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Migración y comunidad son los ejes de Tepoz 2016

Néstor Bravo dedica una muestra a la transformación de Amatlán
 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de abril de 2016, p. 9

Hace seis años el fotógrafo Néstor Bravo se refugió en Amatlán, Morelos, debido a una convalecencia. En ese corto tiempo el poblado, localizado en el municipio de Tepoztlán, a una hora de la Ciudad de México, ha experimentado muchas transformaciones, en especial arquitectónicas, a raíz del advenimiento de nuevos habitantes, muchos provenientes de la capital en busca de espacios más salubres y por la necesidad de lugares con diferente lógica, ya que la ciudad es intensa y rápida, expresa el también docente de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda.

Néstor Bravo ha hecho de estas transformaciones, sorpresivas y no, positivas y no, objeto de un amplio estudio fotográfico, siete de cuyas imágenes, digitales e impresas en tela, exhibe actualmente en Tepoz 2016, en el café Buenos Tiempos, de Amatlán.

Según el entrevistado, no obstante que los pobladores tenían previstos estos cambios, no dejan de ser sorpresivos.

Dos arquitecturas

La transformación arquitectónica se puede dividir en dos tipos: “uno corresponde a un sector social en específico, más alto si quieres, hay diseño, hay extensión, aunque no siempre encaja, y hay mucha distancia con relación al pueblo que se rige por sus costumbres y exige participación, pero no hay raigambre.

Por el otro, tiene que ver también con cierta posibilidad económica, pero con una noción arquitectónica diferente, más obra negra, ya que construyen poco a poco, conforme acceden al dinero.

Hay migración hacia el norte, ya sea Estados Unidos o Canadá, pero por lo general con permisos para trabajar en la cosecha de tabaco y manzana. Bravo, quien vive en una casa del pueblo, con arquitectura vernácula, trata de integrarse a todo lo que puede, pero reconoce que no siempre es fácil.

La serie fotográfica consta de varias etapas, una de las cuales tiene que ver con el lado místico de Tepoztlán y Amatlán –se dice que allí nació Quetzalcóatl–, que es prehispánico, pero que también es jipi.

Cada año, cercano a la época de carnaval, se realiza una peregrinación a Chalma que conlleva una intervención en el sentido más contemporáneo, o antiguo, de la palabra. Los peregrinos dejan cruces, flores o lo que sea.

Ahora hay una nueva intervención que tiene que ver con la migración, “en muchas ocasiones jipi, preocupada por la naturaleza”, que atrae a visitantes de todo el mundo.

La espiritualidad amatleca tiene fama internacional. Hay una preocupación por la naturaleza desde la perspectiva de Pachamama, una noción muy particular de ese pensamiento.

Bravo agrega que la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, mediante su maestría en diseño editorial que convocó al concurso Morelos, pronto publicará un libro que incluye imágenes suyas.

Otra etapa del proyecto tiene que ver con la sacralización de los espacios, “cómo la gente se los apropia desde una perspectiva religiosa. También la búsqueda de lugares de encuentro para la comunidad, en el que la participación de los niños es muy fuerte. Eso tiene que ver con el futbol, actividad en la zona que congrega a tepoztecos y tepostizos, denominación un poco despectiva que he empleado para los migrantes, aunque mucha gente ya se lo apropió”.

En fin, la serie es muy grande e incluye varios temas en la misma lógica: migración, transformación y comunidad.