Opinión
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Astillero

Un año sin Aristegui

La mansión oscura e impune

Amedrentamiento sexenal

Reynosa, CO, Meade

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CARRERA DE LA SEDENA. Carlos Padilla Becerra, presidente del Comité Olímpico Mexicano; el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, y Jesús Mena, ex dirigente de la Conade, participaron en el banderazo de salida de la sexta carrera deportiva 100 años de la industria militar, realizada la mañana de este domingo en el Campo Militar número uno, en la Ciudad de MexicoFoto Cristina Rodríguez
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n año atrás, en la cabina de MVS, lo último que se difundió en el programa periodístico dirigido y conducido por Carmen Aristegui fue Often a bird, una pieza musical del compositor, ejecutante, cantante y musicólogo belga Wim Mertens (https://goo.gl/PRUuR4 ). Ser con frecuencia un ave, o tender a serlo, fue la selección escogida para finalizar un ciclo de información y análisis que con profesionalismo, profundidad y valentía realizó un equipo que fue sentenciado al despido de las frecuencias radiofónicas acostumbradas y a un ejemplificante veto laboral en nuevos proyectos conjuntos cuando menos por lo que resta del sexenio presidencial en curso.

El periodismo como ave de libertad ha empeorado desde entonces. El mensaje intencionalmente establecido desde aquella mañana del viernes 13 de marzo de 2015 quedó registrado en la mayoría de los mandos empresariales y directivos del periodismo mexicano y en muchas de las figuras relevantes que emiten comentarios y modulan el flujo informativo. Aristegui, su equipo, ese periodismo atrevido y crítico, eran castigados desde el poder público por (entre otros casos, pero esta gota, auténtico charco, derramó el vaso de la tolerancia pinolera) la develación de las maniobras financieras privilegiadas y con absoluto conflicto de intereses que llevaron a Angélica Rivera de Peña a hacerse de una mansión en las Lomas de Chapultepec gracias a la ayuda de un contratista (Juan Armando Hinojosa Cantú, dueño del Grupo Higa) inequívocamente beneficiado por Enrique Peña Nieto como gobernador y luego como ocupante de Los Pinos.

La Casa Blanca se convirtió en la mansión de la oscuridad y la impunidad. Merced a esa develación de las maniobras inmobiliarias en la cúspide del poder, el abanico radiofónico sufrió el cercenamiento de una de sus partes más activas en el suministro de datos y opiniones para el entendimiento de lo que va sucediendo en el país. Aristegui y su equipo (por dar ejemplos: Kirén Miret en la producción; Lorenzo Meyer, Denise Dresser y Sergio Aguayo en una mesa de análisis; Enrique Galván Ochoa, entre otros comentaristas; Salvador Camarena como jefe de información en el último tramo) ofrecían diversidad en una planicie de periodismo electrónico en su mayoría entendido con los poderes o, en algunos valiosos casos, ejercitante cuidadoso de la crítica no tan penetrante, ante el riesgo de las reacciones de los comisarios mediáticos.

El golpe a Aristegui y su equipo implicó un mensaje de amedrentamiento sexenal al periodismo que osare adentrarse en temas y terrenos prohibidos, una supresión del derecho de las audiencias a estar informadas de manera integral y profesional y un montaje gubernamental para eludir castigo a las maniobras relacionadas con la Casa Blanca, habilitando a un bufón sin camuflaje, Virgilio Andrade, para emitir falsos certificados de inocencia a la esposa del jefe que lo nombró secretario de la Función Pública y caviares (SeFunPuCa) y al propio jefe al que otros asuntos le han saltado.

Un año sin Carmen Aristegui y su equipo y sin un noticiero radiofónico con ellos es un año más de minusvalía ciudadana, de bofetada al público crítico y ávido de otra manera de informar en la radio, de consolidación del cinismo y la impunidad en las alturas del poder mexicano (aquí, el Astillero de un año atrás, referido a El bosque periodístico; Lo de MVS, un ejemplo; ¿Y las reglas para publicidad? http://goo.gl/LKNfxn). Often a bird, la pieza final del programa de aquel viernes 13 de marzo de 2015, sigue en espera de inaugurar la reanudación del trabajo periodístico de Carmen y su equipo. Como un ave.

En Tamaulipas la violencia del llamado crimen organizado (CO) está virtualmente institucionalizada. Anteriores gobernadores eran parte de las mafias operativas y el actual, además, ha resultado superior en cuanto a invisibilidad e ineficacia, absolutamente desentendido de las obligaciones del cargo, permisivo en absoluto de lo que hagan los verdaderos mandos estatales, que son los jefes de los cárteles. Egidio Torre llegó al poder porque asesinaron a su hermano a unos días de las elecciones y está por dejar el poder que nunca ejerció más que en sus peores facetas. Mientras tanto, por toda la geografía tamaulipeca se viven balaceras, enfrentamientos, secuestros, cobro de piso, extorsiones, torturas y asesinatos.

La madrugada de este domingo sucedió en Reynosa, donde hubo narcobloqueos y tiroteos (cuando menos diez muertos, según la aritmética oficial, siempre muy a la baja), como ha venido sucediendo en otras fechas allí mismo y en otros lugares. La elección de nuevo gobernador parece destinada a un mero cambio de administrador general (probablemente Baltasar Hinojosa Ochoa, para mayor gloria de Higa-Juan Armando Hinojosa- Casa Blanca), con un PRI que siempre ha ganado ese tipo de comicios y un CO dispuesto a financiar campañas y a imponer triunfos incluso amenazando y ejecutando a quienes se oponen a esa continuidad política mafiosa (por cierto, en pleno domingo de violencia, anduvo en Reynosa el secretario de Desarrollo Social y electoral, José Antonio Meade, quien repartió despensas de demagogia e incluso puso en Twitter ¿mensajes de autocrítica al régimen actual? al decir que En muchas ocasiones, los sueños de desarrollo se ven amenazados por quienes hacen de la mentira y la violencia su forma de hacer política).

A la hora de cerrar esta columna eran imprecisos los primeros resultados de la elección extraordinaria en Centro, el municipio de Tabasco cuya capital es la ciudad de Villahermosa. En esta contienda participaron como jefes partidistas el gobernador perredista Arturo Núñez, el dirigente de Morena, Andrés Manuel López Obrador, y el ex candidato presidencial priísta Roberto Madrazo Pintado. Y, mientras Héctor Yunes Landa rendía protesta como candidato del PRI en Veracruz, con Javier Duarte de Ochoa como invitado, diciendo el aspirante que yo quiero ser gobernador, no carcelero. Eso no le sirve a Veracruz, no me he preparado para cobrar facturas, ¡hasta mañana!

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