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Bajo la Lupa

El mandarín Xi corteja a Arabia Saudita, Egipto e Irán: hidrocarburos a cambio de nueva ruta de la seda

L

os multimedia adscritos al eje caníbal-necrófilo Rothschild/Soros/BlackRock se refocilan con la sangre en la calle de las finanzas globales (http://goo.gl/HbGoWD) mediante su clásica desinformación con técnica Hasbaráguerra de propaganda, diseñada para neófitos y/o ingenuos, o los dos– y arremeten contra China, a la que vaticinan un aterrizaje duro, mientras el imperturbable mandarín Xi Jinping reingresa a China en forma pomposa al corazón del Medio Oriente después de una ausencia de más de siglo y medio.

Días después del lanzamiento oficial del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés; http://goo.gl/FuH50u), que de facto ha relegado al Banco Mundial a la irrelevancia, el mandarín Xi emprendió una gira de carácter geoestratégico a tres de las principales potencias regionales islámicas del gran Medio Oriente: Arabia Saudita –máxima potencia petrolera global y sede de los sagrados sitios islámicos de La Meca y Medina–, Egipto –máxima potencia militar árabe, pese a sus avatares internos– y la desnuclearizada Irán, potencia chiíta en ascenso irresistible.

Las otras tres potencias regionales son Turquía –único miembro islámico sunita de la OTAN–; Pakistán, único país islámico sunita poseedor de 120 bombas nucleares, e Israel, dotada de 400 bombas atómicas clandestinas (http://goo.gl/hd5AqA), con su asignada tarea nihilista.

En México, el devaluado itamita Videgaray –íntimamente vinculado al eje Rothschild/Soros/BlackRock a través de Scotiabank (http://goo.gl/8nHIQs)– repite la misma postura descabellada contra China, al borde de la viciosa sinofobia.

China se ha despojado de alrededor de 700 mil millones de dólares de sus pletóricas reservas de divisas, las cuales ha compensado en forma relativa con el ahorro de 460 mil millones de dólares en la compra de desplomadas materias primas (commodities), en especial de hidrocarburos (https://goo.gl/wGqY5T).

A la hostil prensa israelí-anglosajona, que prácticamente escamoteó la espectacular gira del mandarín Xi, llamó más la atención su visita a la desnuclearizada persa chiíta Irán que a los dos supuestos aliados árabes de Estados Unidos y Gran Bretaña, by the time being: Arabia Saudita y Egipto.

Al New York Times (NYT) le interesó más la consolidación económica de China en Irán (http://goo.gl/1Qk1wU) cuando Teherán y Pekín acordaron aumentar su comercio bilateral a 600 mil millones de dólares (¡súper sic!) en la década próxima.

NYT desglosa los grandes proyectos de infraestructura a cargo de China en Teherán, el mayor socio comercial de Pekín, y comenta que el mandarín Xi fue el primer líder foráneo en visitar Irán después de que la mayoría de las sanciones internacionales fueron levantadas: China depende del petróleo iraní y contempla a Irán como un eslabón vital (¡súper sic!) para la estratégica ruta de la seda, que busca extender la influencia económica de China a Occidente.

En su visita de dos días a Arabia Saudita –después de que China publicó su primer documento sobre política árabe, que extiende el significado de ruta de la seda, de más de 60 países, al sudoccidente de Asia–, el mandarín Xi escribió un artículo en el rotativo saudita Al Riyadh: Buenos socios para un desarrollo común.

China es ya el principal socio comercial de Arabia Saudita, mientras los sauditas compiten con los persas por el primer lugar de la fuente de importación de petróleo de China, que venderá a Arabia Saudita una planta nuclear de cuarta generación, de enfriado gas de alta temperatura (HTR, por sus siglas en inglés), que comenzará operaciones en 2017.

