18 de junio de 2016     Número 105

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Innovación tecnológica en
los traspatios de Atlihuetzía

Amalia Paredes López Antropóloga y maestra en Análisis Regional


Fotos: Amalia Paredes López

El estado de Tlaxcala se caracteriza porque cada día se conmemora un santo patrón en algún municipio o comunidad del estado. De igual forma, es común observar en gran parte de los espacios cercanos a la vivienda los traspatios, diversos en dimensiones y en las especies de animales y plantas. El traspatio es un sistema que refleja la estrecha relación sociedad-naturaleza pues se organiza de acuerdo con el conocimiento y las necesidades de cada familia. Los animales de traspatio, los guajolotes (totoles), las gallinas, los cerdos y los borregos, son preparados en el mole o los mixiotes que se disfrutan en las fiestas patronales o de 15 años, bautizos y bodas; en la vida diaria son fuente de alimentación para el auto abasto, y en caso de que haya un excedente, se comercializa en las localidades.

Respecto de los animales, hay desde aves hasta ganado; en cuanto a las plantas, hortalizas, hierbas medicinales, flores de ornato, así como árboles frutales (capulines, tejocotes, ciruelas, duraznos, peras, limones, naranjas y limas, entre otros). El cultivo de plantas y la cría de animales se basan en un sofisticado conocimiento campesino que incluye la observación, la experimentación y técnicas específicas, por ejemplo, el periodo de incubación natural de un pollo es de 20 días, y el de un guajolote, de 28; las señoras le colocan a la guajolota los huevos de pollo ocho días después de los huevos de totoles, todos nacen al mismo tiempo y la totola cuida por igual a pollitos y guajolotitos.

El traspatio es de uso intensivo porque son áreas más pequeñas que las dedicadas al cultivo de maíz, por lo que se basa en la rotación y la asociación de especies, y las y los campesinos conocen desde las semillas hasta los ciclos de cultivo. Comúnmente se cultiva a la intemperie y los corrales son construidos con materiales informales.

En Atlihuetzía, una comunidad que pertenece al municipio de Yauhquemehcan, localizado en el centro del estado, se realizó un proyecto de mejoramiento del traspatio propuesto por el Colegio de Posgraduados, Campus Montecillo, el cual incluía la introducción de tres eco tecnologías: microtúnel (un invernadero pequeño, de 48 metros cuadrados), lombricomposta como abono y una cisterna para la captación de agua de lluvia.

Se conformó un grupo de diez familias para que se pudieran gestionar ante la Secretaría de Fomento Agropecuario (Sefoa) el paquete para el invernadero: estructura, plástico, tinaco, líneas de riego, fertilizante y la plántula, así como un paquete de herramientas (mochila aspersora, tijeras podadoras, pala y carretilla), a un costo de 11 mil pesos. Cada familia aportó mil pesos para la entrega de la infraestructura y la instalación de cada microtúnel en los diez traspatios; el resto sería pagado conforme se obtuviera alguna ganancia de la hortaliza. El Colegio de Posgraduados apoyó, con la asesoría para la construcción de los composteros, la lombriz californiana y la asesoría para el manejo de ambos.

Los composteros fueron construidos de acuerdo con las posibilidades económicas de cada familia: con tabiques o con láminas de plástico o se cavaron en el tepetate. Quienes contaban con más recursos construyeron una base de ladrillos de dos metros donde montaron la estructura del invernadero para que en invierno la hortaliza estuviera mejor protegida del frío. Al paso del tiempo el plástico de los invernaderos se rompió, es difícil conseguirlo en Tlaxcala y a buen precio, algunas familias lo adquirieron en Texcoco, de mejor calidad, a un costo de 900 pesos. Las cisternas no fueron construidas porque su costo ascendía a cerca de 25 mil pesos.

Cabe resaltar que cuando se presentó el proyecto a Sefoa, se especificó que se trataba de policultivo orgánico, sin embargo, esta dependencia quería imponer el monocultivo de brócoli y el fertilizante químico. En el primer ciclo de cultivo, cinco familias se asesoraron en la preparación de bocashi para tener a tiempo el abono orgánico para sus hortalizas: rábano, cilantro, espinacas, acelgas, mientras aprendían la técnica de lombricompostaje. Otras cinco familias aceptaron la plántula de brócoli y el fertilizante químico, pero cuando llegó el tiempo de corte no pudieron colocarlo en el mercado.

