Guerra Mundial, lo que le valió antipatías entre sus contemporáneos.

Sin embargo, cuando se consolidó el régimen republicano en España acercó su postura a la del resto de los escritores y en 1933 participó con Ramón del Valle-Inclán, Manuel Machado, Pío Baroja y Gregorio Marañón, entre otros, en la fundación de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética.

Los cafés madrileños eran el centro de una bullente actividad política y cultural. Ahí, Benavente fue un intelectual atípico en un contexto de pugnas y enfrentamientos artísticos entre corrientes renovadoras y las que sostenían la tradición, y entre las ideologías monárquicas y de izquierda.

Respetó a sus rivales y a los personajes e instituciones de la cultura oficial. Por ejemplo, aunque sus comedias discordaban del tono melodramático de José de Echegaray, sus diferencias no derivaron en animadversión al dramaturgo más veterano y político encumbrado.

Hacia 1905, cuando Echegaray ganó el Nobel de Literatura, galardón que tenía apenas un quinquenio y carecía del prestigio que goza en la actualidad, pero que destacaba por su elevado valor ecónomico, los jóvenes literatos españoles, como la generación del 98, redactaron un manifiesto en contra.

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Jacinto Benavente, en un dibujo de Miguel de Unamuno –resguardado por Casa Museo Unamuno–, quien opinaba que el galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1922 era un insuperable autor dramático

Benavente fue uno de los pocos intelectuales jóvenes que no llegaron a firmarlo. Este hecho, sumado a su posición encumbrada, éxito económico y gusto en el público, le ganó el rechazo de otros escritores y de buena parte de la crítica.

Satirizó a la burguesía española en algunos de sus textos y enfrentó, con tintes de realismo y costumbrismo, su doble moral. A pesar de ser cercano al modernismo, Benavente es inclasificable por su desarrollo de comedias diversas, con temas de salón, sociales rurales, infantiles e incluso con inclinación moral.

Además, escribió algunas de las primeras obras que tratan el tema de la homosexualidad, aunque de forma indirecta, en títulos como El rival de su mujer, De muy buena familia, La sonrisa de la Gioconda, Ganímides y en sus sonetos.

Tras la muerte de su madre, en 1922, Jacinto Benavente viajó a Estados Unidos como director artístico de una compañía de teatro, país donde se montaron varias de sus obras; ahí lo alcanzó el anuncio de la concesión del Nobel de Literatura. También le fue adjudicado el nombramiento de hijo adoptivo de Nueva York.

En 1924, el ayuntamiento de Madrid lo nombró hijo predilecto y condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Alfonso XII, y 1947 asumió, a título honorario, la presidencia de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores.

Fue un conocedor de la lengua española, pero también de variaciones como el lunfardo, idioma de los bajos fondos de Buenos Aires y asociado al tango. Se cuentan anécdotas de su amistad con Carlos Gardel y su gusto por sus canciones; además, de las conversaciones en los años 20 del siglo pasado en torno a los giros lingüísticos manejados por el cantante franco-argentino y la conexión con las palabras uitlizadas en las cárceles de Madrid.

Ambos personajes tuvieron varios encuentros, no sólo por el interés del dramaturgo por el lunfardo, sino también por su amistad con la actriz Magdalena Nile del Río.

En la escena pública se le identificó con inclinaciones reaccionarias y luego con el comunismo. Sin embargo, al comienzo de la Guerra Civil española se difundieron rumores de que había sido enjuiciado y ejecutado, de la misma forma que el poeta y dramaturgo Federico García Lorca, pero por el bando republicano. Los sublevados pidieron a la Academia Sueca una investigación sobre su proceso y muerte. En respuesta, el autor mandó una carta mostrando que estaba vivo y su repulsa por la muerte de García Lorca, el otro gran exponente del teatro español.

Durante las hostilidades estuvo en territorios controlados por la República y mostró su adhesión a esa autoridad; al término de la contienda, en 1939, Benavente se dijo creyente del bando vencedor. Aun así, sólo pudo abandonar España en 1945, cuando se dirigió por tercera vez hacia Argentina.

Influencia en México

La influencia del autor en México aún pervive en ciertos ámbitos. Existen calles nombradas en su honor y gran cantidad de centros educativos. Hacia 1949 se adaptó La malquerida al cine, dirigida por Emilio Indio Fernández. Y entre 1920 y 1950 se presentaron obras suyas, asociadas al Grupo de los Siete.

En la primera mitad del siglo XX, México encontraba su identidad nacional mediante las artes: la novela de la Revolución, el muralismo y la música nacionalista. En el teatro, conservaba aún el estilo de las comedias románticas españolas y obras de Benavente. En contraposición, el Teatro Ulises (1928) enfatizó las innovaciones extranjeras de Luigi Pirandello y Constantin Stanislavsky, entre otros, y pusieron en escena obras de Jean Giraudoux, Eugene O’Neill, Jean Cocteau y August Strindberg.

Prolífico autor

Jacinto Benavente fue uno de los autores más prolíficos de comienzos de esa centuria y uno de los más queridos por el público en los años 40 y 50, pero su obra quedó desfasada, explicó María Isabel Yagüe, doctora en filología hispánica y autora de una bibliografía de la obra del dramaturgo, que recoge unos 2 mil 670 títulos entre sus libros, artículos de prensa y los estudios de sus textos.

Sus mayores éxitos los registró entre 1898 y 1912 y luego también vivió un periodo dulce en los 40 y 50, pero después aparecieron otros autores con obra de protesta social y Benavente dejó de tener relevancia, quedó desfasado.

Era un autor muy culto, con relaciones con muchos escritores. Viajaba mucho, era un hombre de mundo, señaló, destacando también su dominio total de la lengua española y su rico vocabulario.

Amigo de la actriz Mary Carrillo, fue padrino de las populares cómicas hermanas Hurtado y vivió sus últimos años con esta familia en el municipio madrileño de Galapagar, hasta su muerte el 14 de julio de 1954, a los 87 años.

Hijo adoptivo de esa localidad, ahí descansan sus restos. Se le recordará con una serie de actividades, como una lectura pública junto a su sepultura y una ofrenda floral en el monumento erigido en su honor.

Hace unas semanas, en una línea local de autobuses fueron colocados 30 ejemplares de Los intereses creados y El príncipe que todo lo aprendió lo aprendió en los libros para acercar al público algo de la obra de este autor casi olvidado.

(Con información de Dpa)