Sociedad y Justicia
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El Chapo se equivocó en todo: Saviano

Peña, presidente inadecuado, explota la detención del capo, pero solapa desde hace tiempo los dramas que vive México, afirma

 
Periódico La Jornada
Sábado 30 de enero de 2016, p. 36

Entrevista con el periodista y escritor italiano Roberto Saviano, autor de los libros Gomorra, sobre la camorra napolitana, y Cero cero cero, texto de periodismo narrativo y de investigación sobre la cocaína y las mafias globales.

–Sobre la cama de una guarida de El Chapo Guzmán, capo del cártel de Sinaloa detenido el pasado 8 de enero, se encontró un ejemplar de la edición estadunidense de tu libro Cero cero cero. ¿Qué significa? ¿Qué leen los jefes del narco? ¿Por qué?

El Chapo, como muchos mexicanos de poder, conoce el inglés, pero cuando tiene que contar algo acerca de su propio poder usa el idioma en que se siente más cómodo. Es una cosa muy latina, también italiana. Los capos en realidad leen desde siempre. Por ejemplo había una copia de Gomorra en el búnker de los camorristas italianos Zagaria y Barbato. En fin, creo que en las cárceles napolitanas es el libro más pedido en préstamo. De hecho los jefes leen porque profundizan, adoran leer las historias que cuentan de ellos mismos, sus temas y sus negocios. Y también para mejorar, para entender lo que se dice, incluso para mofarse en algunos casos de las malas interpretaciones, para adelantarse y comprender hacia dónde va el análisis. Hoy la mayor parte de los capos fugitivos pasa su vida en la red buscando noticias sobre sí mismo, entendiendo cómo funciona la comunicación. Estamos hablando de personas que ya son cultas y a menudo más inteligentes de los que están encargados de atacarlos.

–¿Qué idea te hiciste sobre el caso Kate del Castillo-Sean Penn?

–Todavía no está del todo claro; hay que entenderlo bien. La opinión que tengo, simplemente, es que con Kate del Castillo aún no sabemos bien cuál sea la relación. Digamos que, si son ciertos los intercambios de mensajes con el abogado de Guzmán, serían terribles, hablarían precisamente de una complicidad total. Si, en cambio, están hechos con artimañas, entonces no tengo idea. Por otro lado, Sean Penn fue del todo inadecuado en esta entrevista, no porque la haya realizado, sino porque no se ha preparado, no se ha informado. Fue allá para volverse un megáfono. Pues, o conoces muy bien la historia o tienes que negarte a ser un interlocutor. Es como no ir preparado a encontrar, qué sé yo, a Al Baghdadi… En ese momento no sabes nada, no puedes rebatir, no puedes nada, tan sólo puedes escuchar. Entonces, te vuelves como una oficina de prensa y, más bien, consigues un poco de visibilidad por la curiosidad despertada alrededor del encuentro, pero eso es como una selfie, no una entrevista.

–Hay una parte polémica de la narración de Penn en la que explica cómo atravesaron un filtro del Ejército Mexicano dentro de un coche. Quien lo manejaba era el mismo Alfredo, hijo de Joaquín Guzmán Loera.

–No creo que sea una novedad. Ya está claro que un sector del Ejército, sobre todo en el interior del estado de Sinaloa, es pagado por la familia Guzmán. De esto no hay que sorprenderse.

–¿Qué quería comunicar El Chapo?

–Quiere comunicar que todavía es él quien manda, el jefe, aunque ya no lo es, o por lo menos está en crisis. Es decir, se está vaciando. Y entonces, además, el cambio de comunicación que él ha construido, o sea, declarar ser un narco, eso es algo trascendental. Pablo Escobar declaraba ser empresario, igual que John Gotti, y así todos los jefes, para mayor desfachatez. Sin embargo, El Chapo ha dicho lo que ha dicho.

–¿Por qué El Chapo quería grabar una película?

–Se podría decir banalmente que fue por narcisismo. En realidad, en las películas los capos pueden hacer entrar un poco de complejidad. Me dirás, ¿y son tan intelectuales como para querer esto? Sí. Es decir, no quieren proyectar la única dimensión terrible por la cual acaban estando en las crónicas de los diarios. No quieren tampoco la igualmente terrible apología que hacen de ellos aquellos que los temen o los adoran para conseguir dinero. Por lo tanto, está el placer, finalmente, de ver contada la historia de uno mismo. Seguramente hay un objetivo épico. A lo mejor habrá visto la serie Narcos, dándose cuenta de que está muy por debajo de la narración de la verdad, y que luego es el pasado remoto del narcotráfico. Sabes, en Narcos falta completamente el tema de la corrupción política y policiaca, es decir, todo acaba reduciéndose a una sola posición, aunque esté muy bien rodada.

–¿Representa una burla para el Estado mexicano? ¿Se equivocó Guzmán?