La cooperación estratégica con Arabia Saudita es extensiva a las negociaciones de libre comercio con las seis petromonarquías del Consejo de Cooperación de los Países Árabes del Golfo (http://goo.gl/F5U8np), feudo anglosajón.

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El presidente chino, Xi Jinping, durante la presentación en Pekín, el pasado día 16, del Banco Asiático de Inversión en InfraestructuraFoto Reuters

En Egipto operan 32 empresas chinas en la zona económica del “nuevo canal de Suez (http://goo.gl/j4JT5Z)”, donde han invertido 400 millones de dólares, en espera de llegar a 100 empresas con 2 mil 500 millones de dólares.

China y Egipto planean 15 proyectos en electricidad, infraestructura y transporte, con un total de 15 mil millones de dólares de inversiones y un préstamo de mil millones para el alicaído banco central egipcio, que ha mermado sus reservas a la mitad.

En la sede de la Liga Árabe, en El Cairo, China ofreció una estrategia ganar-ganar.

China apoya sin tapujos la “causa palestina (http://goo.gl/vUflfk)”. El mandarín Xi recordó la injusticia con el pueblo palestino, al que otorgó una ayuda de 7.6 millones de dólares y reiteró su apoyo a una solución de dos países basada en las fronteras de 1967 de Israel con los países árabes –y no los límites artificiales del vigente cuan imparable despojo neocolonial sionista.

Al Manar, portavoz del partido chiíta libanés Hezbolá, exulta “el carácter estratégico de la asociación de China con Irán (http://goo.gl/P8g71y)”, cuyos intercambios económicos fueron de 52 mil millones de dólares en 2014, cuando 36 por ciento del comercio exterior de Irán se efectúa con China, primer cliente del petróleo iraní.

De nuevo el mandarín Xi sacó a relucir la conectividad civilizatoria de persas y chinos cuando Irán pronto será miembro del Grupo de Shanghai, que encabezan China y Rusia (http://goo.gl/o1VZCx).

Jia Jinjing, de la Universidad china de Renmin, esboza las tres diferentes vías de desarrollo de Arabia Saudita, Egipto e Irán y fustiga que el plan del gran Medio Oriente y la primavera árabe de Estados Unidos no aportaron democracia ni prosperidad”, y provocaron inestabilidad y terrorismo (http://goo.gl/Ra6rMR).

Más allá de la pugnaz postura israelí-anglosajona, M. K. Bhadrakumar, anterior embajador de India, aduce que “China muestra una tercera vía al mundo árabe (http://goo.gl/MSO7ev)”, que el mandarín Xi condensó en 10 planteamientos (http://goo.gl/RxZ03p).

El diplomático indio considera que China no pretende intervenir militarmente en los conflictos regionales cuando establezca un centro de investigación sino-árabe sobre reformas y desarrollo mediante un muy creativo diálogo intercivilizatorio que erradique el terrorismo.

A M. K. Bhadrakumar no se le escapa que las motivaciones de China tienen una pronunciada orientación económica mediante el modelo de cooperación petróleo y gas plus que incluya el mayor número de acuerdos de intercambio de divisas Swap, y la expansión de los negocios pagaderos en renminbi: Pekín ofrece 15 mil millones de dólares de un préstamo especial para la industrialización de Medio Oriente, otros 10 mil millones como préstamos comerciales, al unísono de 10 mil millones como préstamos blandos y el lanzamiento de un fondo de inversiones de 25 mil millones con Qatar y Emiratos Árabes Unidos, lo cual desafía los fundamentos del reciclaje de los petrodólares que han sostenido la hegemonía occidental.

Después de haber desglosado el mirifico intercambio cultural entre China y el mundo árabe, M. K. Bhadrakumar concluye que se trata de “un hecho diplomático espectacular de China para rebasar la estrategia del pivote de Estados Unidos en la región Asia-Pacífico y, al mismo tiempo, desafiar al tío Sam en sus tradicionales terrenos de caza”.

China llena el vacío que deja Estados Unidos.

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