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Submarinos, polvo negro –sin olor e indetectable– e inyectada en pescados

Retan a la imaginación los métodos de cárteles para el transporte de cocaína

Crece el uso de mulas, que tragan envoltorios con droga o la esconden en fajas y zapatos

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Agentes de seguridad del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México realizan la revisión del equipaje con máquinas de rayos X para detectar armas o drogasFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Domingo 21 de febrero de 2016, p. 7

Juan y su mujer tragaron más de 45 dedos de guantes de hule látex. En sus estómagos transportaban en conjunto más de medio kilo de cocaína. Viajaron desde Bogotá, Colombia, al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Fueron detenidos porque su nerviosismo, el olor a látex y no haber consumido nada durante el vuelo los delató.

Durante horas las autoridades los hicieron consumir purgantes para arrojar las cápsulas con droga.

Este es uno de los mecanismos más conocidos que emplean los grupos criminales para transportar droga. A los que lo realizan se les conoce como mulas y el riesgo es que pierdan la vida si uno de los envoltorios estalla en su estómago.

Sin embargo, las conductas para el tráfico de cocaína se han diversificado de tal manera que muchas son un reto a la imaginación: dobles fondos de maletas, bolsas, ropa, fajas, oculta en suelas de zapatos, en imágenes de barro, marcos para cuadros de supuesto yeso y en los huecos de tubos de maquinaria industrial, entre otros.

En años recientes las autoridades mexicanas han detectado que el traslado del alcaloide se lleva a cabo en sumergibles que son arrastrados o que se desplazan con autonomía desde puertos colombianos por aguas internacionales en busca de las costas estadunidenses.

Gracias a su maleabilidad, la cocaína se disuelve en agua, aguardiente o en jabones; se coloca en ropa como si fuera almidón o en estampas, mezclada con pegamento, hasta en llaveros, revuelta con talco, con óxido de zinc, y apenas hace unas semanas se han detectado cargamentos en los que está revuelta con arena, madera y hasta inyectado en pescado.

Los traficantes utilizan en algunos casos sofisticados procesos de reversión química para separar la coca de los otros materiales y luego regresarla a su aspecto y forma más común, una pasta blanca que luego se transforma en polvo y se comercializa en grapas.

El 17 de julio de 2008, en costas de Salinas Cruz, Oaxaca, elementos de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar) incautaron –por primera vez en el país– un sumergible (minisubmarino), en el cual narcotraficantes colombianos transportaban más de una tonelada de cocaína.

El pasado 6 de agosto, en costas de Estados Unidos, la colaboración internacional y el intercambio de información entre agencias de esa nación, México y Colombia, dio como resultado el aseguramiento más reciente de un minisubmarino cargado con cinco toneladas de cocaína. Presuntamente la droga era propiedad del cártel de Sinaloa.

Funcionarios que participan en el Gabinete de Seguridad Nacional revelaron que ahora las autoridades mexicanas mantienen un gran intercambio de información e inclusive hay momentos en que la labor de marinos, militares y agentes mexicanos ha dado pie a decomisos de cocaína en Centro y Sudamérica, pues los sobrevuelos de naves mexicanas, con radares y sonares, han detectado los sumergibles.

La coordinación general de servicios periciales de la Procuraduría General de la República (PGR) cuenta con archivos en los que se registran las diversas formas o artículos en los que se han detectado desde unos cuantos gramos hasta toneladas.

Para recordarlo, los especialistas forenses han armado un cuadro donde han colocado –en miniatura– cada uno de los hallazgos.

Los narcotraficantes experimentan diversas maneras en que la cocaína puede pasar oculta, y así desarrollaron la llamada cocaína negra, una sustancia de color oscuro, sin olor y que supuestamente es indetectable. Sin embargo, en 2015 en el AICM se aseguró una tonelada de este narcótico.

El viernes pasado, la Semar informó de un nuevo descubrimiento, los narcotraficantes colombianos inyectaron cocaína en más de cuatro toneladas de pez vela. Aún se desconoce cómo y cuánto tendrían que gastar los narcotraficantes para extraer la cocaína, limpiarla y comercializarla.