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Violencia, economía y corrupción, cabezas de la hidra, dice

México, enfermo; lo veo mal en muchos aspectos: León-Portilla

El 22 de febrero, ceremonia de homenaje de la UNAM por sus 90 años

 
Periódico La Jornada
Viernes 19 de febrero de 2016, p. 37

Cuando Miguel León-Portilla (Ciudad de México 1926) era un niño de seis años de edad y cursaba el primer año de primaria se atrevió a corregir a su profesora, en medio de la clase.

Toda la California pertenece a Estados Unidos, decía la educadora a unos pequeños ávidos de conocimiento. Pero al niño Miguel el dato no lo convencía: la Baja no, maestra, le espetó. Ese atrevimiento le costó ser expulsado por ese día del salón.

Desde entonces el hoy investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y amante del náhuatl y la poesía sentía una pasión absoluta por la historia y el conocimiento.

A punto de cumplir 90 años de edad, por lo que será homenajeado por la UNAM la próxima semana, León-Portilla habla con algunos representantes de los medios de comunicación.

Navega por recuerdos de nueve décadas y habla de su vida, su trayectoria académica, de sus grandes maestros (dos en particular, Manuel Gamio y Ángel María Garibay) y del México que tanto quiere al que hoy le duele ver enfermo, porque lo veo mal en muchos aspectos.

Le causa escalofrío escuchar en las noticias que habitualmente hay personas asesinadas, o que en ciertos lugares aparecen bolsas con cabezas humanas. Eso es señal de que México está enfermo.

La economía nacional –dice– no está nada bien. Nadie puede negar que el peso cada día se devalúa. La cosa está terrible. Y por supuesto que me afecta a mí y a todos los mexicanos. Por ejemplo, si quiero hacer un pastel de maíz, tengo que comprar masa de maíz, pero (esa gramínea) la traen en camiones que son importados, entonces el transporte es más caro y, por tanto, también el maíz. Así, todo va subiendo.

El académico del Instituto de Investigaciones Históricas presume en su trayectoria ser historiador, antropólogo, lingüísta, filósofo, etnólogo. En su currículum no está ser economista, pero en contradicción con las políticas económicas nacionales, está seguro de que si los ciudadanos tuvieran mejores ingresos, las finanzas nacionales estarían mejor.

Parece que en complicidad con ciertas dependencias gubernamentales (se da la baja salarial). En México, un trabajador de la Volkswagen gana 10 por ciento de lo que obtendría ese mismo operario en Alemania. ¿Por qué no imponer salarios que permitan una vida mucho mejor? No soy economista, pero creo que si todos los mexicanos percibieran buenos salarios, a la larga la economía del país mejoraría. Y esa decisión depende de la Secretaría de Hacienda, del Banco de México, de la Presidencia y de las cámaras.

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He trabajado y he ayudado; creo que no he sido muy cabrón, dice Miguel León-Portilla durante el encuentro con periodistasFoto Marco Peláez

Otro síntoma de la enfermedad del país es la corrupción, a la que definió como la hidra que sale por todos lados. Es hacer que el bien común se convierta en mi bien personal.

Al hacer un balance de su larga trayectoria asevera que sería muy soberbio decir que se siente satisfecho, pero sí está contento con lo que ha vivido.

La historia tiene fines prácticos y señala que quien no estudia su historia no sabe quién es o se expone a que otro se la escriba.

Hace más de tres años, recuerda, cuando Enrique Peña Nieto era presidente electo, se reunió con León-Portilla y otros destacados académicos para pedirles su opinión sobre qué necesitaba el país. El historiador y creador del seminario de cultura náhuatl enfatizó que se necesitaba dotar de personalidad jurídica a los indígenas, lo cual se concretará con el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés. Pero lamentablemente hasta la fecha eso no ha sucedido.

Recientemente, narra, sufrió una pulmonía que me dio un tremendo susto y lo tuvo internado varias semanas, pero ya repuesto confía en que la vida aún le permita culminar tres proyectos: remozar, actualizar y publicar el Gran Mapa de México-Te-nochtitlán, que data de 1550 y es el más antiguo del valle de México; concretar la traducción de su obra cumbre publicada en 1959, La visión de los vencidos, al náhuatl y al chino, y concluir sus memorias.

El tema de la muerte no le preocupa. Hace años sí sentía temor por ello, pero hoy día no le causa miedo alguno. A lo mejor vivo 92, a lo mejor 100 años. El cómo y cuándo moriré no lo sabemos. He trabajado y he ayudado; creo que no he sido muy cabrón. Mi destino, si hay un Dios, no será malo, concluye.

Por sus 90 años de edad y su trayectoria de casi 60 años en la academia, León-Portilla será homenajeado el próximo lunes 22 de febrero en una ceremonia que comenzará a las 10 horas, en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario.