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Monika Zgustova hurga en la vida de la mujer que logró salir de la URSS y se asiló en EU

Retrata nueva novela otra víctima de Stalin: su hija Svetlana

Era una persona llena de contradicciones; deseaba la libertad, pero cuando realmente la tenía se le hacía tan grande que no sabía qué hacer con ella, expresa la narradora checa a La Jornada

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En una biografía habría tenido que hablar su padre, pero me interesaba ella, sus vivencias y sentimientos; tratarla desde la empatía que sentía, incluso desde la simpatía. Y esto sólo podía hacerlo en una novela y tenía ganas de hurgar dentro de ella, explica Monika ZgustovaFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de marzo de 2016, p. 3

De la hija de Stalin, Svetlana Allilúyeva, se han escrito dos biografías. Por eso la escritora y traductora Monika Zgustova (Praga, 1957) eligió la ficción para contar la vida de esa mujer que logró salir de la Unión Soviética y obtuvo asilo en Estados Unidos, aunque jamás pudo ser libre.

Eligió novelar esa biografía, que lleva por título Las rosas de Stalin (Galaxia Gutenberg), “porque me interesaba ver el personaje desde dentro, más que buscar cada una de las vivencias y cada una de las cartas de Svetlana –algo que necesitas hacer cuando escribes una biografía–. Me atrapó una época de su vida, básicamente: ella como víctima de su padre”, dice Zgustova a La Jornada.

En una biografía habría tenido que hablar muchísimo de su padre, pero me interesaba ella sus vivencias, sus sentimientos, y sensaciones; tenía ganas de tratarla desde la empatía que sentía por ella, incluso desde la simpatía. Y esto sólo podía hacerlo en una novela y tenía ganas de hurgar dentro de ella.

La novela se basa en la verdad en 90 por ciento, precisa la traductora de autores como Milan Kundera y Vaclav Havel.

A veces hay novelas basadas en las biografías que lo tergiversan todo; ésta no, está muy basada en lo que realmente pasó. La mayoría de los documentos son reales, o sea que lo único es que, claro, debes darle la forma de novela y montártelo de tal manera para que tenga gancho.

Zgustova y Allilúyeva tienen puntos en común en sus historias de vida: salieron de dos países regidos por el llamado socialismo real, la primera de Checoslovaquia y la segunda de la URSS; llegaron a Estados Unidos y en India.

Obsesión total y puntos en común

–¿Esta novela sirvió para explicarse su propia salida y la de su familia de Checoslovaquia?

–Sí. Sin saberlo, sí. Pero era como una obsesión total para mí. Tras haber leído la autobiografía de Svetlana, bueno, sus vivencias de unos años, advertí que me atrapaba muchísimo revivirlo con ella y de alguna manera compararlo a la vivencia de mis padres, que son de la misma generación de Svetlana, y ver la dificultad de la decisión del exilio, los problemas reales y burocráticos durante éste y la fase de adaptación en Estados Unidos y también a través de India, de un país comunista.

Claro, hubo tantos puntos en común que quedé obsesionada y al final releía y releía; me imaginaba hasta los últimos detalles de su huida y dije: claro, es que necesito escribir sobre eso. Escribía esta narración sobre su exilio, pero hubo tantos momentos que tenía que ir atrás y ver su vida anterior, así que me salía una novela.

–¿Quién era Svetlana, esa mujer que no supo ser libre, que pareciera que el único momento de libertad lo vivió en India, cuando se le siente un poco más viva?

–Svetlana era un personaje lleno de contradicciones. Cuando dices que era atractiva, al mismo tiempo tienes que pensar en otra faceta suya, la de una persona posesiva. Cuando dices que tenía ataques de ansiedad, al mismo tiempo debes pensar en que era muy atractiva para muchas personas cuando la conocían. Deseaba la libertad, pero cuando realmente la tenía se le hacía tan grande que no sabía qué hacer con ella.

“Por eso siempre se iba superando a sí misma, buscando su vida. O sea que Las rosas de Stalin es una novela sobre una búsqueda, sobre una mujer que busca, que jamás queda satisfecha con lo que tiene, no puede estarlo con nada; es un poco lo que es la esencia del ser humano: la búsqueda, querer superarnos, siempre queremos algo más y no nos quedamos totalmente satisfechos con lo que tenemos.”

–Hay una parte en la novela donde dice que más que buscar la felicidad, lo que ella desea es encontrar ese momento de calma, de paz. ¿Cree que lo encontró?

“Ella llegó a concebir la felicidad como paz, que era casi un sinónimo. La definición de la felicidad era la paz, porque claro, a partir de esa búsqueda y de superarse a sí misma vivía a través de unas experiencias a veces muy duras y es muy normal que deseara la paz. Con su forma de ser era difícil conseguirla realmente, porque ella no se disponía a quedarse en una situación pacífica, porque en algunos momentos de su vida podía haberla tenido. Pudo tener paz en la Universidad de Princeton, incluso en Moscú, si se hubiera quedado allí con sus hijos; habría sido una paz, sin libertad, pero paz al fin. Sin embargo, no estaba dispuesta a eso y se fue de esa casa de estudios donde tenía todo; era una fase feliz, pacífica, para irse a Arizona a vivir en una secta.

Incluso ahí podía haber vivido de haber sido más sumisa y menos rebelde, entonces se hubiera podido quedar ahí, con un marido, con una hija, con unos compañeros de secta y sin tener que luchar, pero no. El ideal de ella era la paz, pero su forma de ser no era como para poder vivir en paz. No estaba hecha para una forma de ser pacífica, para quedarse en paz. O sea que ésta también es una de sus contradicciones: deseaba algo que iba contra su forma de ser.

A diferencia de Svetlana, Monika Zgustova sí encontró la libertad y la paz. “La verdad es que estoy muy contenta de que mis padres se hayan ido de un país totalitario, porque así pude cursar muy buenos estudios en Estados Unidos y luego, desde la libertad adquirida, decidir dónde quería vivir; y me apeteció volver a Europa, encontré en Barcelona una ciudad que me parecía y me parece ideal, donde estoy muy a gusto, hago un trabajo que me satisface enormemente de novelista, columnista, de traductora. Esto último es muy importante, porque das a conocer tu cultura de origen en otro ambiente. Claro, es una satisfacción muy grande, porque no hubo en español muchas traducciones de la literatura checa antes de llegar ahí.

–Usted encontró la libertad.

–Sí. Encontré la libertad.