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Número Especial febrero marzo 2016 No 204

Salvar a la vaquita:
un esfuerzo continuo y de largo plazo

Omar Vidal
Director general del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en México
Correo-e: [email protected]


El rostro de la vaquita Foto: Omar Vidal

En los últimos 250 años, los humanos hemos llevado a la extinción a cuatro especies de mamíferos marinos: la vaca marina de Steller, la foca monje del Caribe, el lobo marino de Japón y el delfín de río chino. Hoy estamos a punto de perder la quinta: la vaquita marina, una marsopa que solo existe en México. Concretamente en el alto Golfo de California.

La vaquita es el mamífero marino en mayor peligro de extinción de los 128 que existen, y una especie emblemática de México. Es para México lo que el panda es para China. El análisis más reciente, presentado por un equipo de científicos internacionales, demuestra que sobreviven menos de 100 vaquitas.

Por muchos años, el destino de esta marsopa se ha vinculado a su captura accidental en las redes de enmalle utilizadas para la pesca de camarón y peces, en particular a la pesca ilegal de la totoaba, que igualmente vive en el alto Golfo de California y que también está en peligro de extinción debido a la sobrepesca. La captura de totoaba resurgió masivamente en San Felipe, Baja California, y en el golfo de Santa Clara, Sonora, durante los últimos tres años debido a que su vejiga natatoria (“buche”) se vende en miles de dólares como alimento tradicional en China, luego de pasar de contrabando a través de la frontera entre México y los Estados Unidos.

He dedicado la mitad de mi vida a estudiar y conservar a la vaquita marina, y puedo atestiguar que en las décadas recientes las autoridades mexicanas han tomado medidas para evitar su extinción. Desafortunadamente, dichas medidas han sido muchas pero no han resultado suficientes y es por eso que tan preciado y único mamífero está ahora en peligro inminente de extinción.

En abril pasado, el gobierno federal anunció una estrategia para salvar a la vaquita. Contempla cuatro componentes:

  • La suspensión por dos años de la pesca con redes de enmalle en el hábitat de esta marsopa.

  • La compensación económica a los pescadores que dejarán de pescar.

  • La vigilancia para eliminar la pesca ilegal de totoaba y camarón con redes agalleras.

  • La sustitución de artes de pesca que atrapan vaquitas por aquellas que no lo hacen, y que permitirán a los pescadores continuar con su trabajo tradicional y brindando sustento a sus familias. La buena noticia es que estas artes de pesca ya existen, han sido probadas y funcionan.

Durante años, el Fondo Mundial de Vida Silvestre (World Wildlife Fund, WWF) se ha sumado a los esfuerzos para proteger a la vaquita y lograr contar con tecnologías de pesca sustentables. Ahora, nuestras oficinas en México, Estados Unidos y los Países Bajos apoyan la nueva estrategia del gobierno federal en tres rubros: a) capacitando a los pescadores en el uso de las artes de pesca que no atrapan vaquitas; b) el monitoreo científico de la población de la vaquita para evaluar la efectividad de las medidas de protección, y c) la apertura de mercados preferenciales en México y Estados Unidos para productos pesqueros sustentables del alto Golfo de California. Particularmente de camarón, lo cual dará incentivos a los pescadores comprometidos con la legalidad. A esta causa se adhieren restauranteros y chefs de ambos países que, con festivales gastronómicos, contribuyen a posicionar en el mercado los productos marinos obtenidos responsablemente.

Como resultado del trabajo y los experimentos llevados a cabo desde 2004 conjuntamente por el Instituto Nacional de Pesca (Inapesca) y WWF, en colaboración con científicos nacionales y extranjeros, actualmente contamos con redes selectivas para camarón que no atrapan vaquitas y que podrán sustituir las redes de enmalle.

En 2013, la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), en trabajo coordinado con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), modificó la Norma que regula la captura de camarón en el alto Golfo de California. Esta norma ordena la sustitución gradual, antes de 2017, de las redes de enmalle para camarón por la red selectiva desarrollada por el Inapesca y WWF –la llamada RS-INP-MX o chango ecológico.

