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La euforia navideña se transforma en calles vacías y comercios desolados

En los parques pocos niños estrenan sus regalos; la mayoría prefiere los videojuegos

El desvelo de los capitalinos termina con el caos vial y los tumultos de días pasados

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La avenida Circunvalación, en el centro de la ciudad, registró ayer muy bajo tránsito de vehículos, tras los festejos por la Navidad en los hogares de los capitalinosFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Sábado 26 de diciembre de 2015, p. 27

Calles desiertas y comercios cerrados, así como parques y jardines semivacíos, prevalecieron ayer en el Distrito Federal tras el festejo de la Nochebuena, a lo cual influyeron la contaminación, el desvelo de los capitalinos y el nuevo tipo de juguetes que se obsequian a los niños en esta temporada.

En el Foro Lindbergh, en el parque México, pocas familias se aventuraron a pasear con sus hijos. Poco después del mediodía, apenas se contaban alrededor de seis niños que acudieron a estrenar sus bicicletas, patines y patinetas.

Pudo haber influido la contaminación, pero también a que muchos niños prefieren los videojuegos y las tabletas electrónicas y se quedan a jugar en sus casas, expresó un integrante de la familia Guevara, quien llegó al parque procedente de la colonia Del Valle.

Ahí, sus dos hijos aprendían a utilizar el último grito de la moda entre los pequeños de ocho años y más: las patinetas eléctricas de dos llantas, en las que apoyados con un motor avanzan equilibrándose con brazos y piernas.

De la colonia Escandón también arribó Mía, de seis años de edad, con sus patines, aunque nunca logró soltarse de la carriola de su hermana.

La verdad ni sabía que había tanta contaminación, pero las traje a que se distrajeran un rato, pero ya vamos de regreso, expresó la Daniela Cervantes.

En el parque España también se observó escasa presencia de visitantes, aun en el área de juegos infantiles. Toda la semana estuvo flojo, pero hoy está muerto. Es normal que empiecen a llegar tarde, porque todos están desvelados, pero ahora no hay nada, narró una de las vendedoras del lugar.

Este escenario se repitió en otros sitios como las plazas Río de Janeiro y Luis Cabrera, que, con la mayoría de los comercios aledaños cerrados, lucieron desoladas.

La densa capa de contaminación que mantuvo brumosa a la ciudad de México durante el transcurso del día y el desvelo habitual de la celebración navideña ocasionó que la mayoría de los capitalinos optaran por quedarse en sus casas hasta la media tarde, cuando comenzó a registrarse una mayor actividad.

Sin embargo, a diferencia de los días anteriores, cuando los congestionamientos viales no cesaban, tanto las vialidades primarias y secundarias se mantuvieron despejadas. Los trayectos en automóviles se realizaron en la mitad del tiempo o menos que en días de tránsito normal. La mayoría de los negocios permanecieron cerrados y los escasos restaurantes y cafeterías que abrieron lucieron con pocos comensales.