21 de mayo de 2016     Número 104

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Testimonio

Trabajar la salud y las tierras:
Felisa Aguirre, responsable del
taller de cerámica


FOTOS: La Jornada del Campo

Nací en Torreón, Coahuila. Mi primera carrera es Medicina, pero cuando llegué a Xalapa entré a la licenciatura de Artes Plásticas. Ya desde que tenía 13 años de edad había coqueteado con la idea de estudiar esto. Después hice una maestría en Estética y Arte y empecé a involucrarme más en la cerámica. Y la tierra es algo genial, es el origen de todo, entonces siempre sentí mucha simpatía por trabajar con la arcilla y me dedico a hacer más escultura y cerámica que otra cosa. También pinto. Me gusta mucho la pintura.

Van a sumar dos años desde que llegué aquí. Este espacio te invita a pensar y a hacer muchas cosas. Mi propuesta para La Ceiba Gráfica es tener un taller donde se manejen principalmente arcillas regionales. Ahorita estamos trabajando ya con barro de Cosautlán, con barro de Chavarrillo y de Blanca Espuma, y la arcilla básica que tenemos aquí es una arcilla utilitaria y arcilla para escultura, que son mezclas de arcillas regionales con arcillas plásticas que le dan un manejo más maleable. El grupo que se reúne aquí son algunos alumnos de cerámica, otros son personas que se acercan nada más porque les gusta trabajar con arcilla y simpatizan con el medio. Lo que tenemos actualmente como plan es equipar el taller con herramientas; tenemos un torno de pie, una laminadora… y estamos incorporando herramientas muy sencillas que incluso se hacen aquí en La Ceiba Gráfica. Por ejemplo las gubias, los stickers, los rodillos. Y todo lo que hay, mesas, sillas, todos los elementos que ves aquí, se están produciendo aquí en La Ceiba.

Sí nos hacen falta algunas cosas, por ejemplo sólo tenemos un torno eléctrico y la capacidad del horno es insuficiente, se requiere un horno más grande y algunos tornos más. Con lo que estamos trabajando es con modelado, que es más fácil. La cerámica requiere tiempo y habilidad. Hay personas que desarrollan más rápido la habilidad y hay otras que se tardan un poquito más. Para tornear bien, con práctica diaria, puedes tener dominio en tres, cuatro o seis meses. Es como aprender a manejar.

Nuestra finalidad es rescatar las tradiciones, las herramientas tradicionales de los alfareros y también incluirlas en la actividad, porque en la formación de un artista o de un estudiante que pretende expresarse, debe estar primero su identidad. Queremos asociar a la gente que empieza a trabajar la arcilla con todos los elementos regionales, las arcillas, los modos de trabajar y herramientas que de por sí son sencillas y no costosas. El taller, igual que los otros talleres de La Ceiba Gráfica, abre los jueves y los sábados. En un futuro próximo quizá se abran otros días.

Yo egresé de la Universidad Veracruzana y la maestría la hice en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Tengo mi taller y mi trabajo como artista, tengo próximamente una exposición en el Jardín de las Esculturas, y aquí en La Ceiba la atención en el taller y la coordinación la estoy realizando yo. El Taller de Cerámica de La Ceiba está abierto a todos, vienen jóvenes de la comunidad de La Orduña, estudiantes de la Facultad de Artes Plásticas, y gente que viene a hospedarse en La Ceiba, artistas de otras ramas que a veces quieren que se les abra el taller, incluso extranjeros.

Aquí principalmente estamos tratando de respetar el medio ambiente. Igual que las arcillas, las técnicas son también las regionales. Estoy trabajando actualmente en la tarea de relacionar a los alfareros de la zona con La Ceiba Gráfica. La idea es traer a varios de ellos, representativos de cada lugar. Tengo programada una serie de visitas. Ya fui a la región de Blanca Espuma. La intención es rescatar todas esas formas de trabajo, todas esas tradiciones que hay para que la gente las conozca y se sigan practicando. Porque un artista muy brillante o una persona que viene a trabajar lo primero que tiene que conocer es tierra, sus herramientas y sus orígenes. Todo eso es la base. Si tú vas a ser artista y vas a producir algún objeto, ¿cómo te reconocen?, por medio de tus elementos, tu tierra, tu ambiente, tu contexto. Entonces creo que es muy importante que se conozcan tus raíces, tu región y tus formas de trabajo.

