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A la mitad del foro

Francisco y el Papa Negro

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Don Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, justo premio a la tenacidad ejemplar del modelo de la permanencia de todo antiguo régimenFoto Cristina Rodríguez
E

n unos días llega el papa Francisco a México. El suyo no será vuelo directo. Hará escala en Cuba, y de ahí volará rumbo a la ciudad estado que será entidad autónoma y cuyas pancartas ya engalanan los muros agrietados de la antigua Ciudad de los Palacios: CDMX. Numeralia romana para la antigua Tenochtitlan. Y las memorias del porvenir en la insistencia de llamar grupo de notables a los designados por Miguel Ángel Mancera para integrar el grupo de trabajo encargado de iniciar la redacción de la constitución tan anhelada.

Será porque ahí aparece, con la carga de todos sus nombres, don Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega. Justo premio a la tenacidad ejemplar de este modelo de la permanencia de todo antiguo régimen. Sea o no, ahí está también Cuauhtémoc Cárdenas, quien tomó distancia del atribulado PRD, su criatura del vuelco finisecular, para iniciar el peregrinaje de su largo camino de Damasco. Y sin voz divina que lo guíe, predicar la urgencia de dar al país una nueva constitución, elaborada directamente por ciudadanos voluntarios, ajenos a todo partido político, pero no a las ideologías que dieron sustento a nuestros poderes constituidos desde el 5 de febrero de 1857 al 5 de febrero de 1917. Menos mal que con la tercera alternancia ya asiste el Presidente de la República al Teatro de la República en Querétaro.

Allá, donde resonaron las voces de Heriberto Jara, Esteban Baca Calderón, Félix Palavicini, Francisco J. Múgica, de los que habían hecho la Revolución Mexicana, así con mayúsculas, y daban norma y programa al Estado mexicano moderno. Con las vueltas del tiempo, hay conservadores, como Bernardo Bátiz, que nos recuerdan que la de 1917 fue la primera constitución social del mundo, primera en añadir los derechos sociales a los derechos individuales: En 1917 se definió, por primera vez, una jornada de ocho horas de trabajo, un salario mínimo y un par de herramientas de defensa, el derecho de huelga y los sindicatos, así como la educación laica y gratuita... el dominio soberano del petróleo y el uso del agua; el derecho de los pueblos a tierras comunales, de todos los campesinos a las tierras ejidales.

De lejos venían esas demandas. Las expresadas en el voto particular de Ponciano Arriaga en el Congreso Constituyente de 1857. Y ni hablar de las Leyes de Reforma, de Lerdo y de Juárez. Desde Roma llegaría la excomunión a México, a la Nación Mexicana. Ya lo pasado, pasado, dirían los que no escucharon al senador panista y sinaloense Roberto Gil Zuarth afirmar que ha llegado la hora de transitar de la sociedad del reparto agrario a la de los patrimonios personales y familiares. Zas, zas, zas / cangrejos al compás / marchemos para atrás. Pero pudiéramos estar ya al borde del abismo y obligados a buscar el horizonte como la mujer de Lot. Agustín Carstens ha llamado a recortar los retazos del ingreso público; el que no quiera disciplina, a la mazmorra.

Y así podrá Luis Videgaray presumir del nuevo y reiterado orden mexicano que nos ha dado una economía que crece. Como el niño del tambor de hojalata, pero crece mientras en el resto de la América nuestra se ha estancado, y en Europa buscan resolver el desempleo con aprendices menores de edad, capacitados en el terreno para el oficio que ejercerán cuando dejen de ser aprendices. Orden y progreso, decían los mexicanos del positivismo, que se incorporaron al cuerpo privilegiado de los científicos. Y así dice la leyenda que adorna la bandera brasileña. La del país del futuro que pareció haber llegado a él cuando Lula sacó a millones de sus compatriotas de la pobreza. Y hoy batalla para no volver al mando de la extrema derecha, que enarbola los derechos patrimoniales de las personas y familiares de la plutocracia, del uno por ciento dueño de todo y de todos.

