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Alumnos y amigos dieron el pésame a Mac

Rinden homenaje a Melón con salva de aplausos a ritmo de son
 
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de febrero de 2016, p. 9

Apenas unos minutos después de la medianoche del lunes, recién cumplidas 24 horas de que murió Luis Ángel Silva Melón, Carlitos Vázquez, uno de los músicos que el intérprete de Amalia Batista formó en los talleres de son que solía impartir, convocó a los presentes en el velatorio a rendirle un postrer tributo al maestro.

Una salva de aplausos rompió el silencio; la casi veintena de asistentes que a esa hora quedaban secundaron emocionados la propuesta: clap, clap, clap era el batir de las palmas. Ahora vamos a hacerlo como le gustaba al maestro, intervino de nueva cuenta Vázquez. “Dile Melón a secas”, dijo otro de los presentes. No le gustaba eso de maestro.

Pues para mí sí lo fue, replicó Vazquez.

Y los dolientes comenzaron: ta, ta, ta, tata, ta, ta, ta, tata.

Y el dérmico y rítmico sonido fue el prolegómeno de la melodía que más identificó a Luis Ángel Silva Nava, nacido no muy lejos de donde reposaban sus restos, en su querida colonia a la que le cantó: Desde Nogal hasta Encino y de Nonoalco hasta San Cosme, no hay segunda sin primera, porque la tierra más linda es Santa María la Ribera, con su redondel y el kiosco.

Y el coro comenzó: Amalia Batista/ Amalia Bayombe/ qué tiene esa negra/ que amarra a los hombres...

A lo largo del lunes gente del medio musical acudió a la funeraria a expresarle su sentir a Mac, el cariñoso apelativo que Melón utilizaba cuando se refería a su compañera Merry MacMasters.

En la radio sonaron sus canciones

Las emisoras de radio sacaron del armario los temas tanto de solista como cuando formó la agrupación que lo catapultó a la estratosfera sonera, creada con el también fallecido Daniel Navarro Lobo. Las especializadas en la música tropical –término que Silva Nava no aceptaba–  sonaron Acabando, Que manera de quererte, La paloma, Bote de vela y otras más del extensísimo catálogo que abarca poco más de seis décadas.

Por la noche alguna gente del pueblo, que pueblo era Melón, enterada de lo ocurrido, se acercó al velatorio y sin más se asomó para rendirle tributo.

Con el frío matinal del martes un vehículo salió de la funeraria hacia el crematorio de Dolores y avivó el recuerdo de esa tonadilla: Esta pena que me mata..., aquí yaces y haces bien, tu descansas... Shabadabadaba.