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Nosotros ya no somos los mismos

Reconocimiento a las mujeres

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“Las Patronas, un grupo de mujeres de la selva veracruzana por donde atraviesa el llamado tren de la muerte, o simplemente La Bestia, nos enseñaron que solidaridad no es dar lo que nos sobra, sino compartir lo que a todos nos hace falta”Foto Sergio Hernández
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o puedo dejar de extrañar aquellos tiempos prehistóricos, pero heroicos, en los que la mamá del IFE, hermano mayor del INE, de nombre Comisión de Radiodifusión, era la responsable, cumplida y eficiente (sobre todo tomando en cuenta la parquedad de los recursos humanos y materiales con que contaba), de la producción y transmisión de la propaganda emitida por la totalidad de los partidos políticos, a través de los medios electrónicos.

De esta etapa quisiera relatarles algunos acontecidos que van de lo más esforzado del trabajo político hasta lo más hilarante del mismo. Pero eso será otro día. La entrada de esta columneta, que viene de esos tiempos, la saco a relucir porque en unos días como los que corren, pero del pretérito más perfecto, realicé un programa celebratorio del Día de la Mujer, del cual transcribo el inicio y planteo una inquietud: ¿si ese documento fílmico de hace cinco o seis sexenios lo fecháramos este pasado 8 de marzo, lo consideraríamos totalmente demodé o de una triste y vergonzosa vigencia?

“Mujeres y niñas constituyen la mitad de la población del planeta; representan una tercera parte de la fuerza de trabajo registrada oficialmente y trabajan casi las dos terceras partes de las horas laborales. Sin embargo, según investigaciones recientes, reciben solamente una décima parte de los ingresos mundiales y poseen menos de una centésima parte de la propiedad del orbe.

“Esto es especialmente cierto en nuestro país. Donde hay pobreza, las mujeres son las más afectadas. Donde existe algún tipo de prejuicio, las mujeres son las más discriminadas. Nacer miembro del sexo femenino supone tener un campo más reducido para el desarrollo personal, menos posibilidades de disfrutar de las libertades, las responsabilidades y los privilegios existentes.

Es necesario entender que la falta de participación plena de la mujer en todos los aspectos de la vida en sociedad representa la subutilización de 50 por ciento de los recursos humanos imprescindibles para alcanzar las metas de desarrollo colectivo que nos hemos propuesto. La exclusión de la mujer o las dificultades de todo tipo que hasta nuestros días impiden su realización plena no son un problema de género, representan la tara más absurda con la que carga la humanidad en su conjunto.

Haciendo a un lado el tonito galopante del texto, pensemos qué tanto, en 30 años, han cambiado las cosas. Recordando al monstruo, veamos algunas notas informativas, antiguas y actuales, que nos ayudarán a documentar nuestro optimismo.

Las Patronas se le llama a un grupo de mujeres de la selva veracruzana por donde atraviesa el llamado tren de la muerte, o simplemente La Bestia. Tienen ya muchos años compartiendo su miseria con millares de centroamericanos a quienes no conocen y seguramente sólo verán ese momento en que les mostraron su enorme calidad humana. Al principio, al paso del tren les obsequiaban un poco de pan y un vaso de leche que, obviamente, no les sobraba a sus hijos. Solidaridad, nos enseñaron, no es dar lo que nos sobra, sino compartir lo que a todos nos hace falta. Muchas veces a los accidentados, heridos o mutilados ellas los llevaban a los hospitales más cercanos, aunque allí, en los nosocomios públicos, les cobraban los servicios que en caso de urgencia están obligados a prestar. Pues que a alguien se le ocurre proponerlas para el premio Princesa de Asturias. De cientos de lugares, personas que conocían su labor las apoyaron entusiastamente. Los premios fueron otorgados a Francis F. Coppola, sin duda un extraordinario realizador cinematográfico (García Riera tenía razón: el cine es mejor que la vida). El premio Comunicación y Humanidades le fue otorgado al filósofo Emilio Lledo, miembro de la RAE y destacado maestro de reconocidas universidades. Las Patronas, por su parte, siguen corriendo a la vera de La Bestia para poner en las manos de esos infelices transterrados, unos invaluables mendrugos y en su espíritu indomable, una bocanada de aliento.

No hace mucho tiempo, también en el estado de Veracruz, dos mujeres huicholas pasaron dos años en prisión acusadas de posesión de peyote. Ellas confesaron, rezaban y realizaban una ceremonia ancestral con el fin de sanar su alma y su cuerpo. Para los huicholes el peyote no es sólo una medicina, sino que es considerado dios del conocimiento. Se salvó don Jorge Mario Bergoglio de que la atingencia del Ministerio Público Federal y el juez de distrito que procedieron contra estas mujeres no los hubiera movido a apañarlo por ingerir (y convidar) el cuerpo y la sangre del Señor.

