Mudubina y stagabe´ñe´
Flores de la laguna biahuido’


Foto: Cristóbal Girón C.

Cristóbal Girón Cabrera

No ha cesado de llover en el pueblo. Los medios de comunicación magnifican los daños y el servicio meteorológico anuncia las tormentas y huracanes en turno.

Desde la azotea Darwin sonríe, los nenúfares que ahí cultiva están en flor, se acerca y su aroma le trae recuerdos. ¿De dónde vienen esas plantas? La edad ya le juega malas pasadas con las fechas, los recuerdos se agolpan pero son difusos. En la radio un programa reivindica la cultura zapoteca, sus costumbres, gastronomía, flora y fauna.

Una lágrima asoma lenta y salobre cae al estanque y se mezcla con el agua. Darwin toma entre sus manos una flor de stagabe´ñe´.

–Ah sí.

Ya recuerda, es la blanca flor que crece en las lagunas, especialmente en la laguna Biahuido´, y que cada temporada de lluvias los lugareños cortan y venden en el mercado local. Donde además existen vestigios de las primeras culturas que poblaron la zona.

Es hermoso mirar a las juchitecas decorarse con collares de nenúfar, mantenerlos prendidos a su pelo, o en jarrones de barro. La ciudad huele a stagabe´ñe´ y mudubina.

Darwin reflexiona, en la laguna sin embargo cientos de plantas arrancadas y mutiladas yacen  en el suelo. Pero a quién le importa un puñado de plantas, es el clamor popular. El próximo año seguirá habiendo stagabe´ñe´y udubina. Además no dan frutos, roban el espacio para el ganado y cultivos, la laguna trae mosquitos y son tierras inútiles.

Y a pesar de los antiguos yacimientos hallados ahí, esto no ha sido impedimento para que esta zona sea objeto de invasiones. Si, también existe una hermosa leyenda que llaman “Mudubina y Stagabe´ñe´” que narra un amor trágico como el final de las flores de la laguna. Pero ¿quién quiere recordar eso? Se necesita espacio y dinero, lo demás no importa, es más redituable invadir, bloquear y deforestar.

Darwin se preguntaba: ¿cómo es posible que a pesar del daño causado por sus paisanos cada año nazcan las mismas plantas? ¿Acaso nunca mueren? ¿Serán como los lotos? Él sabe que en el oriente hallaron una semilla de 2000 años, que volvió a germinar y floreció.

–Cuando mudubina y stagabe´ñe´ florecen, algún insecto les poliniza, y poco a poco el botón se va hinchando hasta que madura y “pum”, explota en el agua, flotan cientos de diminutas “bolitas”, las semillas, que germinarán y darán vida a un nuevo nenúfar. Las plantas grandes, una vez que la laguna se seca, entran en reposo y despiertan el próximo ciclo de lluvias.

Darwin sonríe, la naturaleza es sabia dicen por ahí, ella se encarga de todo. Y suelta una carcajada que asusta a los zanates que anidan en las ramas de un mango cercano. Ahora entiende por qué mudubina y stagabe´ñe´ repiten su triste romance inmortal.

¿Siempre? Darwin vuelve a la realidad. Hace 30 años que la laguna fue invadida, desecada y rellenada con escombros. Los pobres necesitan casa, dicen los líderes, de uno y otro grupo. Y las valiosas plantas y flores no se ven nunca más, Biahuido´ es ahora un fantasma, una fea mezcla de palos y láminas. ¿A quién le importo? Casi a nadie.

Darwin llora, besa los pétalos del nenúfar y observa, han nacido nuevas plantas. Ríe, feliz. Su carcajada chimuela rompe la monotonía, seca las lágrimas. Que empañan sus gruesos y viejos lentes de fondo de botella.

¿Se acabó Biahuido´? No para él. Viejo, egoísta y nostálgico como es, tiene a su propia Bihauido´ en la azotea. Corta varias flores, forma un collar con ellas y lo deposita en la cruz “Quinto” que heredo de sus padres, y ellos a su vez de los suyos. Reza una oración y pide que mientras él siga vivo, en su azotea, mudubina y stagabe´ñe´ repitan el eterno ciclo del amor,  la muerte y la resurrección.

Cristóbal Girón Cabrera (Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, 1971), docente en el Instituto Tecnológico de Salina Cruz. Ojarasca publicó un relato suyo en el número 224.