Madrid.

El rugido de un motor, un cuenco de palomitas, la intimidad del vehículo y una buena película. Madrid recuperará a partir de octubre los ingredientes de los autocines estadunidenses de los años 50 con la apertura del mayor de Europa, tras más de medio siglo sin contar con un recinto permanente de estas características.

Con 25 mil metros cuadrados, tendrá capacidad para 350 vehículos, además de una zona de butacas y otra con food trucks que servirán comida, emulando aquellos míticos snack bar a los que los espectadores acudían para comprar palomitas, bebidas de cola, dulces, perritos calientes y hamburguesas.

Queremos que ir al cine se convierta en una experiencia, explicó Tamara Istambul, una de las impulsoras del proyecto. Que la gente disfrute de la comodidad de su vehículo, con el volumen que quiera, con la calefacción o el aire acondicionado. Que coma, cene, que disfrute.

En la era de Internet y en plena lucha del sector cinematográfico contra la piratería, un grupo de jóvenes emprendedores amantes del séptimo arte ha apostado por este proyecto con cierto aire vintage, que contribuirá a ampliar la oferta alternativa surgida en Madrid tras la crisis de las salas tradicionales, muchas cerradas en los años recientes a consecuencia de la crisis.

Uno de los motivos por los que hemos puesto en marcha este proyecto es precisamente para que la gente vuelva al cine. Queremos ofrecer algo más que la película en sí misma, señaló.

El mayor handicap de esta iniciativa fue encontrar un espacio lo suficientemente grande en una de las ciudades con el metro cuadrado más caro en España. Lo conseguimos gastando suela, llamando a todas las puertas. Hemos llegado a un acuerdo con el propietario de un terreno privado, aclaró Istambul.