Opinión
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Balance de la Jornada

Vox populi, vox Dei

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El martes los aficionados que fueron al estadio Azteca no perdonaron el desabrido juego de la selección dirigida por Juan Carlos Osorio, a pesar de la victoria 2-0 sobre CanadáFoto Jam Media
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l futbol le está quedando a deber a la afición y aún así la quieren reprimir. El Tri, con su técnico parco, enjuto, demasiado serio, brindó un desabrido partido que el público no perdonó, y con todo y marcha invicta, la gente entendió a las claras que le dieron gato por liebre. Después del triunfo en Vancouver esperaba más, mucho más. Por eso el martes por la noche despidió a los tricolores con sonora y merecida rechifla.

Juan Carlos Osorio no es simpático ni se esfuerza por serlo. Dice una y otra vez que no vino a callar bocas, que lo tienen sin cuidado la gente y la prensa. Lo único que le interesa es que los jugadores capten sus ideas, entiendan su táctica y la desarrollen en la cancha. Bueno, pues si los tricolores han sido aplicados, entonces a la gente no le está gustando el acartonado esquema osoriano.

Ser líder invicto tiene su chiste, pero nada para echar las campanas al vuelo. La penúltima fase de la eliminatoria hacia Rusia 2018 es en extremo fácil. Canadá no tiene una liga de futbol profesional, sin embargo, en el estadio Azteca hizo ver mal al Tri y opacó la fiesta en un estadio empolvado y semiderruido, con incomodidades que la gente toleró con tal de apoyar a la selección, que ganó sin convencer.

Por encima de cualquier campaña moralina y ante el mezquino espectáculo, la afición encontró la forma de divertirse un tanto a costillas del portero visitante, con el grito que hace rasgarse las vestiduras a la entidad más corrupta del deporte internacional, una FIFA impresentable que no termina de lavarse la cara.

Por algunos artilugios bien esgrimidos, Justino Compeán consiguió para México la sede del congreso de FIFA 2016, en mayo. No estaría mal que dicho acto se instale en Alvarado, Veracruz, para que Infantino y su comité general se ambienten y entiendan, o de plano nos expulsen de su honorable organización. Ser malhablado no equivale a ser mala persona, si bien tampoco es algo edificante ni loable.

Parece un narcisismo colectivo lanzar un clamor al unísono; a la gente le gusta que salga uniforme, de ahí el éxito de los fanáticos de Pumas, que entonan el himno universitario sin extravíos, con chiflidos incrustados para marcar compases. Sencillamente es la catarsis sin necesidad de violencia. Además, recientes sondeos con los porteros demuestran que no hacen caso al grito de puto y hasta les divierte. Dicho coloquialmente, no se ponen el saco.

Señala Rubén Omar Romano que entonces tendrían que prohibir, multar y sancionar al futbol argentino, donde al portero le cantan puta de cabaret. En México la gente del futbol lo entiende así: el insulto se vale de la grada al campo y no viceversa. Lo dijo claramente alguna vez Manuel Lapuente: vox populi, vox Dei. Es decir, el cliente siempre tiene la razón.

Los blancos favoritos de los hinchas son el sufrido árbitro –que jamás complace a nadie–, el portero rival y el jugador que era de casa y hoy está enfrente, con la playera enemiga. No obstante, la gente tiene memoria, respeta y aplaude a quien sí redituó aunque ya no labore para su causa. Baste el ejemplo del sábado en el estadio Azul: Óscar Conejo Pérez fue el más aclamado. En Toluca siempre reciben con aplausos a Enrique Meza.

De la cancha a la tribuna no se vale. Lo ilustra el caso de Romano, despedido del Santos Laguna por hacer un ademán inadecuado al público; también el de Decio de María con la britneyseñal, y tuvo que pagar multa. Los insultos racistas han sido puntualmente criticados, esos nadie los tolera... La campaña Abrazados por el futbol está en marcha, pero que se prevenga la federación mexicana y vaya engordando su cochinito por si hay que pagar multas.

Tras la pausa por la fecha FIFA la afición estaba ávida de futbol e hizo grandes entradas en los estadios; sin embargo, las cosas empezaron mal con el horrible 0-0 en Toluca. Los Diablos ya pueden ir enfilando toda su artillería hacia la Copa Libertadores (el martes reciben al Quito), porque en la Liga Mx sólo un milagro los encajaría en los cuartos de final. Si no perdieron ante los Guerreros fue solamente porque tienen al arquero Alfredo Talavera.

El descanso despertó el apetito de goles y emociones. En la jornada 12 el público hizo buenas entradas; no obstante, hubo más decepciones que otra cosa. Sólo el Morelia cantó a pulmón su Juan Colorado, porque fue el único local que ganó. En algunas plazas hay seria preocupación: la fiesta era un hábito de cada 15 días y hoy están apagadas, como en Tijuana y Veracruz.

El Monterrey está con todos los méritos en la liguilla; lo malo es que el quisquilloso de Antonio Mohamed vuelve a las andadas con su amenaza de irse de México. Los Dorados se están muriendo con dignidad, pero el golpe de pundonor les llegó muy tarde, no hay ruta de reversa y ya huelen a quemado.