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En la Academia Mexicana de la Lengua analizará los criterios para considerar clásica una obra

Rosa Beltrán planteará otra forma de abordar la literatura

Estima que hay prejuicios sobre el español, como creer que la gente no está interesada en conocer su idioma

Los medios y las redes sociales, algunos factores que lo empobrecen

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La escritora Rosa Beltrán ingresará a la Academia Mexicana de la Lengua en una ceremonia que se realizará mañana en el Palacio de Bellas ArtesFoto María Meléndrez Parada
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de enero de 2016, p. 3

La fortaleza y la importancia de la lengua española son incuestionables en el mundo contemporáneo. No sólo por su número de hablantes, con el segundo lugar a escala global, después del mandarín, y el tercero en los medios digitales. También, por su literatura, que es riquísima, espléndida.

Así lo sostiene la escritora Rosa Beltrán (ciudad de México, 1960), quien, no obstante, acepta que nuestro idioma se ha visto empobrecido en tiempos recientes por los medios de comunicación y la homogeneización cultural impuesta por el capitalismo.

En entrevista con motivo de su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua (AML), cuya ceremonia será este jueves a las 19 horas en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la también catedrática y promotora cultural afirma que son varios los prejuicios que persisten sobre el idioma español.

Uno de los más evidentes, señala, es creer y asegurar que la gente no tiene interés en conocer su lengua y los usos que ésta tiene.

Pensar que es anacrónico o absurdo que se le registre, se le comente y no tenemos ningún interés en saber cómo hablaron nuestros ancestros es también un prejuicio, que la academia viene a desmontar, indica.

Otra idea equivocada en torno de la lengua, agrega, tiene que ver precisamente con la incidencia de los medios de comunicación y las redes sociales, pues si bien estos son factores que determinan su uso sintético y empobrecido, no todo está determinado por ellos.

También es una perversión pensar que estamos tan sometidos a los medios que es lo único que ocurre. Basta que uno cambie de un país a otro para que se dé cuenta de cuán rica sigue siendo la lengua española y de qué manera tan distinta se utiliza.

Licenciada en lengua y literaturas hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y doctora en literatura comparada por la Universidad de California, Rosa Beltrán considera que su inclusión en la AML, donde ocupará la silla 36, le permitirá poner sobre la mesa de discusión otra forma de abordar la literatura.

Es un honor pertenecer a la academia, pero también un desafío y una oportunidad de abrir el canon y proponer la reflexión acerca de lo que es un clásico y con qué criterio se designa como tal a una obra, y cómo es que las que no lo son se vuelven muy importantes y deben ser consideradas, explica.

No hay géneros mayores o menores, agrega, lo que “hay es buena literatura o no la hay; debe considerarse –por ejemplo– a la crónica, el testimonio como parte de la literatura, no exclusivamente a la poesía o la novela”.

En su opinión, un clásico no es una obra que tenga determinados méritos y sea leído de una vez y para siempre de la misma manera, sino un mecanismo que implica la lectura de quienes de manera anónima en sus bibliotecas revaloran continuamente los rasgos que presenta.

Esto quiere decir que hay obras que no han sido consideradas clásicos, que no han sido estudiadas, y esta es una excelente oportunidad de preguntarnos sobre ese fenómeno, de abrir el canon, remarca.

Edición de libros

Directora de literatura de la UNAM, Rosa Beltrán aún no tiene bien definida a cuál comisión de la academia se integrará, aunque adelanta que le gustaría que fuera en las que que tienen que ver con la edición y anotación de libros o en las relacionadas con las consultas, el registro de usos de la lengua y el ingreso de nuevas modalidades.

Recuerda que la lengua es un ente vivo, mutante, que existe por el uso que se le da, no por la argumentación que se esgrima en torno a ciertos vocablos. Al respecto, externa sorpresa por el amplio criterio de los miembros de la AML para consignar nuevos términos.

La aceptación de nuevas palabras, apunta, requiere de un profundo proceso de estudio y discusión, porque muchas veces se trata de términos que están sujetos a modas y, como tales, son pasajeros.

Una lengua está sujeta a los cambios históricos y sociales de una época; refleja la historia de las mentalidades; implica posiciones políticas, señala.

El lenguaje no debe, no puede sustraerse de una realidad histórica; habla no sólo de sí mismo, no es una entidad endogámica, habla de nuestra forma de ver y percibir el mundo, de la época que estamos viviendo.

Para la autora de La corte de los ilusos (premio Planeta 1995) resulta muy llamativo el interés de la AML por relacionarse con la sociedad y las formas con las que busca interactuar con ella, lo cual hace participando en ferias, simposios, redes sociales, su página de Internet y un programa radiofónico.

Es cierto que a veces se le ve como una logia del siglo XIX y que conserva protocolos, pero hay interés absoluto de estar en contacto y gran apertura, como lo hace evidente al aceptar propuestas de ingreso como la mía, además de participar en cualquier actividad en la que el lenguaje tenga un papel importante en México o fuera del país.