Tengo varias ideas que están en semillita. Una es hacer ver a la gente que tener un recipiente que tú elaboras, que tiene algo tuyo, es mejor que ir a comprar uno de plástico a la tienda que al rato se convierte en basura –un concepto que, creo, no debería existir–. La idea que tengo es invitar a la gente a producir sus objetos utilitarios aquí. Ya tuvimos un taller familiar donde se reunieron papás, mamás e hijos a hacer su vajilla. Fue algo muy lindo. Lo hicimos con placas. Se extiende la placa de arcilla y tomamos como molde un recipiente. Es una técnica muy sencilla y muy agradable. La arcilla utilitaria no contiene plomo y es quemada a alta temperatura, a mil 280 grados. Son arcillas muy resistentes que pueden incluso meterse al horno y puedes calentar cosas en ellas. Se pueden usar.

Obviamente está la otra parte que es muy lúdica, un juego, por ejemplo el rajú. El rajú o racú es un horno chico donde quemas la cerámica a 900 grados, la sacas y se obtienen unos colores preciosos. Se saca la cerámica del horno y se pone en aserrín, que le da unos efectos increíbles. Entonces hay diferentes tipos de quemas para todo. La cerámica es un oficio increíble en el que todos pueden crear. Es como un árbol con ramificaciones que van desde obras de arte hasta cosas sencillas, como jarritos para tomar café. Y estás usando tierra.

Es maravilloso. Imagina hacer tu recipiente desde el proceso de empezar a modelarlo hasta quemarlo y luego tenerlo en la mano y decir “esto lo hice yo”. Además de ver la maravilla del material, una piedra la arcilla, que al final se integra otra vez a la naturaleza. Se funde el material como la lava de los volcanes, se endurece y se obtiene un recipiente.

El fuego se encarga de hacer eso. Y termina incorporándose otra vez a la tierra.

He tenido talleres aquí con niños. La Ceiba estuvo trabajando en conjunto con lo que fue el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), con Alas y Raíces. Los niños tienen una manera de ser muy natural, son muy curiosos. Las preguntas que me hacían me llevaron a reflexionar mucho. Me decían “¿y cómo?, ¿ya puedo tomar en este recipiente?” Y yo les contestaba “no, todavía no, lo vamos a quemar”. “¿Y qué le va a pasar en el horno?”, insistían. Todas esas preguntas de los niños me hacían pensar. Preguntaban “¿y por qué estamos haciendo esto?” “Bueno, les contestaba, voy a contar la historia de que no había en qué acarrear agua a la casa y la teníamos que llevar en una hoja, o en un coco o en una jícara. Y ¿cómo se dieron cuenta de que sí podían hacer recipientes? Bueno, cuando por accidente metieron en el fuego un pedazo de barro y observaron que se endurecía como piedra. De allí nace la idea de que podían hacer recipientes para acarrear el agua, que es un elemento que todo mundo necesita”. Los talleres para niños me dejaron una gran experiencia.

Muchas veces me preguntan por qué estudié medicina y luego artes plásticas, y me dicen que no tienen nada que ver. Yo creo que sí. La carrera de medicina es eminentemente un arte, y tienes que ser muy creativo. En la medicina estás tratando con el origen y el fin y con el trance de ese origen y ese fin, cada persona que ves es un mundo. Entonces la experiencia que se tiene en medicina es algo muy especial. No es fácil. Y yo siempre he pintado, nunca he dejado de hacerlo. Siempre cuando tengo un lápiz o un pincel, me pongo a hacerlo. Cuando llegué a Xalapa y vi que había escuela de artes plásticas, me dije que tenía que completar. Cuando te comprometes con el arte, es un estilo de vida, el arte no son objetos, es un estilo de vida, un compromiso. Y no te preguntas tú si hay una ética, como la ética que tenemos en medicina, sino que tienes que vivir una ética porque es un cuestionamiento continuo y es una crítica continua de tu contexto. Es un retroalimentarte. Estás viviendo y te estás preguntando continuamente y esas reflexiones se vierten en todo tu quehacer artístico. Entonces no es un objeto el arte, ni la medicina es una enfermedad, sino es un estilo de vida en el que tú tienes que entregar y continuamente tienes que estar reflexionando. Creo que las dos cosas arte y medicina son un compromiso muy fuerte.

