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Seis jornadas del FAOT
A

lamos, Son. Un análisis de los conciertos, óperas y recitales presentados en las primeras seis noches de gala de la edición del Festival Alfonso Ortiz Tirado de 2016, que se lleva a cabo aquí en Álamos desde el viernes 22, permite suponer que los recientes cambios en la administración estatal tomaron a contrapié, por así decirlo, a los organizadores del FAOT, con el resultado de una programación con altibajos, de la cual es posible, por fortuna, rescatar algunas cosas de muy buen nivel.

Entre estas seis primeras noches de gala, sin duda la más destacada fue la primera. La mezzosoprano mexicana Cassandra Zoé Velasco, acompañada por el notable pianista Abdiel Vázquez, ofreció uno de los mejores recitales de Lied de que se tenga memoria en Álamos.

El programa estuvo formado por sendos ciclos de canciones de Wagner, Strauss, Ravel y Montsalvatge, y fue cantado no sólo con cualidades técnicas y expresivas de alto nivel, sino también con todas las sutiles gradaciones estilísticas que cada caso requirió. A destacar, la mórbida decadencia con que Cassandra Zoé Velasco cantó las Canciones malgaches de Ravel, sazonada con la justa dosis de languidez y perfume sonoro de lo exótico. Igualmente eficaz, su aproximación a los elementos picarescos de las Cinco canciones negras de Montsalvatge, incluyendo las inflexiones armónicas limítrofes con el blues en la cuarta de ellas.

No me extraña que ante este sólido recital, programado, cantado y acompañado a muy alto nivel, hayan surgido voces discordantes que afirmaron que fue un programa triste y deprimente. Quizá el problema fue que nadie desde el escenario invitó al público a cantar a voz en cuello Sonora querida, que es lo usual en estos rumbos.

Unos días después, el pianista Pedro Vega fue el ancla de un muy serio y bien realizado recital monográfico dedicado a la compositora vasca Emiliana de Zubeldía, que dejó huella profunda a su paso por Sonora. Dos ciclos para piano solo, dos ciclos de canciones (con la soprano Sarahí Salgado) y un par de piezas de cámara (con el violinista Vilen Gabrielyan) conformaron este panorama amplio e incluyente de la producción de Zubeldía, tres obras del cual fueron escritas por ella según los postulados teóricos de ese misterioso y fascinante músico mexicano que fue Augusto Novaro. Los resultados de su sistema pasan principalmente por una armonía austera, monocromática, que no hace concesiones arcaizantes a los estilos posrománticos de la época en que Zubeldía escribió estas interesantes obras.

A lo largo de este muy interesante recital, el público permaneció distante y frío, y al final demostró con creces la indiferencia que la música de Zubeldía le provocó. Sin duda, falta mucho por hacer respecto de la educación del público del FAOT, que en general suele estar más satisfecho con los lugares comunes de siempre, y todavía no se atreve a salir de la zona de confort a la que el propio festival lo tiene acostumbrado. ¡Cuánto más ilustrativo puede ser un recital como éste que el usual collage de arias, canciones, baladas, rancheras, zarzuelas y norteñas que son la moneda corriente cada enero en Álamos!

Muy interesante (y mejor recibida) resultó también la breve ópera Inmigrante ilegal del joven compositor hermosillense Alfonso Molina. El mérito principal de la obra radica en que el compositor/libretista ha tomado y asumido el riesgo de contar una historia trágica relativa al tema que da título a la ópera no desde el punto de vista del inmigrante múltiplemente victimizado sino desde la óptica de un minuteman, uno de esos vigilantes estadunidenses de la frontera que se dedican de motu proprio (y con toda clase de complicidades detrás) a cazar migrantes a balazos. Este punto de vista asumido en la ópera Inmigrante ilegal da lugar a interesantes claroscuros éticos que se potencian en las páginas finales de la obra. Bien asumida también por Molina la redacción de su libreto en inglés, que es la lengua madre de sus protagonistas.

Orquesta pequeña, escritura moderna pero clara, narración compacta, son algunos otros de los méritos de Inmigrante ilegal, que se puso en escena aquí en Álamos con elementos teatrales mínimos, complementados con proyecciones a guisa de escenografía. Más del FAOT 2016 aquí mismo, pronto.