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Ver día anteriorLunes 25 de enero de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Kalpakkam y Kudankulam
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sos dos lugares en la hermosa costa del estado de Tamil Nadu, en el sureste de India, son famosos o deberían serlo para quienes critican la industria nuclear. Por lo que ocurre ya y lo que puede ocurrir en el futuro. Recientemente estuve invitado en Bangalore y en Chennai (que antes se llamaba Madras) y aproveché para hablar con conocedores del tema y recopilar datos para el Atlas de justicia ambiental (www.ejatlas.org) que alcanza ahora mil 700 conflictos ambientales alrededor del mundo, de los cuales 220 corresponden a India.

Kudankulam y Kalpakkam no son los únicos conflictos en India: existen otros, de minería de uranio o de construcción de centrales nucleares. Pero estos dos son importantes: uno por la brava resistencia local y el otro por su tecnología sumamente arriesgada.

India depende para su sistema energético de la biomasa (la madera y en escasa medida el estiércol seco), el carbón (anunciándose un uso de carbón en la producción de electricidad de mil millones de toneladas anuales para 2025), el petróleo y el gas (éste último solamente en 10 por ciento del total, que aumentará por el crecimiento económico y por las pacíficas relaciones con Irán). La energía nuclear alcanza 3 por ciento. La energía eólica y la solar fotovoltaica crecen por lo menos al ritmo de la economía.

Todas las formas de energía aumentan para permitir un crecimiento económico de 7 por ciento anual, la que menos crece es la energía de la biomasa. Por tanto, no sorprenden los planes de energía nuclear. El empeño se debe en parte a la fuerza de la nucleocracia, una burocracia apoyada por casi todos los partidos políticos (incluyendo la izquierda). Fue ya con Nehru, que era relativamente pacifista, cuando se inició la industria nuclear, que es apoyada desde el estamento militar, pues las centrales nucleares generan subproductos (uranio y plutonio) aptos para fabricar bombas atómicas. India, por su conflicto con Pakistán sobre Cachemira y con China por las zonas fronterizas en el Himalaya, decidió poseer armamento nuclear.

Kudankulam es una central nuclear convencional (en el extremo sur de India, al otro lado del estrecho que la separa de Sri Lanka), cuyo primer reactor sería seguido de otros hasta alcanzar un total de más de 6 mil megavatios (MW) de potencia. El primer reactor (de tecnología rusa) está en pruebas finales tras muchos años de retraso. No hubo inicialmente muchas resistencias, pero tras el accidente de Fukushima, en 2011, explotó una fuerte oposición de los pescadores. Hubo algún muerto entre los miles de manifestantes. Un pueblo entero fue bloqueado durante meses por la policía. El gobierno acusó a los opositores de ignorantes y de estar manipulados por iglesias cristianas o poderes extranjeros. Finalmente, la represión ganó y Kudankulam va adelante (al menos el primer reactor) aunque con dificultades técnicas. El día que se enchufe definitivamente a la red eléctrica, será un día de fiesta para la nucleocracia.

No muy lejos de Kudankulam, hacia el norte y a solamente 70 kilómetros al sur de Chennai, en Kalpakkam, se encuentra otro parque nuclear, cuyo elemento más llamativo es un reactor reproductor rápido, un Prototype Fast Breeder Reactor, que produciría más material fisionable que el que consume. Estará refrigerado con sodio. Los reactores de este tipo que se empezaron a construir en Japón (Monju) y en Francia (Creys-Malville) fueron abandonados por fallos tecnológicos y por protestas de la sociedad. Aunque Francia comparte con India el fuerte poder político de una nucleocracia (la izquierda francesa fue siempre pro nuclear y también los gaullistas), el reactor rápido de Creys-Malville, cercano a Ginebra, fue abandonado. Hubo muchas manifestaciones en contra, por la peligrosidad de una tecnología que no sólo produce sino que usa plutonio de insumo. Una víctima mortal fue el joven manifestante Vital Michelon.

En Kalpakkam, la agencia nuclear india anuncia que esa maravilla tecnológico-militar, el reactor rápido, entrará finalmente en marcha en 2016. Anuncia también, con toda seriedad, que tras ese prototipo (que no es pequeño sino de 500 MW), se construirán otros seis reactores rápidos en otros lugares de India con las correspondientes plantas de reprocesamiento de residuos nucleares para convertirlos en insumos de los reactores. Es tal vez el escepticismo respecto de tales anuncios triunfales lo que en parte explica que, en contraste con Kudankulam y otras grandes centrales nucleares (como Jaitapur, en Maharashtra, que se supone que Areva iba a construir), apenas haya protestas. Una ciudad de más de 7 millones de habitantes como Chennai, a 70 kilómetros de un reactor rápido refrigerado con sodio y que funcionará con plutonio. Todavía casi nadie protesta. Hay un conflicto latente.

*ICTA-Universidad Autónoma de Barcelona