Por los tiempos de la nota anterior localicé la siguiente: Adriana Manzanares, indígena tlapaneca, originaria de Ayutla de los Libres, tiene 27 años, de ellos siete pasados en prisión. Sobre el delito que ocasionó su encarcelamiento hay dos versiones, una: que cuando su bebé nació, Adriana estaba sola en su casa, que el recién nacido se le cayó de las manos y murió. Ella afirmó que había nacido muerto. La otra: embarazada de una relación extramarital que su esposo descubrió, la golpeó violentamente igual que sus padres, quienes además la denunciaron ante la autoridad ejidal. La pequeña comunidad convocada por el repique de las campanas de la iglesia revivió el final de María Candelaria y la lapidó. Salvó la vida, pero no se libró de la prisión de siete años. Agrego un pequeño detalle: cuando todo esto sucedió, Adriana no parlaba la castilla y su declaración la realizó sin un intérprete; resultó incriminatoria. Démosle un minuto a Adriana, porque en su nueva lengua quiere agradecer a Silvia Castillo, del Instituto de Derechos Humanos de Guerrero, y a Eva García Estrada, de El camino con Alas. Dice: ellas fueron mi familia estos siete años. De pasadita anoto lo dicho hace tiempo por Verónica Cruz Sánchez, directora del Centro las Libres (¡Vaya ironía!): hay más de un centenar y medio de mujeres encarceladas acusadas de abortar. Ubalí Guerrero, por su parte, agregó: en diferentes lugares de Guerrero (Acapulco, Chilpancingo) hay 17 mujeres acusadas de delitos que jamás cometieron, pero que son víctimas de indebidos procesos. En su día, ¿alguien se atrevería a extenderles alguna felicitación?

Se llama Juana, es una indígena tzeltal, originaria del municipio de Ocosingo, tiene 45 años y pasó 11 en prisión. Se casó a los 13 años y fue madre de tres hijos. Miguel, su marido, la golpeaba permanentemente. Enviudó y se hizo cargo de los niños. Su suegro, regresaban apenas del camposanto, cuando ya la hacía objeto de un acoso permanente. Un día, en presencia de su hijo, se le fue encima para violarla y la amenazó con su machete. Ella, joven, fuerte y decidida, lo desarmó y lo mató. En su juicio contó solamente con un defensor de oficio que nunca fue capaz de alegar la evidente defensa propia. La sentenciaron a 25 años. A una sicóloga, española de origen, debe su liberación, misma que ha impulsado que más de 50 otras presas, indígenas la mayoría, obtuvieran en la cárcel un diplomado en atención sicosexual para situaciones de violencia, exclusión social y dependencia, por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Escribir el final me saca de quicio: el marido de Juana la visitó una vez para decirle que se buscara otro hombre. Él tenía a otra mujer: Y, ¡asómbrese y encabrónese conmigo!: esa mujer era la hija mayor de Juana, con la que ya tenía dos hijos y, quien a sus 13 años, había criado a sus hermanos menores, cuando la madre había caído presa.

Los machines se defienden. Un grupo de jóvenes decidieron enfrentar el empoderamiento (horrenda palabra) femenino, e iniciaron una campaña de reivindicación masculina, de la que seguramente se avergonzarían tanto el padre Adán como don Pedro Picapiedra. Vean dos muestras: “Las mujeres resisten la menstruación, el embarazo y la menopausia. Los hombres las aguantamos a ellas: EMPATADOS. Ella quiere que le baje la luna, pero no me baja éste. (Señalando el pene).

Es necesario viralizar sus mensajes a fin de que este año consigan el disputado galardón: Antropopitecus Erectus.

Estas son unas cuantas perlas que me encontré en lo que, el siempre recordado Miguel Ángel Granados Chapa llamaba cajón de sastre. Tengo otras más que, ya encarrerados, debemos agotar. Continuemos la próxima semana, pero no sin antes dejar constancia en esta columneta que la misma no hubiera sido posible sin los espléndidos trabajos de Blanca Juárez, Fabiola Martínez, Armando G. Tejeda, Emir Olivares, Ángeles Cruz Martínez, Jesús Aranda, Sergio Ocampo Arista, Carlos García y Elio Henríquez. Ellos son los autores; yo, simplemente, un ratonero compilador.

Twitter: @ortiztejeda