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Con cada visita papal aumentó el número de santos mexicanos
 
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de febrero de 2016, p. 8

Pudo influir la flexibilización de los criterios de la Congregación de la Causa de los Santos de la Iglesia católica o los nuevos tiempos en las relaciones entre México y el Vaticano, o acaso el insólito incremento de milagros –según los fieles de esta religión–, pero desde que los papas han visitado el país no cesa de crecer el santoral mexicano.

La estadística refleja este cambio: durante casi siglo y medio sólo san Felipe de Jesús –a quien le llevó casi 300 años convertirse en santo– y tres beatos eran reconocidos por el Vaticano como protagonistas de vida y milagros dignos de fe y veneración. A partir de 2000 las cifras cambiaron y en la actualidad 25 beatos y 28 santos forman el santoral mexicano, la mayoría proclamados en el siglo XXI y buena parte herencia de la Cristiada.

Preferencia por los cristeros

En vísperas de la visita del papa Francisco a México se asoma en el horizonte otro santo nuevo, también protagonista de la Cristiada: José Sánchez del Río, de 14 años, torturado y asesinado durante ese conflicto armado.

En noviembre de 2005 fue beatificado por el papa Benedicto XVI y 11 años después se convertirá en santo. No será el primer mexicano canonizado por Francisco, quien elevó a esa categoría a María de Guadalupe García Zavala, fundadora de la Congregación de las Siervas de Santa Margarita María (que en 10 años pasó de beata a santa). Una veloz promoción, si se compara con el tortuoso proceso que llevó a Felipe de las Casas a convertirse en santo, ya que según la historia murió martirizado en 1597. Casi 70 años después fue reconocido como beato y en 1862, durante la presidencia de Benito Juárez, alcanzó la categoría de santo.

La canonización fue más larga, sinuosa y costosa de lo que hubieran deseado los novohispanos, resume la especialista Verónica Zárate, quien dice que los cristeros fueron canonizados de forma vertiginosa.

Protagonista central del aumento de santos mexicanos y del cambio en la postura de la Iglesia, Juan Pablo II se acreditó la promoción de casi mil 300 beatos y 460 santos en su papado, de los cuales ocho beatos y 28 santos son mexicanos, como los niños mártires de Tlaxcala (beatos) y 27 mártires cristeros, a quienes la Congregación de la Causa de los Santos hizo válido un milagro para convertirlos a todos.

En la homilía de canonización, en mayo de 2000, Juan Pablo II resumió por qué los convirtieron en santos:

La mayoría pertenecía al clero secular y tres de ellos eran laicos seriamente comprometidos en la ayuda a los sacerdotes. No abandonaron el valiente ejercicio de su ministerio cuando la persecución religiosa arreció en la amada tierra mexicana, desatando un odio a la religión católica. Todos aceptaron libre y serenamente el martirio como testimonio de su fe.

El legado de Juan Pablo II incluye a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, beatificado y canonizado en 12 años, contra las suspicacias y dudas acerca de su existencia que encabezó quien fue abad de la Basílica de Guadalupe: Guillermo Schulemburg.