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Sentido contrario
E

l libro Sentido contrario: vida y milagros de rebeldes contemporáneos, de Luis Hernández Navarro, publicado en su primera edición en 2007, y ahora reditado en 2015 (La Jornada Ediciones-Editorial Itaca), como los buenos vinos, resiste la prueba de los años, porque muestra las múltiples facetas, sensibilidades, oficios y profesiones de quien, sin proponérselo, se coló ya en el texto, que es el propio autor, aunque no se incluye su vida, y mucho menos sus milagros, más que de pasada en la portadilla. Precisamente, Hernández Navarro es otro de los insurrectos que luchan infatigables para que la amnesia del poder no triunfe sobre la memoria de quienes forman parte de su santoral laico o rojo, según término de Paco Ignacio Taibo II, otro de sus protagonistas. Su narrativa crítica, ya de antaño, a través principalmente de La Jornada; su práctica política, desde que andaba de revoltoso organizando sindicatos, la participación en el diálogo de San Andrés entre el EZLN y el gobierno federal mexicano; su comprensión de la autonomía indígena, poco frecuente en los intelectuales progresistas; el apoyo a la comuna de Oaxaca, el acompañamiento solidario al magisterio democrático de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de Educación, su capacidad de análisis crítico y riguroso de procesos sociales como el de las autodefensas, entre muchos otros, lo hacen uno más de esa pléyade de insurrectos contemporáneos.

Así, el libro recoge las historias de hombres y mujeres rebeldes frente al poder, dirigentes sociales, intelectuales públicos, pensadores indígenas, defensoras de derechos humanos, líderes campesinos, comandantas y subcomandantes, poetas, novelistas, músicos, fotógrafos, pintores, altermundistas, y hasta un nuevo santo, a través de breves ensayos y siguiendo una técnica que el autor considera parecida a la de los retratos hablados. Sin embargo, va más allá, pues en cada uno de los ensayos de los personajes se adentra en los contextos sociales, políticos, económicos, de tal manera que el lector hace un recorrido por Estados Unidos durante la época del macartismo, con sus exiliados gringos llegando a México, como la militante de izquierda May Brooks, a quien el dinero le daba asco; de ahí conoce al milagroso San Precario, aparecido en el sur de Europa por obra y gracia de la mundialización capitalista; vive y sufre los dramáticos acontecimientos de Atenco, con sus violencias y crímenes de Estado y lesa humanidad, sus héroes y jóvenes mártires, que cumplen puntuales su cita con la muerte. El libro nos da la oportunidad de conocer a Chomsky, que no es profeta en su tierra y es recibido, como a mí me consta, como una estrella de rock en Brasil y otros lugares del planeta. Pablo González Casanova, don Pablo, es retratado como el pensador crítico más coherente del México contemporáneo, en el sentido teórico, ético y político.

Los capítulos dedicados a Floriberto Díaz, el activista e intelectual mixe, fallecido prematuramente en 1995, y el de Francisco López Bárcenas, abogado mixteco y uno de los más prolíferos y consistentes intelectuales indígenas, son excepcionales porque muestran, además de la excelente técnica narrativa, propia del autor, una comprensión integral y profunda de la temática de los pueblos indígenas de México, de los significados recónditos de la comunalidad y la autonomía, de las aportaciones de ambos oaxaqueños, cada quien desde su perspectiva, a los procesos autonómicos, alejadas ambas del esencialismo y de cualquier tipo de reduccionismo, así como sus aportaciones a los propios acuerdos de San Andrés.

Varios de los capítulos dejan ver al interpretador de movimientos sociales de Hernández Navarro, ese antropólogo que tiene dentro, aunque le pese (nadie es perfecto). Y ya que de ciencias sociales hablamos, ¿qué podemos decir sobre el singular concepto de Estado que se recoge en su libro, a través de la anécdota de una escuela de cuadros? Allí preguntan a un campesino al respecto, y aquí transcribo: “Pos mire, compa –respondió el campesino–, yo mero, antes de venir aquí, creía que los estados eran esos en los que vivimos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Morelos… Ahora vengo a caer en cuenta que no es sólo así, que también existe el estado de la chingada, en el que nos encontramos”.

El capítulo Elogio a la intransigencia, dedicado a Rosario Ibarra de Piedra, refiere la lucha contra este drama nacional que lleva décadas, y que ahora es una pandemia: la desaparición forzada de personas, que es la de doña Rosario desde que su hijo fue detenido y desaparecido el 18 de abril de 1975. Crimen de Estado y de lesa humanidad que no prescribe, guerra sucia que el Estado mexicano escondió por muchos años, bajo una política exterior de relativa y supuesta autonomía frente a la política injerencista e imperialista de Estados Unidos. Esa guerra sucia descrita también en otros capítulos de la obra, en los que se relatan las acciones de la Brigada Blanca, grupo paramilitar con sus matones y torturadores, como Arturo Acosta Chaparro y Nazar Haro.

Un capítulo importante es el dedicado a Robert Fisk, El periodista incómodo, espejo en el que nos vemos todos aquellos que escribimos en un diario de oposición como La Jornada, que publica sus columnas en México. Fisk, considerado por Luis uno de los más grandes y polémicos periodistas contemporáneos, advierte que uno de los principales riesgos de la profesión es convertirse en micrófono del poder, riesgo, por cierto, de cualquiera de las ciencias sociales hoy en día. Por ello, considera que su objetivo consiste en desafiar la autoridad, toda autoridad, especialmente cuando los gobiernos y los políticos nos llevan a la guerra, cuando han decidido que ellos matarán y otros morirán.

La obra logra su propósito: retratar a ese intelectual colectivo que hace posibles las utopías realistas. Constituye una lectura obligada para varias disciplinas; no sólo para los estudiantes de periodismo o literatura, sino también para quienes cursan historia, sociología, antropología y ciencia política, y sobre todo, para quienes en la lucha social mantienen viva la esperanza y el pensamiento crítico frente al poder y las violencias de Estado.