Opinión
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Realidad vs arenga triunfal

Inversión foránea no confía

México cae nueve escalones

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Planta de la armadora sudcoreana en Nuevo LeónFoto La Jornada
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uy contento estaba el inquilino de Los Pinos, presume que presume que México es un destino confiable para inversionistas, que mejoran las condiciones para hacer negocios y que hay confianza en la estabilidad macroeconómica, cuando alguien le dijo al oído: “Cuide sus palabras, porque en apenas un año nuestro país se desplomó nueve escalones –del 9 al 18– en el índice de confianza de inversión extranjera”, amén de que la inversión interna cayó tres por ciento con cifras anualizadas.

Como siempre, el susodicho no registró el dato ni la advertencia y siguió con su cantata triunfal de que aquí, en el México de los discursos, todo, absolutamente todo, marcha de maravilla, y no sólo en el ámbito gubernamental, sino en el de sus patrones, porque con igual actitud el presidente del Consejo Mexicano de Negocios (el cártel de ricos entre los ricos), Alejandro Ramírez Magaña, se animó a decir que aquí, por primera vez, tenemos una generación de votantes que nunca ha vivido una crisis económica o financiera, que no sabe lo que es una disminución abrupta del poder adquisitivo a causa de la inflación, que no ha visto cómo las pensiones de sus padres o abuelos dejan de ser sustento familiar porque el dinero deja de valer.

Y ambos personajes se quedaron tan frescos como la mañana, escuchando la ovación que les tributaron, entre otros, 63 millones de mexicanos en pobreza por ingresos, más de 7 millones de ninis, millones de trabajadores con salarios de hambre y miles de personas con pensiones miserables, para quienes, desde luego, la aseveración de que nunca han vivido una crisis económica o financiera les pareció una muestra de la enorme sensibilidad social y de la puntual lectura que sobre la realidad nacional tienen personajes como los citados.

Mientras ellos gozan del intercambio de piropos, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP), de la Cámara de Diputados, reveló que “entre los 25 países más atractivos del mundo para la inversión extranjera directa México se ubicó en el décimo octavo lugar como destino más atrayente a escala global, según el índice de confianza de la IED (basado en encuestas a los altos ejecutivos de las principales compañías mundiales), lo que implicó un descenso de nueva posiciones y salir del top 10 en que se encontraba en 2015, cuando se ubicó en el noveno sitio, lo que se explicó por los efectos de un entorno externo adverso”.

De acuerdo con la consultora A. T. Kearney, citada por el CEFP, la inversión extranjera directa recibida por México ha venido disminuyendo en años recientes, al pasar de 45 mil millones de dólares en 2013 a un estimado de 29 mil millones en 2015, aunque el gobierno se ha comprometido a aumentar los ingresos de IED en otros sectores; desde 2013, el sector automotriz que opera en México ha estado atrayendo más inversión extranjera que su contraparte China, con una inversión que se ha duplicado en los pasados cinco años, gracias a los bajos costos de mano de obra y al acceso al mercado estadunidense.

Desde luego que el análisis del CEFP ni por aproximación menciona que la atracción de la inversión extranjera automotriz se ha facilitado, amén de los factores citados, por los crecientes regalos (terrenos, infraestructura urbana, exención fiscal, etcétera, etcétera, siempre a costillas de los causantes) entregados por el gobierno federal y uno que otro estatal (allí está el más reciente caso, que no el único, de la armadora sudcoreana Kia Motors en Nuevo León) a las trasnacionales del ramo, que de México han hecho su paraíso.

Y a pesar de todos los obsequios, México se desplomó en el citado índice de confianza de la inversión extranjera directa. Tal vez sea producto de que ya vendieron todo –la parte gubernamental y la privada–, porque desde tiempos de Salinas la IED llegó al país a comprar lo existente y no a crear negocios ni mayor valor agregado. Sólo a aprovechar los negocios establecidos y las facilidades garantizadas por el inquilino en turno de Los Pinos, y ello vale desde las ex sociedades nacionales de crédito (que pertenecían al Estado) hasta, entre lo más reciente, las cerveceras (ex propiedad de capitales mexicanos), ahora en poder de trasnacionales gringas y belgas, sin olvidar el petróleo.

Pero, bueno, el citado índice de confianza favorece a Estados Unidos, país que por cuarto año consecutivo ocupa la primera posición internacional, seguido por China, que en igual periodo ha mantenido ese lugar. Canadá y Alemania se posicionan en los peldaños tres y cuatro, respectivamente, y Reino Unido en el cinco. A pesar del zarandeo político-económico que vive Brasil, en el indicador mencionado aparece en el escalón número 12, contra el número de 18 de México, nación que, según el presidente del Conejo Mexicano de Negocios, hace años no conoce la crisis ni la pérdida de poder adquisitivo, y mucho menos pensiones miserables.

Europa, apunta el CEFP, se mantiene como uno de los principales destinos para la inversión extranjera directa, dado que acumula 13 de los 25 países del citado índice de confianza, lo que explica que las economías europeas continúan fortaleciéndose moderadamente. ¿Qué raro? La mexicana (versión oficial) es más sólida que el acero, los vaivenes internacionales no le han hecho mella y es envidiada por la comunidad global, pero se desplomó nueve posiciones. Alguien debe estar equivocado, y todo apunta a que no es el índice.

Por cierto, de acuerdo con el CEFP, a estas alturas del partido la inversión extranjera directa en el país parece un cuento de hadas, pero a la hora de desmenuzar las cifras resulta que por cada dólar registrado como nueva IED en realidad sólo 39 centavos lo son, porque del monto restante 48 centavos corresponden a reinversión de utilidades (ganancias generadas en México) y 13 centavos a cuentas entre compañías.

Las cifras oficiales señalan que en el primer trimestre de 2016 la IED sumó 7 mil 896.4 millones de dólares; de ese monto, el dinero contante y sonante que ingresó al país no pasó de 3 mil 80 millones. Lo demás es propaganda, como los discursos citados líneas arriba.

Las rebanadas del pastel

Lo de Orlando es un acto de terror, una verdadera salvajada (con saldo, hasta el momento, de 50 muertos y 53 heridos), pero también registra la consecuencia de juntar a un desequilibrado mental y las libertades que dice defender la Asociación Nacional del Rifle, organización que, dicho sea de paso, apoya la candidatura de otro demente: Donald Trump.

Twitter: @cafevega