Me distraigo por la efemérides, casuales vísperas de la visita de Francisco a México. No olvidemos que quien escogió el nombre del pobrecito de Asís al subir al trono del vicario de Cristo, al convertirse en pontífice, no era, no es, franciscano, sino jesuita; la orden religiosa de disciplina militar que encabezó el combate de la Contrarreforma. Orden de intenso activismo político, de conflictos dentro de la Iglesia y con los gobiernos de reyes soberanos; expulsada de Uruguay, de México, de varias otras latitudes. Ser jesuita era visto como equivalente a maquiavélico. Y al general de la orden se le llegó a llamar el Papa Negro, entre los poderes celestiales y terrenales en eterno conflicto. Algo más que simbólico hay en el nombre Francisco y la elección de la humildad por encima de las galas papales como medio de acercamiento a los fieles.

Y a los laicos, ajenos a la santa Iglesia apostólica y romana. Viene de Roma y hará escala en La Habana. No es novedad la relación papal con el régimen cubano de Fidel Castro y su hermano Raúl. Pero Francisco se reunirá en la mayor de las Antillas con el patriarca Kiril, jefe de la Iglesia ortodoxa rusa. Primer encuentro en la historia: el de Moscú, rumbo a Brasil y Paraguay; el de Roma, camino a México. De Cuba salieron Hernán Cortés y sus hombres. En Veracruz instalaron el primer municipio de América. Lástima que Francisco no vaya a Veracruz. La tierra de Dios y María santísima, dicen los nativos, indios, negros, criollos, mestizos y mulatos. Y cantan las décimas: “Ya lo dijo el santo Papa / y lo dijo a voz en cuello / Sólo Veracruz es bello/ y su capital Xalapa...

Francisco va a sobrevolar el puerto y sotavento. En tierra, el gobernador Javier Duarte padece las últimas horas de su mandato. La Universidad Veracruzana denunció al gobierno del estado que, asegura la rectora Sara Ladrón de Guevara, le adeuda más de 2 mil millones de pesos al no pagar los subsidios desde 2013. Y solicitó amparo contra la ley de egresos del estado, que reduce en 7 por ciento el subsidio de 2015, equivalente a 249 millones 844 mil 705 pesos. Como en Alvarado, de inmediato respondieron los funcionarios de Duarte: la universidad debe más: cuotas de jubilaciones y de impuestos sobre erogaciones al trabajo personal. Ya se va Duarte y deja un fuerte olor a azufre. Héctor Yunes y Miguel Ángel Yunes son los candidatos para un gobierno de dos años y muchos apuros. Va a ganar el senador Héctor Yunes, del PRI.

Manlio Fabio Beltrones ha logrado ya la designación de 11 candidatos de unidad. El más reciente, Omar Fayad, tuvo dura competencia de José Antonio Rojo, David Penchyna, Nubia Mayorga, Carolina Viggiano y Fernando Moctezuma, en Hidalgo. Pero como en Oaxaca, donde Alejandro Murat ganó por unanimidad, no hubo en Hidalgo revuelo ni recelo alguno. Beltrones insiste en que el PRI busca alcanzar mínimamente nueve triunfos; refrendarlo donde gobierna. En Oaxaca, Puebla y Sinaloa, donde no son gobierno, habrá contienda cerrada, pero asegura que tienen muy buenas posibilidades de ganar en las tres entidades.

Estos son días para hablar de las candidaturas y programas de nuestros alicaídos partidos políticos. Sin confundir las elecciones que cambiarán el gobierno en 13 estados de los 31 de la República nuestra, con la nota roja. Pero habrá un fervor religioso agigantado por la cobertura de la televisión abierta; un largo, intenso peregrinar del papa Francisco desde la frontera del norte hasta las selvas chiapanecas.

Y los oligarcas a cargo de la cosa pública, junto a los dueños del dinero y de sus oficios de tinieblas, se dejarán ver al lado del Papa humilde: de pie o de hinojos, anhelantes de su aprobación, de su apoyo. O, en el peor de los casos, de su discreción.