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Robots salvan la industria textil japonesa
 
Periódico La Jornada
Viernes 15 de abril de 2016, p. 2

Tokio.

En el sector textil, donde la competencia es feroz al emplear mano de obra barata, Japón ha encontrado la respuesta definitiva: robots.

En la fábrica de Shima Seiki, en el oeste del país, la ropa se hace en pocos minutos, gracias a unas máquinas capaces de elaborar un suéter sin costuras en media hora.

El sistema WholeGarment, patentado por el grupo japonés, también es empleado en otras partes del mundo por fabricantes como la marca de lujo italiana Max Mara.

Dicha maquinaria cuenta con un sistema de concepción digital que permite elegir modelo, color y corte.

Queríamos impedir que la gente se fuera al extranjero, a destinos más baratos, explica Kenji Iwamoto, uno de los responsables de la compañía, que en los años 90 dio un salto tecnológico para no naufragar en un sector tan competitivo.

Con WholeGarment, un trabajador gestiona simultáneamente 10 máquinas. Además, emplea la cantidad justa de materia prima para fabricar prendas de una pieza, ya que con las máquinas se prescinde del corte y la costura, y no sobra nada.

Unas 800 empresas del mundo utilizan este dispositivo, lo que da a Shima Seiki una parte de mercado del 60 por ciento a escala planetaria.

Esta es sólo una de las estrategias de los japoneses para preservar la industria textil en su país.

Para los jóvenes diseñadores, como Motohiro Tanji y Ken Oe, producir fuera de Japón es inconcebible.

Para mí es más fácil trabajar con japoneses, dijo Tanji tras la Semana de la Moda de Tokio. Mis diseños son complejos y exigen un alto nivel de competencia técnica que puedo encontrar aquí, precisó.

A medida y automáticamente

La firma Coohem, de Ken Oe, emergió tras el rescate de la empresa textil fundada hace 64 años por su abuelo Yonetomi y víctima de la recesión de los años 1990.

Ken Oe, llegado a la empresa hace seis años, trajo con él herramientas digitales punteras para crear trajes de tweed de alta costura, que ahora se venden en ilustres establecimientos como Jeffrey, en Nueva York, y Harvey Nichols, en Hong Kong.

Usamos unos cinco hilos al concebir los tejidos originales, que otras marcas no pueden copiarnos, se felicita Oe. En 10 años, las exportaciones de ropa japonesa de punto han aumentado 40 por ciento.

Eso sí, las prendas están lejos de encontrarse al alcance de todos los bolsillos. Un vestido fabricado así cuesta entre 600 y 730 dólares.