–Sí. No sé si sea precisamente una burla, pero puedo decir que El Chapo se equivocó en todo y lo está haciendo desde hace un tiempo. Se equivoca completamente en su nueva manera de ponerse en el centro de la atención, incluso con su evasión, que como tal no podía no atraer una gran atención mediática, aunque sí hubo en el pasado narcos brasileños, peruanos o mexicanos que se escaparon con menos ruido. Pero en su caso ya se había vuelto demasiado famoso y, en vez de tratar de silenciar la situación, una operación por cierto no muy fácil, la ha explotado, lo cual a la postre fue su condena.

–Después del tercer arresto, Peña Nieto habló de una misión cumplida, mientras que muchos críticos dijeron que era una ficción cumplida, aludiendo a los muchos montajes mediáticos de la historia reciente y las zonas grises de este caso. ¿Cuál es tu opinión?

–Bueno, Peña Nieto es un presidente inadecuado. Explotó la detención de El Chapo como hubiera hecho, digamos, cualquier jefe de gobierno, pero está solapando desde hace mucho tiempo los dramas que están aconteciendo en México, a partir de la noche de Iguala, hasta llegar al asesinato de la alcaldesa Gisela Mota.

–¿Crees que se da una elección del momento más oportuno, con base en la coyuntura política, para los arrestos importantes?

–Según yo, esa elección existe. O sea, Peña, tras el asesinato de Gisela Mota, intuyó que, ya que la noticia se estaba difundiendo mucho, hacía falta acelerar la captura del jefe del cártel de Sinaloa. Es mi conjetura, pero eso se puede hacer. Claro, no hay que ir más allá, porque entraríamos en la especulación o ficción política, pero sí se ha acelerado la captura. Era muy importante que eso aconteciera.

–¿Cuáles escenarios se abren en caso de extradición de Guzmán Loera a Estados Unidos?

–Cuando un capo mafioso se vuelve famoso, obtiene la ventaja de poder negociar con el Estado, de una u otra manera, si decide colaborar. Si decide no colaborar, no saca ninguna ventaja de su propia fama en relación con el Estado. Al contrario, Peña Nieto prácticamente fue obligado, así como Colombia no podía no eliminar a Escobar. En cambio, por ejemplo, la misma Colombia logró manejar muy bien el caso de Salvatore Mancuso, El Mono, jefe de las autodefensas unidas, narcotraficante increíble, potentísimo, pero hábil en mantenerse conocido sólo entre los profesionales del sector, los periodistas y uno que otro experto.

Si El Chapo no es extraditado, no tiene sentido este arresto, y tan sólo el hecho de que se tenga que esperar un año significa ver qué tan capaces son los cárteles de narcotraficantes de meterse dentro de las dificultades de las mallas de la burocracia.

–¿Qué va a pasar con el cártel de Sinaloa? ¿Está lista alguna sucesión generacional, más allá del liderazgo de algunos jefes históricos, como Ismael El Mayo Zambada?

–Lo que está pasando, en mi opinión, no es la llegada de una nueva generación. Esto ya había ocurrido, o sea que El Mayo Zambada se aliara con la parte mejor, de alguna manera, de la nueva generación sinaloense. También yo hablé del asunto en el pasado, y un guardaespaldas de El Chapo, Carlos Hoo Ramírez, alias El Cóndor, lo confirmó unos cuantos días después. Según yo hay un retorno al pasado, o sea, las cumbres del poder vuelven en las manos de capos históricos. Entre ellos están todavía Rafael Caro Quintero, Zambada, El Azul, es decir, los que estaban presentes cuando todavía no se había realizado la división de territorios entre cárteles por parte de El Padrino. Este hecho les confiere mucho respeto y autoridad, los hace muy capaces de mantener la fuerza de la organización. Tienen un método distinto, no son como los hijos de El Chapo, totalmente desprovistos de fiabilidad, totalmente incluso tontos en el manejo de los negocios. No son como, por ejemplo, El Vicentillo, Jesús Vicente Zambada, hijo de El Mayo, quien tuvo un papel importante en el negocio. Los hijos de El Chapo son de alguna manera unos fanfarrones que no han logrado ser como él esperaba. Luego uno es el jefe militar, el otro es el económico, pero en realidad disfrutan de las ventajas del carisma y el poder de su padre, pero nada más.

–El CJNG (Cártel Jalisco nueva generación) ha estado capturando más atención mediática en 2015 y ha crecido en el mercado de las metanfetaminas. ¿Qué evoluciones ves en ese sentido? ¿Su líder, Nemesio Oceguera Cervantes, puede llegar a sustituir a El Chapo en el narcotráfico mexicano?

–No creo que tengan todavía el nivel como para ocupar el lugar de El Chapo y de Sinaloa en este momento. Más bien, entre los microgrupos, como Los Rojos o Guerreros unidos, y varios más de esta marea de grupos pequeños que hay, son el único que puede volverse un verdadero cártel. Incluso ya lo es, pero bueno, digo un cártel en serio.

–¿México o partes de su territorio pueden configurarse como Estado fallido?

–Es difícil decir que México es un Estado fallido, no lo diría así como tal. Si fuera así, sería mucho más fácil.

* Periodista italiano, freelance y profesor de geopolítica en la UNAM; autor en Italia de los libros periodísticos NarcoGuerra: crónicas del México de los cárteles de la droga; Santa Muerte, Patrona de la Humanidad, y El hambre de Haití.