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El libro, testimonio histórico del grupo escénico independiente

Memoria gráfica del colectivo Zopilote reivindica otra forma de hacer teatro
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de junio de 2016, p. 9

Teatro Zopilote 1967-1997: 30 años es el título de una memoria gráfica sobre la trayectoria del grupo escénico, la cual ya está en circulación.

El reconocido colectivo teatral, que reivindicó en su momento el trabajo artístico independiente, era integrante de lo que originalmente fue el Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (Cleta).

Publicado por el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Teatral Rodolfo Usigli (Citru), la edición es testimonio histórico de una forma de hacer teatro en la década de 1970, que cuestionaba y sacudía la conciencia política, moral y educativa de sus espectadores.

Su modo de producción y método de trabajo enfrentó y logró cambiar la idea de que toda obra de teatro debía estar encabezada y determinada por un director de escena para, en su lugar, proponer un trabajo de creación colectiva.

Según el investigador Julio César López Cabrera, quien articuló esa memoria, el grupo Zopilote, fundado y encabezado por Mario Martínez y los hermanos Fernando e Ignacio Betancourt, hizo de la creación colectiva su compromiso y método de trabajo.

Tenían un guión que representaban o adaptaban dependiendo del público. De tal manera que en muchos casos no se puede hablar de obras convencionales terminadas. Fue un grupo que se preocupó no sólo por los planteamientos ideológicos didácticos, sino también estéticos. En cuanto a los temas, no sólo expusieron problemas de lucha de clases, sino que también abordaron tópicos como la sexualidad, la familia, la educación y la religión.

Desdén oficialista

Esta memoria es importante, ya que la historia del teatro independiente en México no ha sido escrita, destaca el también especialista Rodolfo Obregón.

Foto
Imagen tomada del ejemplar de un taller de clown que se impartió en el parque México en 1994

“El teatro independiente ha sido hecho a un lado por la historia oficial del teatro mexicano. Siempre ha sido, valga la redundancia, muy oficialista. El grupo Zopilote, originario de San Luis Potosí, junto con otros colectivos como Mascarones y Los Nakos, se inscriben dentro del movimiento del teatro universitario que agrupó Cleta.

“Las autoridades universitarias hablan sólo del movimiento Poesía en Voz Alta y borró a Cleta, calificándolo de panfletario. Con ello borraron la historia de un movimiento complejo, con creadores y colectivos muy valiosos respecto de sus propuestas y su relación con el acontecer político-social.

“Originalmente, Cleta era un movimiento en el que confluían distintos colectivos y que, por ejemplo, organizó el cuarto Encuentro de Teatros Chicanos, en el que participaron 30 compañías. Fueron de los primeros que dijeron ‘lo chicano es mexicano’.”

Los creadores escénicos de Zopilote son representativos de la búsqueda de sectores sociales específicos, en los cuales se insertaba el trabajo teatral. Son un antecedente ejemplar de lo que hoy están haciendo algunos colectivos: utilizar las herramientas del teatro para ayudar al proceso de transformación social, más allá de una convencional puesta en escena, explica Obregón.

En la presentación del libro, hace unos días, en la sala del Centro Cultural del Bosque, Fernando e Ignacio Betancourt, evocaron entre anécdotas la trayectoria del grupo y reconocieron que el trabajo de Zopilote es resultado de varias personas y generaciones de creadores escénicos.