Sociedad y Justicia
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ONG advierte que deja secuelas de por vida en los afectados

Se expande el mal en Guerrero por falta de atención y diagnóstico erróneo, acusan
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 31 de diciembre de 2015, p. 29

Acapulco, Gro.

El primer contagio de chikungunya en Guerrero se produjo en diciembre de 2014, cuando un guatemalteco traficante de indocumentados pasó a saludar a su esposa en Juchitán, Costa Chica. El mal fue traído a Acapulco por personas que viajaron a esa localidad para asistir a un velorio.

De Acapulco, la línea del contagio se fue hasta Zihuatanejo, en la región de la Costa Grande. Durante la tercera semana de ese mes se documentaron 11 casos en Guerrero, rememora Rufino Silva Domínguez, director de Epidemiología de la Secretaría de Salud estatal.

Fue hasta el 30 de abril de 2015 que el Centro Nacional de Prevención de Enfermedades emitió la emergencia epidemiológica EE-2-2015 para el estado, mediante la cual se hizo un llamado a autoridades estatales a instalar una sesión extraordinaria del comité estatal de seguridad en salud.

No existen registros de tal sesión extraordinaria, sino hasta el 11 de mayo en Acapulco, donde participaron autoridades de los tres niveles de gobierno.

Se ablandan las circulaciones, te sube la temperatura, brotan granos tipo sarpullido, explica Rodrigo Ramírez Justo, secretario general de la sección 112 de la Confederación de Trabajadores de México, al recordar que toda su familia se contagió con el mal; pero yo sufrí más, estuve al borde de la muerte, prácticamente en cama del 23 de marzo hasta principios de julio (de 2015).

Advirtió que la expansión del mal no ha sido controlada, además de que en regiones de Guerrero, como las costas, no hay información ni atención adecuada.

La entrenadora de spinning Martha Casas, de 29 años de edad, relata: Tuve fiebre de 40 grados durante cuatro días, dolor en articulaciones y de cabeza, náuseas, vómito, falta de apetito, frío excesivo, aparición de manchas rojas en la piel, por el dolor no pude dormir tres días, lo sentía fuerte en las rodillas, tobillos y muñecas.

Susana Oviedo Bautista, dirigente de la organización no gubernamental Raíz Zubia, manifestó: Nuestra experiencia en Costa Grande fue dolorosa e indignante, padecimos la enfermedad y no se cumplieron los protocolos de atención, a los que calificó de refritos de documentos similares de países de América Latina, además que en la práctica no se cumplen en México.

En centros de salud de Atoyac de Álvarez, los médicos daban un diagnóstico como dengue u otra enfermedad, pues no conocían la chikungunya, denuncia.

Advirtió que hay un subregistro y calculó que 70 por ciento de la población de Atoyac padeció la fiebre, y al menos siete personas murieron derivado de ello.

Es un terror esta enfermedad, las secuelas quedan de por vida. Hemos dado seguimiento a personas que la padecieron, refieren dolor en las articulaciones, sobre todo en las mañanas. Manos o pies se sienten gruesos y tienen recaídas, expresó.