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Es una prueba fehaciente de la integridad y honorabilidad de nuestro Ejército, dice

Reconoce Peña al titular de Sedena por la disculpa ofrecida en un caso de tortura

Representa el reflejo de la cultura en favor de los derechos humanos, expresa el mandatario

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El presidente Enrique Peña Nieto, flanqueado por los secretarios de la Defensa, Salvador Cienfuegos, y de Marina, Vidal Francisco Soberón, durante la ceremonia por la batalla de PueblaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Viernes 6 de mayo de 2016, p. 4

En el aniversario 154 de la batalla de Puebla, el presidente Enrique Peña Nieto hizo ayer un ‘‘amplio reconocimiento’’ al titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), general Salvador Cienfuegos, por la disculpa pública ofrecida ante los hechos de tortura de integrantes del Ejército divulgados el mes pasado.

‘‘Una prueba fehaciente de la integridad y la honorabilidad de nuestro Ejército es que, ante faltas graves de algunos de sus integrantes, su alto mando ofreció una disculpa pública a la sociedad mexicana’’, resaltó el mandatario.

En la primera alusión directa a los actos de tortura contra una mujer difundidos a través de un video, el presidente Peña ubicó ese gesto del jefe del Ejército como reflejo de la cultura en favor de los derechos humanos, ‘‘que hoy prevalece en nuestros institutos armados’’.

Enseguida, reconoció en el general Cienfuegos y en el secretario de Marina, almirante Vidal Francisco Soberón, ‘‘una visión y convicción compartida de promover decididamente la protección y defensa de los derechos humanos’’. Remarcó entonces que servir a México desde las fuerzas armadas ‘‘constituye un gran privilegio y también una enorme responsabilidad’’.

Debido a las condiciones de contingencia ambiental en el valle de México, el auditorio del Heroico Colegio Militar fue el escenario alterno elegido para recordar la gesta del general Ignacio Zaragoza en 1862. El plan original era realizar el acto en el Campo Marte.

Ante alrededor de mil elementos de tropa, soldados y marinos del Servicio Militar Nacional, mandos castrenses, integrantes de su gabinete y los presidentes del Congreso, el presidente Peña asentó: ‘‘Portar el uniforme de la patria conlleva el imperativo moral de mantener una conducta intachable; implica el deber de conducirse con total apego a la ley y trae consigo la obligación de actuar con absoluto respeto a los derechos humanos’’.

Sólo así, añadió el mandatario federal, se pueden preservar y acrecentar el honor, la estima social y la autoridad moral de las fuerzas armadas.

En todo momento, y frente a cualquier circunstancia, arengó, la actuación de los efectivos militares debe ser con estricto apego a la ley y con invariable respeto a los derechos fundamentales.

Como comandante supremo de las fuerzas armadas, el presidente Peña Nieto estableció que el prestigio y grandeza del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea mexicanas ‘‘se construyen y se reivindican todos los días y en todas sus misiones’’.

La patria espera de sus soldados, marinos y pilotos, ‘‘más ejemplos de honor, gallardía y entrega’’ en beneficio del país, porque ‘‘la grandeza de la patria depende de la grandeza de sus actos’’. Aquella batalla de 1862, dijo el Ejecutivo, ‘‘demostró al mundo que los mexicanos somos los dueños de nuestro propio destino, que unidos podemos vencer a cualquier enemigo y superar toda adversidad’’.

Esa hazaña ‘‘sigue siendo motivo de identidad’’ por la cual se hermanan los mexicanos dentro y fuera del territorio nacional. Citó entonces a las comunidades en el exterior, ‘‘que festejan –este día– el orgullo de ser mexicanos, el orgullo por su historia y por sus raíces’’.

El Presidente tomó protesta de bandera a los integrantes del Servicio Militar Nacional. Esta vez correspondió a la clase 1997, anticipados y remisos. Fueron casi 450 mil jóvenes en todo el país a quienes les pidió actuar con apego a los más elevados valores cívicos y asumir un papel protagónico en la transformación del país.

Les recordó que las instituciones militares han mostrado ser una fuerza garante de la independencia y soberanía; una fuerza para la paz.El marinero Gilberto González ofreció en nombre de sus compañeros no sólo defender al país de sus enemigos, sino ayudar al fortalecimiento de la sociedad.

‘‘En este juramento ponemos nuestra juventud, ímpetu y coraje para hacer frente a los grandes compromisos que hoy asumimos’’, ofreció.