Se han logrado avances en los experimentos para obtener artes de pesca que sustituyan las redes de enmalle para peces, las cuales también atrapan vaquitas accidentalmente. En 2012 el Inapesca, con apoyo de WWF y la Comisión Ballenera Internacional (CBI), comprobó la eficacia de las trampas y de una pequeña red de arrastre selectiva para peces. Por otro lado, Pronatura-Noroeste y WWF demostraron la rentabilidad económica de la pesca con palangre –un arte que tampoco atrapa vaquitas– para capturar peces con alto valor comercial, como la cabrilla.

Los resultados técnicos y estadísticos han demostrado la efectividad de los cambios tecnológicos. Sin embargo, los procesos de aceptación social al cambio tienen retos importantes. Una de las barreras a vencer es la duración de la curva de aprendizaje para aprender a usar las nuevas artes de pesca. Cabe advertir que los pescadores con habilidad y experiencia en el uso de las nuevas tecnologías logran capturas hasta seis veces mayores que aquellos que no tienen experiencia.

Un signo alentador es que el sector pesquero del alto golfo está aceptando cada vez más estos cambios. En San Felipe hay un grupo de pescadores abiertos a la innovación que inició con cuatro titulares de permisos de pesca de camarón en 2011. Aumentaron a 27 en 2014 y a 45 en 2015. Esto quiere decir la cuarta parte de los permisos de pesca para camarón en este último año. Estos pescadores han manifestado su deseo de ser capacitados en el uso de las nuevas tecnologías. No debemos olvidar que, a fin de cuentas, ellos son los verdaderos protagonistas de esta transformación. No hay duda de son los que van a innovar y aprender nuevas artes de pesca, a diversificar sus actividades económicas y a conservar su patrimonio natural.


Vaquita atrapada en red para totaba Foto: Cristian Faesi, Omar Vidal

Pero seamos claros. Por sí solos estos esfuerzos no son suficientes para salvar a la vaquita. Es indispensable, primero, que las autoridades vigilen y aseguren el cumplimiento de la suspensión de la pesca con redes de enmalle en los próximos dos años, y que la pesca de camarón con estas redes se termine de manera definitiva antes de 2017 como lo ordena la norma emitida por el gobierno federal en 2013. En segundo término, debe cortarse de tajo y de manera definitiva la pesca ilegal de totoaba en México y eliminarse el tráfico ilegal de ella a Estados Unidos y China, que está llevando a estas dos especies mexicanas a la extinción. Y, tercero, debe acelerarse la transición de los pescadores a artes de pesca selectivos que les permitan, en el largo plazo, asegurar su sustento y el de sus familias.

Recordemos que no es la primera vez que nuestro país enfrenta el desafío de salvar una especie marina en peligro de extinción. En el siglo pasado la ballena gris estuvo a punto de ser exterminada por la cacería indiscriminada. Pero gracias a los esfuerzos de la Comisión Ballenera Internacional y de México (que decretó bajo protección las áreas de reproducción en Baja California) la magna ballena se recuperó. Algo similar ocurrió con el elefante marino del norte, que fue cazado para usar su grasa como aceite para lámparas hasta llevarlo al borde de la extinción. Se estima que en 1910 sobrevivían menos de 100 animales, todos en la isla Guadalupe, en Baja California. Es el mismo número de vaquitas que, según los estudios de los científicos, quedan actualmente. Hoy, el elefante marino del norte se ha recuperado y su población en México y Estados Unidos alcanza unos 150 mil ejemplares.

Estoy convencido de que aún es posible salvar a esta hermosa marsopa. Es ahora o nunca. No está de más aclarar que recuperar su población tomará años, tal vez décadas. Si se lo propone, México puede hacer del rescate de la vaquita marina otra gran historia de éxito.

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