Opinión
Ver día anteriorLunes 11 de enero de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Problemas que causa la mala calidad del aire
C

uando mi amiga me dijo que pasaría las vacaciones decembrinas en China, y especialmente en Pekín, le comenté que no era la mejor época para hacerlo. No por el frío, soportable en esa época del año, sino por la elevada contaminación que el noreste del gigante asiático sufre durante el invierno. Se lo decía por experiencia, pues en 1978 me tocó padecer la mala calidad del aire.

Pekín no era la metrópoli que es hoy y las bicicletas superaban por mucho a los coches. Ahora el explosivo crecimiento urbano sin planeación complicó los problemas. Lamentablemente mi amiga, historiadora emérita, no pudo cancelar el viaje y me envió un email donde me dice cómo ella y su familia “han padecido los efectos de la contaminación y el cambio climático; no ver más allá de medio metro, andar con máscaras y llorando todo el tiempo. Creo que te quedas corto cuando comentas en tus artículos la gravedad de lo que está pasando. Escuchar a la gente decir que esperan que sus hijos se vayan a cualquier lado para ‘que se salven y vivan con salud, aunque no los vuelvan a ver’… o que ‘el gobierno hizo llover o nevar’ para paliar el horror de la contaminación. No nos queda más que cruzar los dedos y esperar que otros, como tú, sigan machacando sobre el asunto para crear conciencia”.

Mi amiga no exagera. En noviembre pasado el frío llegó antes de lo previsto al noreste de China y las autoridades pusieron a funcionar el sistema de calefacción que se alimenta con carbón. Por ese motivo, y por los vientos que traen partículas del norte, Pekín y provincias como Jilin y Liaoning, tienen niveles de contaminación del aire como nunca.

La situación se agravó a mediados de diciembre. Lo más preocupante es que en las ciudades respiran las partículas que miden menos de 2.5 micras. Son las más pequeñas y más daño ocasionan a la salud, pues penetran directamente en el sistema respiratorio. En la ciudad de Shenyang, con casi tantos habitantes como el Distrito Federal, hubo más de mil 400 micras por metro cúbico, y mil en otra igualmente populosa, Changchun. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda como máximo 25. Combatir en esas ciudades y en otras más ese grave problema es uno de los propósitos del gobierno. Para Pekín, por ejemplo, el plan quinquenal (2012-2017) contempla bajar la quema de carbón de 23 a 13 millones de toneladas, alentar el uso de vehículos eléctricos, reducir las emisiones provenientes de las industrias del hierro, cemento y acero.

La tarea se concentra especialmente en controlar la generación de las PM2.5 para evitar mayores males entre los niños y las personas de mayor edad, los más expuestos.

Sobre este problema se pronunció hace tres años la OMS al reafirmar lo que ya reconocidos centros de investigación habían documentado: la contaminación del aire es carcinógena para los humanos. La exposición prolongada a las partículas aumenta los casos de cáncer del pulmón y otras enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Las autoridades chinas no ocultan lo que sucede y se extiende a sus zonas industriales ubicadas en su inmenso territorio, donde la salud pública y el ambiente sufren los efectos de un crecimiento económico a cualquier costo y donde la población tiene menos formas de expresar su descontento por la contaminación.

El resultado: cientos de miles de decesos, a lo que se suma curar a los enfermos. Está probado que cuesta menos evitar la contaminación que paliar sus efectos en la población y el medio. Anuncian planes integrales para disminuir paulatinamente el problema en todo el país, lo que puede facilitarse por la desaceleración que muestra desde hace dos años su locomotora productiva.

Pero si por China llueve, en India diluvia. En su reporte sobre el aire en las principales metrópolis del planeta, la OMS califica al de Nueva Delhi, como el peor. En la lista también figuran El Cairo, Sao Paulo, Milán y Roma.

En cuanto a México, el presidente Peña Nieto nos dio la mejor rosca de reyes: será un año excelente para todos. Ojalá también para la salud de quienes viven en las deterioradas zonas metropolitanas del Distrito Federal, Guadalajara, Puebla, Monterrey y León, por ejemplo.