A todos en La Ceiba nos une una cosa extraña. He salido a pasear, a caminar, con los muchachos, con los que llegan a La Ceiba y hay una comunión extraña. Siento que la distancia, los orígenes distintos de quienes integran el equipo de La Ceiba, no implica ninguna diferencia. No separan. Podrán tener acentos diferentes, idiomas diferentes, pero hay una sensibilidad especial y una mirada especial para las cosas que nos identifica. Estamos en una búsqueda muy parecida todos. Sientes una empatía. Hay respeto no sólo por nosotros mismos sino por nuestro espacio. Hay una especie de unión, una vibra especial, y yo me siento muy bien con el estilo de trabajo, porque es un trabajo ético, con una finalidad loable, bonita, humana.

¿Qué sueño? Sueño con ver este lugar lleno de gente expresiva, con una finalidad expresiva, tanto los artesanos que se acerquen, como la gente de la Orduña, de Xalapa, de Coatepec y los extranjeros. Cuando llegué aquí lo hice buscando arte, porque en el norte del país es poco lo que hay de arte. En el norte hay mucha influencia más mercantil, más de empresa, de movimiento tecnológico, y acá se siente más el ambiente artístico. Yo sueño con que el taller emane eso, ese espíritu de entrega, de encontrar algo que está adentro y no lo puedes decir. En términos materiales, voy a ser honesta. A mí me encanta como está.

El lugar me encanta, semeja alguna catedral. No quiero pensar en pintura, no quiero pensar en cosas que tapen, que cubran. Nos falta un horno de gas, pero aquí estoy construyendo uno. Está planeado para trabajar con bajas temperaturas, es para trabajar con palitos que juntemos, como leña. Acá tenemos un horno eléctrico. Tenemos también un torton para hacer láminas de barro, no tenemos laminadora, pero este sirve, se hacen unas láminas maravillosas aquí que pueden ser útiles para hacer mosaicos, murales y grandes placas de barro. Vamos a empezar a desarrollar el área gráfica, todo lo que es grabado. Aquí ya se puede grabar impresiones y vamos a comenzar a hacer grabado en placas.

Yo sé que las instalaciones del Taller fueron antes un beneficio de café. Lo único que veo que le falta a este lugar en un techo transparente en el área que está abierta y nada más. Esa área podría convertirse en un espacio para exposiciones y todo el lugar sería fantástico. La idea que tengo del taller es por un lado rescatar los modos de producción de este tipo de productos y por el otro mostrar a los jóvenes artistas lo que no nos enseñan en la escuela. En la escuela estamos ahorita con el arte posmoderno que es muy conceptual, pero creo que primero tenemos que decir quiénes somos y de dónde venimos, de qué tierra salimos. Sí somos ceramistas, sí somos escultores y no conocemos el uso de nuestra tierra, eso está mal. Ya hay mucho camino andado, hay muchas pátinas, muchos esmaltes. Los ves en el Museo de Antropología; son riquísimos, bellísimos. Sería una buena forma de decir éste soy yo, en mi escultura, mi identidad, conocerla y mostrar de dónde sale, de nuestra tierra, de nuestros alfareros. Sería buena experiencia para esos chavos, sería una manera de dar a conocer a los alfareros a todo el mundo, porque estos artesanos están en su casa, pero quién los ve. Yo fui a la casa de la mujer más famosa de Blanca Espuma y ella me invitó y me llevó a desayunar, me llevó a su taller, estuvimos trabajando, me enseñó sus recipientes, cómo usaba como herramienta una suela de zapato usada, muy lisita, para alisar la silla. Si tú vas a la Ciudad de México a buscar una herramienta para el mismo uso, te cuesta casi 400 pesos, y la suela de ella era fabulosa. No todas las herramientas que hay te resuelven los problemas, ni tampoco todas son necesarias. A veces las manos son más hábiles que todos los instrumentos que te ofrecen y esto creo que mucha gente lo ha ido perdiendo.

Me he dado cuenta de algo que nos está pasando. Cuando uno se aparta de su tierra, de su gente, sale del lugar y pierde el origen, hay una palabra muy interesante que se llama desarraigo. El desarraigado es aquel que pierde su origen, su identidad. Entonces, si pierdes tu identidad, no entiendes. A mí me pasa, porque yo me vine de mi tierra. Y una cosa muy desagradable que me ocurre es que por el tiempo, por correr, no puedo ir. Quiero ir a visitar. Pasa el tiempo, cinco años y no he ido. Aquel que se va y es un desarraigado pierde la identidad y pierde el amor por sus cosas, por su tierra, sus objetos, todo. Y cuando sucede eso te desensibilizas. Con ello viene una especie de anestesia, respondes de una manera fría, pues estás como anestesiado. Tu origen está lejano. Y eso es malo si te ocurre como persona, pero si te ocurre como artista es peor.

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