En la actualidad, sólo dos familias conservan el cultivo en el microtúnel y una de ellas continúa produciendo la lombricomposta para las hortalizas, de ahí que la evaluación de la innovación tecnológica deba realizarse como parte de un proceso. De esa forma se puede saber por qué los diversos actores adoptan la tecnología, la modifican o la desechan. Cuando se inició con este proyecto había renuencia de los funcionarios de Sefoa, en la actualidad en sus programas incluyen lo que denomina cosecha de agua (la cisterna para la captación de agua de lluvia) y ofrecen abonos orgánicos (entre ellos la lombricomposta).

Los campesinos continúan con sus traspatios a la intemperie, pero también se observa el uso de la malla media sombra y los invernaderos de diversos tamaños; anteriormente, en Tlaxcala, el ganado bebía en los jagüeyes, hoy se observan ollas a medio construir, éstas y los invernaderos lucen abandonados, una de las principales razones es la falta de agua en algunas regiones del estado.

El seguimiento es necesario; resulta infructuoso continuar desarrollando programas a rajatabla sin tomar en cuenta las características específicas de las regiones. En los proyectos de fomento al campo persiste la lógica comercial. El objetivo de proponer monocultivos es que con diez invernaderos se produzcan equis toneladas de jitomate o de otra hortaliza para su venta, pero gran parte de los campesinos tlaxcaltecas primero busca garantizar su alimentación.


—¿Has comido nopalachicle,
quieres probar? —no lo conozco,
pero no me gusta

María Teresa Cabrera López Licenciatura en Ciencias Ambientales, UATx

Esta puede ser una pregunta que hemos escuchado o la respuesta emitida en algunos momentos de nuestra vida infantil o adulta. ¿Qué encierra actualmente?

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha documentado la homogeneización de las dietas a escala global –es decir, en las décadas recientes las dietas que consumen las personas en todo el mundo son más similares–, lo cual sugiere una creciente dependencia en unos pocos cultivos, y favorece el aumento de la obesidad, las enfermedades del corazón y la diabetes en la población.

El sector salud en el estado de Tlaxcala advierte que para el año 2025 el 80 por ciento de la población sufrirá obesidad y sobrepeso, debido por la adopción de nuevas costumbres alimenticias, por influencia de los medios de comunicación, moda, por estatus social y ritmo de vida. Pero el problema no está por venir, ya se encuentra en nuestras casas. Información proporcionada por la Asociación Mexicana de Nutriología, AC (Amenac), reveló en 2012 que ocupábamos ese año el tercer lugar nacional en obesidad y sobrepeso infantil.

La gastronomía es un proceso cultural que se basa en los conocimientos que poseen los seres humanos de su región, y es el resultado de la experimentación, observación y socialización de cientos de años, además de la innovación dinámica que se actualiza cada día en las cocinas de las familias.

Al realizar un trabajo de investigación con adultos mayores de 60 años en algunas localidades del municipio de Tlaxco, pudimos hacer un listado de cien especies no cultivadas que las personas identifican –saben el nombre, dónde y cuándo se encuentran y cómo se consumen– y que tienen usos medicinales y gastronómicos. Sin embargo, con tristeza nos dijeron en las múltiples entrevistas realizadas: “los jóvenes no quieren probar las hierbas, prefieren otra comida”, por eso ya no recolectan las plantas. También mencionaron que muchas de esas especies están desapareciendo, “ya no crecen en los campos, les echan mata hierba. Nuestros hijos no saben que son comestibles”.


Foto: María Teresa Cabrera López

Esto nos lleva a reflexionar que estamos presenciando, sin tomar plena conciencia, la pérdida creciente del conocimiento de las especies relacionadas con la alimentación y nutrición de nuestra población. Es un proceso que se acelera con el relevo generacional.

Estamos desaprovechando la enorme variedad y exquisitez con que cuenta nuestra entidad, además de que los saberes que poseen los adultos mayores están en riesgo de desaparecer, pues conforme avanzan en edad, su memoria se deteriora.

La capacidad de producir alimentos localmente, el conocimiento y uso del territorio, la presencia de mercados locales, el disfrute de la biodiversidad, así como la identidad cultural están en los sabores y colores de la comida. A todo ello se le denomina soberanía alimentaria. Ejercer nuestra soberanía radica en la preservación y el consumo de especies que milenariamente nos han alimentado, y que son alternativa ante los graves problemas de escasez o encarecimiento de productos.

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