Opinión
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La Constitución y la lucha de los maestros
V

arias son las causas que explican el mensaje que una parte de la sociedad mexicana envió al grupo que ha secuestrado el poder, utilizando el emblema de la Revolución de 1910. Una tiene que ver con algo que el Presidente parece no entender: la lucha de los maestros, quienes acompañados por los padres de sus estudiantes han comprendido y difundido el engaño de quien luego de haber comprado la Presidencia con recursos de procedencia desconocida, juró guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanan, para luego violentarlas, haciendo uso de todos los recursos del poder, para que los miembros del Congreso, actuando como cómplices, aprobasen las alteraciones a los artículos tercero y 123 de nuestra ley suprema, ignorando que esos miembros del Congreso debieron consultar las opiniones de quienes supuestamente representaban, tal como la misma Carta Magna establece, lo que en ningún momento sucedió.

No se trata de un asunto menor, pues el artículo tercero de la Constitución plasma una de las causas centrales de la Revolución, mientras la alteración representa un paso definitivo hacia la privatización de la educación, así como la violación del derecho al trabajo de quienes decidieron dedicar su vida a la docencia, desconociendo los esfuerzos y logros del trabajo y el sacrificio de miles de maestros que han construido la esencia de la nación, formando a los hombres y las mujeres que hoy somos los investigadores, los profesionistas, los técnicos, los militares, los trabajadores y los campesinos de este país. Maestros que ahora deben sujetarse a exámenes ajenos a sus tareas y que de hecho constituyen el desconocimiento histórico de esos logros.

De manera especial, aquí es necesario destacar a los campesinos por dos razones: porque son ellos, los campesinos indígenas, quienes hicieron la Revolución, hoy ultrajada; los que han sido segregados a vivir en las regiones más apartadas e inhóspitas del país y quienes reciben todo tiempo el apoyo de los maestros rurales en la formación de sus hijos, asesorándolos y motivándolos en su lucha cotidiana; maestros egresados de las escuelas normales rurales como la Isidro Burgos de Ayotzinapa, las cuales son estigmatizadas por quienes gobiernan, presentándolas como formadoras de los enemigos del desarrollo, que deben ser destruidas para imponer un modelo educativo extranjerizante y absurdo que no toma en cuenta las opiniones de quienes conocemos y hemos vivido los problemas reales de la educación mexicana.

Preocupado se nota el presidente Enrique Peña Nieto, luego del revés implícito en los resultados electorales del domingo, y debiera estarlo realmente, porque lejos de haber logrado los avances educativos prometidos al inicio de su mandato, en su cuarto año de gobierno, los únicos logros reales de que puede informar son las cifras de maestros evaluados, amenazados o despedidos, ¿O es que hay algo más que nos pudieran contar, sin recurrir a nuevos engaños? La actitud de arrogancia e intransigencia del secretario de Educación está llevando irresponsablemente al país y en especial a los maestros a una confrontación de alto riesgo, que sólo su paciencia ha evitado. Los incidentes ocurridos en días pasados en varios poblados de Chiapas, descritos recientemente por Luis Hernández Navarro en La Jornada, constituyen un aviso que debiera alertar al gobierno sobre la injerencia de intereses dispuestos a desestabilizar a la nación, totalmente ajenos al magisterio, habiendo sido curiosamente el señor Nuño, el primero que hizo afirmaciones equivocadas respecto de esa clara provocación, inculpando a los docentes de actos que les eran ajenos y mostrando una vez más su arrogancia e inmadurez política. Contrastan así las repetidas llamadas al diálogo por parte de la CNTE, con la cerrazón del secretario, negándose a establecer una tregua, con objeto de buscar una solución no sólo aceptable, sino adecuada para impulsar el nuevo desarrollo de la educación que el país necesita. Por su parte, el presidente Peña Nieto afirmó el martes pasado: Como gobernantes, debemos escuchar y atender el mensaje de los ciudadanos. ¿Por qué, entonces, la actitud de Aurelio Nuño? ¿Es acaso un asunto de rebeldía hacia su jefe? ¿Qué puede explicar su cerrazón?

En las actuales condiciones del país, mantener una protesta por tiempo indefinido, cuyas razones son perfectamente entendibles, constituye una estrategia de alto riesgo para los maestros, quienes deben buscar nuevas formas de lucha que además de minimizar el riesgo y el desgaste, incrementen el apoyo y la simpatía del total de las mayorías ciudadanas. Las conferencias, pláticas y reuniones a que el magisterio está convocando en las diferentes ciudades del país tienen el objetivo de definir las acciones que debiera hacer el propio gobierno para mejorar la educación, pero éste se ha cerrado a discutir y mucho menos a considerar para su realización. Hoy es importante hacer un llamado a toda la sociedad de apoyo al movimiento magisterial para lograr que las acciones orientadas a privatizar la educación sean anuladas, incluidas las reformas constitucionales mencionadas. Reitero también mi propuesta a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y a las demás organizaciones democráticas del magisterio para realizar una consulta nacional sobre la educación que, organizada por ustedes, deje en claro que los mexicanos no estamos dispuestos a permitir las alteraciones realizadas al artículo tercero de la Constitución, así como las demás alteraciones que desconocen los derechos y los esfuerzos realizados hasta hoy por los maestros.

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